Opinión
'Wonder' Leyen teme a Orbán
Por Anibal Malvar
Periodista
Viktor Orbán, el jefe húngaro de Santiago Abascal, ha prohibido la celebración del Día del Orgullo en Budapest, y en su lugar ha permitido, a la misma hora y con el mismo recorrido, una manifestación fascista de ultranacionalistas violentos. Aquí, el alcalde madrileño, José Luis Martínez Almeida, se niega a colgar la bandera arcoíris del balcón del ayuntamiento, a pesar de que el Orgullo atrae a la Villa y Corte a 1,5 millones de personas que se dejan 600 millones en caja.
El mensaje es claro. Tanto la derecha como la ultraderecha quieren que volvamos todos al armario apolillado de sus prejuicios y santerías. Y en eso también van arrastrando a actores sociales, culturales y políticos de diverso plumaje.
La última en quedar mal ha sido Úrsula von der Leyen, nuestra presidenta europea, que ha pedido a los comisarios de la santa institución que no se signifiquen en Budapest, que se queden en casa haciendo macramé o enriqueciendo uranio. Alguno de los interpelados se desmarcó de la petición de la jefa y estaba ayer en Hungría.
La cobardía de Von der Leyen es sintomática de cómo los ultras denigran las más altas instituciones democráticas. El miedo nunca fue un arma cargada de futuro. El miedo paraliza. Un gobernante que se esconde por temor a unas hordas de descerebrados inhumanos no merece gobernar nada, querida Von der Wonder.
Lo que tendría que haber hecho la rubia y europeísima dama es encabezar ella misma esa manifestación prohibida en Hungría. Pero hasta en eso le hacen el juego al neofascismo. Le demuestran al pueblo que nuestros altos representantes no sirven para nada, son medrosos, interesados y cobardes. Escenifican con hechos justo lo que denuncian los fachas: moqueta, lujo, inepcia e inacción.
El castillo de naipes europeo se desmorona por todos los frentes. Consentimos un genocidio en Gaza, pero nos rearmamos no se sabe para qué gloriosas hazañas bélicas. Nos bañamos en el cementerio flotante del Mediterráneo con más miedo a las medusas que a los mordiscos de los niños africanos ahogados. Y permitimos que un miembro de la Unión persiga violentamente a decenas de miles de nuestros conciudadanos solo por su orientación sexual, y se jacte de ello.
Los retrocesos en libertad sexual ya están aquí. Pedro Sánchez tumbó la ley del sí es sí porque incomodaba a sus amigos cincuentones, como Cerdán, Koldo o Ábalos. Von der Leyen le dice a sus comisarios que no acudan a Budapest, pues pueden incomodar a Viktor Orbán. Aquí el juego parece consistir en no incomodar al fascista. Como ambicioso proyecto europeo, me parece bastante mejorable.
Ayer no solo había miedo en esa ciudad remota llamada Budapest, si las hordas fascistas autorizadas se enfrentaban al pacifismo censurado de los plurisexys. Hoy hay miedo en Europa. Personificado en la prudente Von der Leyen.
Yo no sé hasta cuándo el pacifismo va a seguir soportando la bestialidad del belicismo urbano de los fascistas. Esta pasada semana, en Aldaia (Valencia), una treintena de machos ibéricos armados con gas pimienta, porras y pistolas, desalojaron con violencia y saña a unos migrantes que malvivían en un edificio en ruinas, sin paredes, solo estructura y techo. No se cortan porque saben que van a salir impunes.
Dani Esteve, el de Desokupa, amenazó a la europarlamentaria Irene Montero a través de redes sociales, provocó la movilización de varias decenas de policías y el corte de una calle en la presentación de un libro, y no le pasó nada. El fascismo, por acción u omisión, goza de protección institucional en esta Europa de las libertades. Perdón por la paradoja.
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