Este artículo se publicó hace 11 años.
¡Enhorabuena España!, los jóvenes están al nivel de la OCDE
Quizás este titular suene discordante, lo que no quiere decir que sea erróneo. Personalmente habría preferido leer y oír este titular, en positivo, resaltando los logros educativos de España, a escuchar una vez más el erróneo, catastrofista, interesado y simple titular de que España suspende en PISA. ¿Por qué no se dice que España supera a Estados Unidos o Suecia en matemáticas, o a Luxemburgo, Noruega o Italia en ciencias o a Islandia, Israel o Eslovenia en lectura? En primer lugar para decir que España suspende en PISA se debería poder suspender en PISA, lo cual no es así. PISA es un informe complejo, amplio y riguroso que mide las competencias de jóvenes de 15 años de países de la OCDE en las competencias de matemáticas, lectura y ciencias según 6 niveles.
Pero para hacer ese análisis contempla una serie de variables fundamentales e imprescindibles que permiten realizar una radiografía muy completa del contexto del sistema educativo, en el que indiscutiblemente se encuentran el índice de estatus social, económico y cultural, el nivel educativo de los padres, la cualificación de los puestos de trabajo de los mismos, la población inmigrante, el sexo, etc. PISA también tiene en cuenta factores educativos, como las diferencias entre centros, el historial de repetición del alumnado, su motivación hacia el estudio, las faltas de asistencia a clase, el clima de convivencia o incluso la perseverancia del alumno en el estudio.
La medición que se hace en PISA es de una escala que oscila entre 300 y 700 puntos aproximadamente, en la que España se sitúa mayoritariamente en el nivel medio en las tres competencias, y las diferencias entre España, la UE y la OCDE son muy poco significativas, traducidas a nuestro habitual sistema de evaluación serían de décimas o centésimas.
Debemos señalar que para hacer un balance del sistema educativo e interpretar los resultados del informe PISA en España se deben tener muy en cuenta ciertas cuestiones que suelen dejarse en el tintero interesadamente. Comencemos por decir que España es un país de la OCDE, que parte de unos niveles educativos inferiores a los de una gran parte de estos países, afirmemos que España en el año 1991 partía con una tasa de analfabetismo del 20,30% localizado principalmente en las comunidades autónomas del sur. Este dato es fundamental para entender qué pasa en España y cuáles son nuestras expectativas con respecto a este informe. No podemos tener un 10 cuando nos falta una gran base social formada y cualificada.
Según PISA, España duplica el porcentaje de alumnos de 15 años cuyos padres tienen un nivel educativo bajo. PISA informa también de que el nivel educativo de los padres incide significativamente en el rendimiento del alumnado. Sin embargo, este factor distante entre España y la OCDE muestra gratas sorpresas para España ya que el alumnado que proviene de ese nivel obtiene mejores resultados en comparación con la media de la OCDE y UE, lo que quiere decir que el sistema educativo español ha sabido contrarrestar mejor las diferencias procedentes de entornos sociales, económicos y culturales menos favorecidos.
También es cierto que los resultados de PISA son mejores en el alumnado cuyos padres ocupan puestos de trabajo cualificados. La diferencia de rendimiento llega a ser de hasta 80 puntos sobre el alumnado cuyos padres tienen trabajos de baja cualificación. Tampoco debería sorprendernos esta afirmación y los resultados de PISA si analizamos la situación y tendencia española en términos de cualificaciones profesionales, situación que puede agravarse más aun de continuar el problema laboral en nuestro país.
Destacan los resultados de España que logra que haya menos jóvenes en los peores niveles en lectura y ciencias que en la UE y en el resto de la OCDE, con diferencias de 20 y 15 puntos, contribuyendo de esta forma decididamente a la cohesión social y a la inclusión.
Es decir, PISA sitúa al sistema educativo español entre los más equitativos de la OCDE, próximo a los de Noruega o Finlandia y más equitativo que, entre otros, los de Corea del Sur, Japón, Suiza o Países Bajos. Y eso, a pesar de las grandes diferencias existentes entre Comunidades Autónomas que demuestran que la educación en España va a dos velocidades y con una frontera delimitada entre el norte y el sur. La mitad de España, la del norte se sitúa por delante de la media de la OCDE en los niveles de países como Alemania, Francia, Noruega, Suiza, etc., es decir, con puntuaciones entre 500-512 en lectura, datos que se repiten en matemáticas y en ciencias.
Por eso podemos decir que PISA no da malos resultados para España, no todo es blanco o negro, hay que contextualizar, analizar y extraer conclusiones que ayuden a marcar la ruta por la que se debe avanzar, porque España tiene diferencias y se trasladan a los resultados educativos. Obviar y simplificar estas diferencias es actuar con poca profesionalidad o con mala intención.
Estos últimos años se ha trabajado en reducir el fracaso escolar, en potenciar la equidad y la igualdad de oportunidades, que son principios básicos para formar a una sociedad cualificada y preparada, que como hemos visto es necesaria para avanzar en la mejora de los rendimientos. Sin una base social con formación, difícilmente podemos esperar que su alumnado rinda, tal y como se demuestra en el informe PISA.
PISA también muestra que los alumnos no repetidores alcanzan unos resultados muy buenos, superiores al promedio de la OCDE y la UE, incluso mejores que Corea y Japón. En el otro lado, encontramos una gran debilidad, que es el de los alumnos repetidores, quienes también participan en la muestra siendo un 34%, y quienes obtienen con una gran claridad los peores resultados encontrándose en los niveles más bajos de las tres materias evaluadas. Los repetidores se encuentran en cursos inferiores, muestran un bajo rendimiento y riesgo de exclusión social. Por ello, deberíamos extraer la conclusión de que para mejorar los resultados se deben mejorar las competencias del alumnado cuando lo requiere, evitando desfases curriculares en muchos casos irreversibles, reforzando la atención individualizada, pero no segregando en itinerarios educativos demasiado pronto, que van a polarizar el nivel de conocimiento y crear diferencias de oportunidades educativas, como se plantea en la LOMCE.
En el extremo opuesto nos encontramos al alumnado que se sitúa en los niveles altos 5 y 6 de rendimiento de PISA. El informe nos indica que España tiene un porcentaje inferior a la media de la OCDE y de la UE en estos niveles. Como ejemplo, en lectura se sitúa en el 6% frente al 7 % y 8% de la UE y OCDE. Pero una vez más, las Comunidades autónomas del norte entrarían en los niveles medios y altos de la OCDE, algo que también sucede en matemáticas y ciencias.Parece evidente que el objetivo de España se centre en potenciar las altas capacidades y mejorar el nivel alto de rendimiento del alumnado, claro está, sin abandonar el camino recorrido hasta ahora que ha logrado incluir al 50% del alumnado español en los niveles medios y reducir significativamente el número de los que estaban en el nivel más bajo. Por ello, España debe buscar calidad sin abandonar la equidad, una seña de identidad de la que nos debemos sentir orgullosos, porque se ha logrado con mucho esfuerzo y con grandes dificultades de partida.
España debe seguir mejorando en el sistema educativo, hay que mejorar metodológicamente pero también socialmente, puesto que muchas de las cuestiones que influyen en los resultados educativos son externas al sistema, las diferencias educativas del norte y sur son también diferencias económicas y sociales.
La asistencia a clase, el clima de convivencia, la motivación del alumno por aprender, están en los centros educativos pero no dependen estrictamente de ellos, sino de actitudes que están en la sociedad. Los resultados de PISA son los resultados de nuestra sociedad, no sólo del sistema educativo, por ello, seamos serios y congratulémonos de lo bueno, que lo hay y mucho, y trabajemos en lo mejorable que también lo hay.
Eso sí, dejemos de lado mensajes negativos y verdades a medias sobre el sistema educativo español, que minan la moral de los españoles, de los docentes, de los padres y madres, y todo, para fundamentar una crítica a lo hecho anteriormente, al teórico "fracaso" de las leyes y buscar un retorcido y conveniente argumento para justificar una reforma educativa que por mucho que se quiera defender, va en la línea contraria de lo que precisamente dice el informe PISA: con recortes en educación y mayores diferencias sociales y económicas, la educación empeora.
*Mª Luz Martínez Seijo es doctora en Planificación e Innovación Educativa, especializada en abandono temprano de la educación y formación, y profesora de Educación Secundaria.
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