Las declaraciones de Carlos Dávila en las que afirma que Boris Izaguirre es un “abreculos, un personaje abyecto que en cualquier otro país del mundo estaría en la clandestinidad”, son toda una declaración de principios del centro político de nuestro país. Este señor no es un periodista marginal. Tiene todo tipo de premios por su labor profesional, colabora en el prestigioso diario ABC, en la Cope, en Radio Intereconomía, en el programa de María Teresa Campos de Antena 3, dirige un programa en Canal 9, durante seis años ha estado al frente de El tercer grado en TVE, es asiduo contertulio del programa de Sáenz de Buruaga en Telemadrid... y afirma que su ideología política es el “liberalismo”. O sea, un prohombre del centro. De lo de “abreculos”, nada tengo que decir. Es comprensible que Boris le irrite porque, como es sabido, en la derecha española no hay homosexuales, o como ellos dicen, maricones, y claro, el hombre reacciona como se hacía en aquella España de machos, donde a los maricas se les corría por las calles y se les apaleaba. Y ahí es donde quiero ir. No es cierto que en cualquier otro país de mundo Boris estuviera en la clandestinidad. Es en su mundo, señor Dávila, donde Boris tendría que esconderse. A día de hoy, puede viajar tranquilamente porque en ese espacio que usted llama “cualquier otro país del mundo” no gobiernan “los suyos”, y espero por el bien de los seres humanos que tarden mucho en llegar al poder, porque le creo cuando expresa su deseo de que regresen tiempos de clandestinidad, de persecución y crueldad. Triste Imperio Español donde antes no se ponía el sol y ahora, simplemente, no se pone el culo. Eso les consuela. Mientras, seguiremos defendiendo la libertad, como podamos.