Opinión
Goya TV
Por Bob Pop
-Actualizado a
Anoche estuve en la gala de los Goya, los vi desde dentro del Teatro Real, y no pude parar de pensar que estaba viviendo una de las peores experiencias televisivas de mi vida. Porque ver los Goya desde dentro de los Goya es como estar viendo un programa aburidísimo en la tele sin opción de zapeo, paseo hasta la nevera o abandono por KO.
Los Goya en vivo son una condena a un programa completo, una cadena al sofá -peor; a una butaca mucho menos cómoda- y una negación del zapping en la vida real. En todos los sentidos. Los Goya en vivo parecen un programa grabado del que nunca vamos a escapar (nunca son tres horas largas) y que es completamente ajeno a lo que contraprograman los demás: los manifestantes a la puerta del Teatro Real, el cine que hacen otros o las nuevas formas de televisión.
Dijo alguien sobre el escenario durante la gala de anoche que el cine tenía que acostumbrarse a entender que los espectadores ahora tienen su propia pantalla, que ha ganado el terreno a la de los cines. Alguien a mi lado -un productor, creo- se removió en el asiento y masculló: "Esa pantalla es una mierda, y lo mezcla todo fatal". No supe si el señor había entendido mal y confundió 'pantalla' con 'botella', o se rebelaba contra la pantalla única, que lo amalgama todo: una película de Garci, un blog o un vídeo de un aficionado. Si era así, le tenía jodido.
Anoche estuve en los Goya, y lo mejor fue que me topé con Alex de la Iglesia después de la gala y le pude felicitar por el discurso y preguntarle si estaba contento: "Sí", respondió.
(Por favor, que lo siguiente no sea Eurovisión en vivo, por favor...)