Opinión
Un consenso incómodo
Por Público -
ALFONSO EGEA DE HARO
Profesor de Ciencia Política
El Ejecutivo francés amaga con suspender Schengen y el italiano le sigue proponiendo su reforma. No se puede estar más de acuerdo en medio del desacuerdo. La división a propósito de políticas como la migratoria contrasta con el consenso que parece extenderse a cuestiones económicas. Este escenario refleja también una tendencia en el debate ideológico en el plano internacional que abandona progresivamente cuestiones tradicionales como la redistribución de los recursos para concentrarse en otras como los derechos civiles y libertades públicas.
Esta tendencia se manifiesta en las votaciones y la formación de coaliciones entre los grupos del Parlamento Europeo. Si en el período 2004-2009 la coalición mayoritaria (en un 81% de las votaciones) fue la formada por el grupo popular europeo y el grupo de la unión por los pueblos de Europa (nacionalistas y conservadores), en lo que llevamos de la séptima legislatura (desde julio de 2009 hasta diciembre de 2010), la coalición predominante ha sido la formada por la alianza progresista de socialistas y demócratas y el grupo liberal (un 78% de los casos).
Sin embargo, cuando analizamos las coaliciones por políticas, resulta que es precisamente en los asuntos económicos donde una coalición entre los grupos popular, socialista y liberal alcanzó más del 80% de las votaciones durante el segundo semestre de 2010 (informes Votewatch.eu).
Mientras que cuando nos trasladamos al terreno de las libertades públicas, los derechos civiles o la política medioambiental, la coalición entre socialistas, populares y liberales supuso poco más del 40% de las votaciones, siendo mayoritaria una alianza de centro-izquierda entre el grupo de los socialistas y demócratas, liberales, el grupo de la izquierda unitaria europea y el de los verdes.
Esta evolución del consenso entre las opciones ideológicas en Europa parece redoblar las responsabilidades de los gobiernos nacionales limitando el desarrollo de acciones comunes. El consenso económico, anclado en planteamientos liberales, se traduce en una misma receta que ha de ser aplicada por cualquier gobierno sin discusión. De otro lado, la falta de consenso en otras políticas obliga a los mismos a enfrentarse en solitario a problemas que son compartidos.