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Alberto Garzón, el economista del 15M que nunca quiso poner fin a Izquierda Unida

En 2016, Garzón fue acusado por una parte de su formación y de la prensa de querer "disolver" su organización y acabar con sus siglas. Siete años después, deja la carrera electoral con una IU más fuerte y con un proyecto de futuro.

Alberto Garzón
Alberto Garzón, ministro de Consumo, en el Congreso. Imagen de archivo.  Kiko Huesca / EFE

El 1 de enero de 2016 Izquierda Unida dejó de existir. Al menos por unos momentos. El País publicaba en su entrada de año un artículo en el que se afirmaba que el líder del partido, Alberto Garzón, ponía fin a la organización para crear un nuevo partido, lejos de las siglas que se habían construido 30 años antes al calor de la Plataforma Cívica por la salida de España de la OTAN.

Garzón era entonces el líder político de Izquierda Unida y Cayo Lara su coordinador federal. Lara y otros dirigentes, como Gaspar Llamazares, eran contrarios a la alianza electoral entre Podemos y su partido, una alianza que Garzón veía como la mejor opción estratégica tanto para la izquierda como para su formación. En este contexto, durante meses se alzaron las voces que vaticinaron que una alianza de este tipo supondría la absorción de IU en el (entonces nuevo) partido de Pablo Iglesias, una disolución que de facto apuntaba a su extinción.

De ese marco se construyó un relato (el paso más allá) en el que Garzón preparaba un plan (oculto, como todos los planes que acarrean malas intenciones) para diluirse en Podemos. De ese relato, y de sus fuentes, salió la noticia que mataba a Izquierda Unida y que atribuía al dirigente malagueño el crimen.

Siete años después, Alberto Garzón ha anunciado que no será candidato a las próximas elecciones generales del 23 de julio, en las que se espera que Yolanda Díaz encabece la propuesta de la izquierda transformadora en una coalición. Y lo hace sin cumplir con el vaticinio, con la principal expectativa que se le atribuyó entonces: poner fin a Izquierda Unida.

Siete años después, la organización se ha desempeñado como uno de los principales motores orgánicos de la plataforma Sumar, aspira a tener un papel relevante en la reconfiguración de la izquierda y se ha situado como la última muralla, la resistencia numantina en muchos territorios de una izquierda que se ha desangrado en las últimas elecciones municipales. En Andalucía (donde la izquierda también sufrió una derrota sin paliativos) IU sacó 803 concejales por 28 de Podemos.

El arraigo territorial de IU

Esta mala salud de hierro del partido no pone ninguna alfombra al triunfalismo (y menos después del 28M); pero si la IU de 2015 se medía en arraigo territorial, la de 2023, en estos mismos parámetros, no es una organización diluida, extinta o que haya decidido poner fin a sus siglas a través de un plan escondido en el cajón de Alberto Garzón. Siete años después, el pacto con Podemos y la construcción de la alianza de Unidos Podemos, en primer lugar, y Unidas Podemos, después, ha llevado a IU al Gobierno de España.

Apenas unas semanas antes del 1 de enero de 2016 en el que, durante unos minutos, IU estuvo muerta, Garzón fue el candidato de Izquierda Unida-Unidad Popular a las elecciones generales de 2015, en las que logró un millón de votos en un contexto de competición contra el Podemos más fuerte de la historia. La ley electoral penalizó la división y su millón de papeletas se tradujo en solo dos diputados. 

Garzón sorprendió en una campaña en la que estuvo lejos de los grandes mítines de un Podemos que ocupaba la centralidad del mapa político y que introducía a martillazos discursivos un nuevo lenguaje que a través de las "castas" y la reformulación de conceptos como "patria" codificaba el nuevo sentido común de la sociedad. Sin embargo, muchos se sorprendieron cuando el 18 de diciembre de 2016, en el cierre de campaña de IU, metió a 4.500 personas en el mismo polideportivo de Getafe en el que el PSOE no llegó al millar de almas en su acto de inicio de campaña.

Antes, ya había sido candidato de IU en las elecciones generales del 2011, diputado en el Congreso, y había puesto las primeras piedras del nuevo lenguaje de la izquierda (con menor éxito del que luego tendrían Iglesias e Íñigo Errejón). "En lo que se refiere a la nueva izquierda que reconectó con las mayorías sociales después de muchas décadas de arrinconamiento ideológico, antes de Podemos sólo estaba él. Y menos mal que estaba él", comenta un dirigente de Unidas Podemos.

La llegada de Garzón a la primera línea institucional y política no se entendería sin su rol en el 15M. Por aquel entonces ya era militante de Izquierda Unida Los Verdes-Convocatoria por Andalucía y había sido candidato por esta marca en las elecciones municipales de 2007 en el municipio de Rincón de la Victoria (Málaga), pero su salto se dio en el movimiento de indignación ciudadana y crisis de representación política que surgió como consecuencia de las políticas de austeridad y recortes desplegadas en Europa y España tras el estallido de la crisis financiera.

La charla de Garzón en Galicia que sorprende a Yolanda Díaz

Sus charlas e intervenciones en plazas y medios de comunicación lo convierten en el economista del 15M. La teniente de alcalde del socialista Vicente Irisarri en la ciudad de Ferrol y dirigente de Esquerda Unida, Yolanda Díaz, lo llama a finales de los 2000 para dar una charla en Galicia, en la que quedó gratamente sorprendida por sus conocimientos en materia económica. Desde entonces mantienen una estrecha relación (interrumpida algunas veces por discrepancias políticas y estratégicas), que mantienen hasta el día de hoy. De hecho, Garzón forma (y seguirá formando) parte del grupo de economistas de Sumar.

El coordinador federal de IU era reticente a la entrada de Unidas Podemos al Gobierno, pero tras el pacto entre Iglesias y Pedro Sánchez a finales de 2019 pasó a ocupar la cartera de Consumo, un departamento desde el que impulsó la lucha contra las casas de apuestas y defendió la necesidad de apostar por un modelo de ganadería extensiva que termine con el impacto ambiental y los riesgos de la ganadería intensiva.

Su paso a un lado en la carrera electoral es un pequeño paso atrás en la política institucional, aunque de momento continuará como coordinador federal de Izquierda Unida. Garzón pone fin a su etapa como diputado en un ciclo en el que nunca quiso poner fin a su organización. 

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