¿Adiós a vivir hacinados en residencias?: el plan de Bustinduy para acabar con la segregación de las personas dependientes
El Consejo de Ministros ha aprobado la 'Estrategia para un nuevo modelo de cuidados en la comunidad'. Este enfoque supone la superación del modelo de dependencia hacia uno basado en la autonomía y la dignidad de quienes necesitan apoyos.
María Martínez Collado
Madrid-Actualizado a
Imagina que de la noche a la mañana dejas de tener llave de tu casa, que no puedes comer cuando te apetece ni lo que te apetece. Que no te puedes ir a la cama cuando tienes sueño, sino cuando te lo imperan. Que dejas de poder ponerte esos pantalones que tanto te han gustado siempre y solo puedes llevar "ropa cómoda", o que no te dejan peinarte como a ti te gusta porque "eso requiere mucho tiempo". Imagina que ni siquiera puedes elegir con quién dormir, si hacerlo sola o acompañada. ¿Cómo te sentirías? En nuestro día a día consideramos todas estas cosas una serie de derechos tan básicos que probablemente nunca antes nos lo hayamos planteado, pero es justo lo que les ocurre a muchas personas por el hecho de necesitar apoyos o cuidados especiales. Su proyecto de vida y sus decisiones cotidianas dejan de pertenecerles.
Frente a ello, el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, liderado por Pablo Bustinduy, ha aprobado este martes en el Consejo de Ministros la nueva Estrategia Estatal para un Nuevo Modelo de Cuidados en la Comunidad: un Proceso de Desinstitucionalización 2024-2030. Una hoja de ruta que aspira a revolucionar el modelo de cuidados y emprender un cambio cultural que sitúe el bienestar de la gente en el centro de la agenda política. Se trata de un camino que ya inició el anterior equipo ministerial de Ione Belarra a través de iniciativas como el Acuerdo para mejorar la calidad de las residencias y el Sistema de Atención a la Dependencia, y que ahora retoma el representante de Sumar.
Como ocurriera hace ya varias décadas con la transición ecológica, pensada a partir de una crisis climática incipiente, la transición de los cuidados emerge de la necesidad de acabar con la discriminación de quienes no son o han dejado de ser productivos para el sistema, y requieren una serie de apoyos específicos.
Según señalan desde el departamento de Derechos Sociales, este plan pionero aspira a trascender el modelo de atención a la dependencia para centrarse en promover la autonomía. Que el hecho de ser mayor, un niño y estar en situación de riesgo o de desamparo, una persona extutelada, en situación de sinhogarismo o tener algún tipo de discapacidad no implique perder el control de tu vida. En otras palabras, que los requisitos organizativos de las instituciones que se ocupan de cubrir dichas necesidades nunca primen sobre las preferencias de las personas como ha ocurrido y ocurre en estos momentos.
Su articulación, por consiguiente, dependerá en buena medida de la actuación coordinada con otros ministerios, como el de Seguridad Social, Hacienda o Trabajo. Tiene sentido, ya que la otra pata fundamental de este gran proyecto son las trabajadoras (formales e informales) que se ocupan de ofrecer dichos cuidados. También serán fundamentales las aportaciones y la disposición de los gobiernos de las comunidades autónomas, básicamente porque las competencias en esta área están transferidas. Desde el ministerio, no obstante, señalan que hay un consenso amplio sobre la importancia de virar hacia este enfoque comunitario.
Adiós a vivir aislados en macrorresidencias
El objetivo principal de esta estrategia es permitir que todas las personas, independientemente de sus necesidades, puedan desarrollar su vida en la comunidad, en igualdad de condiciones y sin verse obligadas a vivir en instituciones. Pensemos en una mujer mayor que ha vivido sola durante años en su piso y ahora hay algunas tareas que no puede hacer sola por falta de fuerza o agotamiento. Con el nuevo plan, el objetivo es que en lugar de ser trasladada a una macrorresidencia, aislada de su red familiar o amistades, pueda recibir apoyo directo en su hogar, permitiéndole mantenerse en el entorno que conoce y al que tiene cariño.
El corazón de este plan radica en la desinstitucionalización, un proceso que va más allá del simple cierre de instituciones. Se trata de una transformación cultural que pone "a las personas en el centro", haciendo todo lo posible por llevar los servicios a la gente y no al revés. Este cambio significa que todas estas personas puedan seguir formando parte activa de la sociedad, en lugar de vivir segregadas en edificios aislados.
Esta ambiciosa iniciativa requerirá una inversión que respalde todos estos cambios, que se gestionará principalmente a través de los Fondos Europeos de Recuperación, en concreto, del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Unión Europea. También el Gobierno de España asignará fondos específicos dentro de su presupuesto anual para asegurar la continuidad y sostenibilidad de los programas en colaboración con las autonomías, quienes también habrán de redirigir/reorientar los actuales presupuestos para alcanzar los nuevos objetivos planteados por la estrategia.
Aunque el plan también reconoce la necesidad de la colaboración con el sector privado y organizaciones no gubernamentales para financiar proyectos específicos, desarrollar infraestructuras y proveer servicios de apoyo, la apuesta del ministerio de Bustinduy está claramente orientada a la promoción y consolidación de estos servicios desde la gestión 100% pública.
Valorar el trabajo reproductivo, una política feminista
El nuevo enfoque y su carácter holístico, centrado en las emocionales y sociales, aparte de en las físicas, responde, además, a una forma de diseñar políticas públicas bajo la lupa feminista y tiene el potencial de desempeñar "un papel fundamental en la promoción de la igualdad de género". Históricamente, el peso de los cuidados no remunerados ha recaído desproporcionadamente sobre las mujeres (han ocupado la posición de cuidadoras informales), lo que ha contribuido a perpetuar desigualdades económicas y sociales.
En este sentido, la provisión de servicios de cuidado asequibles y de calidad, apuntan desde el ministerio, contribuirá a liberar a las mujeres de las responsabilidades de cuidado no remunerado, permitiéndoles participar más plenamente en otros aspectos de la vida pública. Además, el hecho de reconocer y valorar el trabajo reproductivo implicaría desafiar las normas de género arraigadas que históricamente han subestimado e incluso obviado este tipo de trabajo, mayoritariamente desempeñado por mujeres. Son ellas quienes soportan habitualmente esa carga, ese agotamiento doble derivado de un trabajo que es invisible y parece dado por hecho.
La otra cara de la moneda la representan las empleadas que se dedican formalmente a los cuidados, quienes desempeñan un papel vital en el tejido social y económico del país. Sin embargo, este sector ha sido históricamente precarizado, con altas tasas de empleo a tiempo parcial, bajos salarios y condiciones laborales difíciles.
Para afrontarlo, la estrategia propone una serie de medidas para mejorar las condiciones laborales, incluyendo la mejora de la formación y las condiciones laborales, una ampliación de la protección social (asegurando acceso a beneficios como el seguro de desempleo y la seguridad social) o de la profesionalización. En definitiva, al abordar las raíces estructurales de la desigualdad y promover un enfoque inclusivo, esta estrategia marcará el comienzo de una nueva era en los cuidados en España.
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