Opinión
El imposible borboneo de Sánchez
Por Fernando López Agudín
Rajoy pide el voto afirmativo de Rivera para conseguir la abstención de Sánchez, quién a su vez pide la abstención del PNV y PDC para no otorgar la suya. Este es el baile parlamentario en las vísperas de la investidura o, quizás, de unas terceras elecciones. De hecho, todo depende de la respuesta final del PSOE a la demanda de Ciudadanos, porque tanto nacionalistas vascos como soberanistas catalanes votarán en contra, al igual que lo hará Unidos Podemos. Un acuerdo puntual, como el habido sobre la Mesa del Congreso, bien podría reconvertirse pasado mañana en un pacto de legislatura, pero nunca será en un futuro inmediato un pacto de investidura.
Se comprende que Rivera, dado el indecoroso papelón que cumple, quiera compartir el cáliz de la abstención con su compañero de faena de ayer, con quien compartía el sueño de formar gobierno, pero no parece tan lógico que trate de instrumentalizar al Jefe del Estado para que se preste a borbonear a Sánchez. El político favorito del IBEX puede actuar como emisario de la Moncloa, nunca de la Zarzuela. Ni el Borbón, pese a la tradición familiar, lo borboneará ni el socialista se va a dejar borbonear. Más le vale a Rivera, si quiere ser eficaz en el servicio a los poderosos, que cambie rápido su abstención técnica por un voto afirmativo.
Con amigos como Rivera sobran enemigos, debe pensar un muy cariacontecido Sánchez mientras entona cansinamente su" no es no". Pero cuanto más insiste menos credibilidad tiene. Son numerosos los dirigentes que plantean el cómo negociar la abstención. Ahí está ese manifiesto de media docena de ex-ministros e intelectuales socialistas vinculados a los lobbies financieros- Solana, Almunia y Maravall entre otros- exigiendo esfuerzos y sacrificios para formar cuanto antes un gobierno que consideran una necesidad prioritaria. Algo más que un aviso a navegantes para los burócratas que rodean a Sánchez, los cuales son descritos por sus fraternales compañeros como los okupas de Ferraz.
Nadie cree a Sánchez, pese a la sinceridad de su continua negativa, porque no hay quien se crea que el PSOE esté dispuesto a ir, según el manifiesto citado en el párrafo anterior, hacia el gran absurdo de unas terceras elecciones, que de producirse, darían, probablemente, la mayoría absoluta a Rajoy e incrementarían bastante la gran velocidad de descenso del Partido Socialista hacia el precipicio electoral. El PSOE se encuentra hoy en una situación harto complicada. Con la abstención, incluso con el voto afirmativo de Ciudadanos, se hundirían como oposición; pero con "el no es no", se encaminarían a unas urnas que consagrarían en noviembre el triunfo del PP y su propio declive.
Si los socialistas comenzaran su oposición absteniéndose, empezarían mal y continuarían peor, porque la abstención sería el primer paso hacia la asunción de los recortes brutales que, previsiblemente, nos van a imponer este otoño los hombres de negro de la Merkel a través de la Moncloa. Por esta razón, es vital para los socialistas votar en contra de Rajoy desde el primer día. De lo contrario, estarían enviando una imagen de ser una oposición domesticada, que es justo lo que necesitan los poderosos en esta grave coyuntura de la sociedad española. O sea, un gobierno, el del PP, dos oposiciones, una oficial y otra real y, por lo tanto, ninguna alternativa a la hegemonía de la derecha.
El gran problema para el PSOE es que ya no están en los tiempos de González, y que a su izquierda existe una oposición encabezada por Unidos Podemos casi con los mismos votos y escaños. Es muy evidente que no es desde la oposición a la oposición, sino desde la oposición al Gobierno de la derecha, como el Partido Socialista logrará frenar la enorme sangría electoral que viene sufriendo desde la histórica genuflexión de Zapatero ante Merkel. Ojalá Sánchez tuviera el coraje que no tuvo entonces el presidente socialista, de esa forma podría evitar ser borboneado por los suyos