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Alfonso Bauluz: "Hemos llevado a la Corte Penal Internacional los ataques deliberados de las fuerzas rusas contra la prensa"
El veterano corresponsal de guerra y nuevo presidente de Reporteros Sin Fronteras España (RSF) desvela la intención de muchos jóvenes periodistas vocacionales de ir a Ucrania para narrar la guerra incluso sin tener un medio de comunicación que les apoye.
Madrid-Actualizado a
La libertad de prensa es uno de los primeros derechos que corre peligro en una guerra. Los reporteros son un bien codiciado en el frente. Con diferencias: para unos, un obstáculo que hay que eliminar; para otros, un aliado para difundir valores de resistencia. La guerra en Ucrania lo ha vuelto a poner de relieve, pero con importantes novedades respecto a otros conflictos armados. Lo explica en la siguiente entrevista Alfonso Bauluz, veterano corresponsal de guerra, recién nombrado presidente de Reporteros Sin Fronteras España (RSF), una organización líder a nivel mundial en la defensa activa y en la promoción de la libertad de información.
Alfonso Bauluz, que ha sido corresponsal en África, Asia y América, ha cubierto los acontecimientos bélicos más importantes de las últimas décadas: Argelia, el Sahara Occidental, Libia, Guatemala, Indonesia e Irak, donde cubrió su invasión en 2003 como reportero 'empotrado' con los marines estadounidenses. Una cobertura por la que obtuvo varios premios.
Bauluz, ex redactor jefe de Internacional de la 'Agencia EFE' y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, se estrena en la presidencia de RSF con una guerra librándose en el este de Europa; la oportunidad soñada por algunos periodistas para informar sobre el terreno.
¿Qué está teniendo de especial la cobertura mediática de esta guerra?
La cobertura que la prensa está haciendo en esta ocasión es mucho más grande, porque la atención internacional es enorme al ser una invasión por una potencia nuclear y en territorio europeo. Ha suscitado una atracción de los medios solo comparable a la de la invasión de Estados Unidos de Irak en 2003.
¿Cuántos periodistas han sido enviados desde España?
Periodistas que trabajan con medios en español o con lenguas del Estado español hay unos cien, que nosotros hayamos censado. Están en distintas zonas, distinto tipo de cobertura, con mayor exposición al riesgo, otros con menos; algunos con trabajos de tipo más documental, otros más centrados en las noticias...
¿Cuál es el balance de periodistas muertos y heridos?
Sólo tenemos acceso a los datos oficiales ucranianos, que dicen que por ahora hay cinco periodistas muertos y siete heridos.
En Ucrania estamos viendo a más periodistas enviadas a cubrir el conflicto.
Sí, cada vez estamos más cerca del equilibrio total. Y muchas son mejores.
¿En qué condiciones está trabajando la prensa? Hay escasez de equipos de protección personal?
Lo que ha ocurrido es que muchos medios habían dejado de enviar a su personal a zonas de guerra por temas de seguros, por los costes, porque la información internacional es cara. Por otro lado, también habíamos constatado que el número de colaboradores que iban a los conflictos también había disminuido porque no recibían una adecuada compensación económica.
Lo que ha ocurrido ahora es que a muchos medios les ha pillado el toro. Literalmente. No estaban preparados ni dotados para aportar los equipos de seguridad a sus periodistas: cascos, chalecos con un nivel de protección muy alta, como se requiere en estos conflictos. Por otro lado, hay muchos freelances que no tienen capacidad económica. Y nosotros el número que teníamos de equipos disponibles se ha triplicado. Estamos ahora con una campaña de recaudación para tratar de obtener más equipos y poder brindar protección a todos los que están trabajando en Ucrania.
¿Cuánto puede costar un equipo de casco y chaleco?
Si vamos a unas placas de nivel 4, que es de máxima protección para este tipo de conflicto, donde la metralla o los disparos de fusil pueden ser cercanos; con un buen casco, estaríamos hablando de 2.000 dólares por lo menos.
Reporteros Sin Fronteras ha presentado ante la Corte Penal Internacional dos denuncias por el ataque deliberado a los periodistas por parte de las fuerzas rusas.
Sí y tenemos más casos que estamos documentando, incluso de bombardeos de fotógrafos que estaban haciendo su trabajo. Nosotros lo hemos denunciado y a ver si somos capaces de que la impunidad, como suele ocurrir en las guerras, no sea esta vez la norma.
¿Es un crimen de guerra el asesinato de periodistas en los conflictos?
Sí, lo que ocurre en este caso es que desconocemos las reglas de enfrentamiento del Ejército ruso, si tienen autorización para disparar a civiles, y entre los civiles están los periodistas, que son un objetivo codiciado. Necesitamos saber si las reglas del Ejército ruso facilitan, permiten o incentivan esto. Hay maneras de saberlo, por ejemplo, si lo cuentan los propios militares rusos.
¿Cómo son estos ataques dirigidos a la prensa, que además está identificada como tal, por los brazaletes y los chalecos?
Básicamente son periodistas que están en movimiento y que por razones que el tirador considere pues les disparan. Ha habido varios incidentes y han estado a punto de morir colegas porque les estaban disparando a matar. Por suerte llevaban los equipos de protección. Suele ocurrir en zonas de vacío y de repliegue, donde se está disputando el territorio palmo a palmo.
Ucrania ocupa el puesto 97 de 180 países y Rusia, el 150, en la tabla de RSF sobre la calidad de la libertad de prensa. Poco se llevan...
Pero la capacidad de encarcelar, de asesinar, de secuestrar, de torturar y de mandar al exilio de uno y de otro no son comparables. Y la voluntad del Gobierno de Putin de controlar la esfera informativa a través de unas herramientas poderosas de comunicación que, de acuerdo con la doctrina militar, son parte de la estrategia de guerra, constituye un elemento de operación de información de carácter militar. Es evidente que el presidente Zelenski está haciendo una magnífica labor de propaganda política para mantener la cohesión de sus fuerzas. Es decir, es el mismo propósito aunque unos lo utilizan de una manera y otros de otra. El Gobierno ucraniano no tiene el poderío económico del que ha disfrutado el presidente Putin, ni siquiera lleva los mismos años en el poder que Putin.
¿No tiene la sensación de que las crónicas que nos llegan desde Ucrania se parecen unas a otras: los mismos escenarios, los mismos titulares?
Todas las guerras tienen algunos ángulos que se repiten una y otra vez, como la matanza de civiles en los mercados, la visita a las morgues y a los hospitales, los ataques a infraestructuras... La consideración que pueda tener el cerco de Mariúpol o la importancia estratégica que pueda tener cerrar la salida al mar de Ucrania a través del puerto de Odesa da igual desde qué ángulo lo veamos. Podemos comparar si es mayor la implicación de la Fuerza Aérea, de la Fuerza Naval o de las fuerzas terrestres, eso es lo único que va a cambiar. Desgraciadamente la guerra es muy repetitiva.
¿Esta guerra va a despertar más vocaciones periodísticas que otras del pasado?
En RSF hemos tenido llamadas de muchos periodistas jóvenes, algunos prácticamente sin experiencia. Es lógico, es la guerra que va a marcar esta generación y lógicamente los que tienen vocación quieren estar, quieren presenciarlo y quieren narrarlo.
Y a diferencia de otras épocas, los medios en redes sociales les permiten hacer su trabajo sin tan siquiera el concurso de medios de comunicación que lo difundan. Ellos pueden libremente difundir lo que quieran tanto en cuanto el soldado ucraniano no se lo impida, pero a lo que me refiero es que se puede difundir a través de las redes sociales de un particular información y si está bien elaborada y hecha conforme a criterios periodísticos y a la ética periodística es tan válida como la que publicamos a través de medios de comunicación.
Yo creo que esta es la diferencia con respecto a otros conflictos. Pero además es una guerra que obviamente está cerca; hay una potencia nuclear como es Rusia; es una invasión en suelo europeo; está a tres horas en avión y es una manera de aprender este oficio. Nosotros les estamos recomendando que no trabajen sin el sostén de un medio, que se equipen con los medios de protección necesarios, que colaboren con otros compañeros y que aprendan de los veteranos. Para cualquier joven, una cobertura del tipo crisis de refugiados es un buen aprendizaje; creo que para dar un primer paso está bien; más allá creo que es muy arriesgado y desaconsejable.
¿Es habitual que los periodistas sean señalados como espías en las guerras? Me refiero al caso de Pablo González.
Sí, historicamente han existido, pero en el caso de Pablo ha sido una detención que desde Reporteros Sin Fronteras hemos explicado que primero debe regir la presunción de inocencia, esto es fundamental; segundo tiene derecho a la asistencia consular y, por supuesto, tiene que tener un abogado. Es el gobierno polaco el que tiene que probar esas acusaciones. Y de momento no solo no las ha probado, sino que además ha dificultado la comunicación de Pablo con el exterior.
¿Cuál debería ser el papel del Gobierno español en este caso?
El ministro de Asuntos Exteriores viajó a Varsovia, se entrevistó con el ministro polaco, dijo que había recibido asistencia consular y que tenía una abogada de oficio, pero no entendemos por qué se le ha mantenido incomunicado de esta manera. Y cuáles son las acusaciones, porque, bueno, hay acusaciones muy serias, pero de momento no han probado absolutamente nada.
¿Está ganando Rusia la batalla de la información?
La manera de controlar a tu opinión pública es no dándole acceso a información veraz, a la información elaborada de manera independiente y que pueda ser crítica con el poder. Ocurre en todas las dictaduras. Eso es lo que pretende Rusia cuando se castiga con 15 años de cárcel a un periodista independiente, porque obviamente los que están sojuzgados dicen lo que se les manda decir. Cuando se habla de operación militar especial, se pretende disfrazar una invasión, una agresión al vecino, con operaciones militares en el Este, donde ya venía desarrollando su actividad bélica desde 2014 después de la anexión e invasión previa de Crimea. Se trata de disfrazar; muchos de los soldados no sabían que estaban en Ucrania, creían que seguían de maniobras.
¿Nos hemos olvidado ya de la situación de Afganistán? ¿Un conflicto suplanta a otro en atención mediática?
El ciclo informativo es como es. Mantener la atención informativa en más de un punto de interés, como puede ser la crisis de los combustibles y todo lo que esto conlleva para la ciudadanía, y la matanza de civiles pues digamos que apartar la mirada de eso es complicado.
En México han asesinado a ocho periodistas en dos meses y medio. ¿Por qué la prensa es el blanco?
Una de las razones principales es la impunidad. Desde hace más de 25 años México encabeza todos los años el número de periodistas asesinados y tan sólo Filipinas mantiene esa continuidad en el número de periodistas asesinados, más allá de países que experimentan un conflicto, como puede ser Ucrania o Siria. La realidad es que a veces pensamos que es un estado fallido. Y sobre todo nos preocupa que el presidente lo vea con desdén el hecho de que asesinen a personas, sean periodistas o sean jornaleros.
El hecho de que se le recuerde que la necesidad de preservar la libertad de información forma parte de los derechos esenciales de la ciudadanía y la respuesta sea desdén es muy triste.
¿En España tenemos que seguir hablando de precariedad en el ejercicio del periodismo?
La contribución de RSF es señalar que la precariedad es igual a la falta de rigor. Si no hay medios solventes, si no hay periodistas remunerados confirme a lo que es necesario para tener una vida digna, nos podemos encontrar con lo que ocurre en muchos países de mayor inestabilidad política o económicamente más débiles: los periodistas al final viven de las limosnas. La precariedad en el ámbito de la cobertura de los conflictos internacionales es donde se ve de manera más sangrante, puesto que haya personas que se pueden estar jugando la vida para buscar una información que luego no encuentra una remuneración que le permita continuar haciendo ese trabajo. Esto afecta a los fotógrafos, a los redactores y a muchos enviados especiales, que han dejado de hacer ese trabajo.
¿Y cuál es la solución para acabar con esa precariedad?
Que los ciudadanos demanden una información de calidad, variada y plural. Así de sencillo. El sucedáneo 'me informo por las redes sociales' viene sesgado por un algoritmo que puede obedecer a intereses de compañías privadas, de grupos políticos, religiosos o económicos. Y en realidad no se hace información elaborada con lo criterios periodísticos que se fundamentan en la ética y en la profesionalidad, que obviamente, como su propia palabra indica, es un trabajo remunerado.
¿El fenómeno de resistirse a pagar por un periodismo riguroso es exclusivo de la sociedad española o sacude a más países?
Yo creo que en España -- o en español, que es más triste porque la potencialidad que tienen los medios escritos en español es más grande porque pueden alcanzar a otras audiencias--, se debe a una mala gestión corporativa empresarial. La realidad es que cada cabecera defiende su cabecera y no se aúnan esfuerzos. Es verdad que antes la publicidad costeaba una gran parte de la actividad periodística. Hoy en día, Facebook y Google generan ellos solos más del 80% de los ingresos de la publicidad digital, es un duopolio que hace inviable el modelo que hemos conocido de industria mediática.
Usted cubrió el acuerdo de paz entre Marruecos y el Frente Polisario de 1991, auspiciado por la ONU. ¿Le ha sorprendido el cambio de postura del Gobierno español sobre el Sáhara?
Me parece delirante, pero no tengo los datos con los que formarme un criterio, puesto que desconozco si ha habido un acuerdo previo con Argelia para garantizar la imperiosa necesidad de suministro energético. La verdad es que cuando se llegó al acuerdo de paz, confiábamos en que el entonces secretario de Estado, James Baker, fuera capaz de llevarlo a cabo, pero con el tiempo se ha estancado. Y Marruecos ha aprovechado bien sus bazas. La inestabilidad del Sahel forma parte del catálogo del argumentario, pero creo que nos hemos quedado todos sorprendidos.
Como periodista de guerra, ¿qué conflictos le han marcado?
Me marcó trabajar dos años bajo la dictadura de Obiang Nguema [Guinea Ecuatorial] a finales de los años 80 cuando era un país pobre y muy corrupto. Ahora es muy corrupto pero hay dinero. En la guerra de Irak aprendí algunas cosas: los militares estudiaban a los periodistas pero los periodistas no estudiábamos a los militares. Entonces formulé una curiosidad y era saber cómo manejaban ellos las relaciones con los medios, el mensaje, la facilidad o no de acceso al teatro de operaciones, como dicen ellos.
Trabajar en Irak me ha permitido comprender mejor cómo funcionan los militares, después de estudiar su comunicación y cuáles son los elementos que ellos consideran importantes, y, sobre todo, cómo han cambiado muchos paradigmas como consecuencia de la digitalización de las telecomunicaciones; y cómo han ido proliferando fórmulas de transmitir información de forma instantánea.
¿Cuáles son los retos de su presidencia de Reporteros Sin Fronteras?
Son dos. En primer lugar, para todos estos compañeros que están trabajando sobre el terreno en Ucrania o en México y es darles la mayor protección y seguridad que esté a nuestro alcance. Y dos: sobre el ciberacoso que están sufriendo, sobre todo, las mujeres periodistas. Las represalias cibernéticas, los insultos, tanto en conflictos, como en la vida cotidiana, les roban sus herramientas de trabajo digital; se trata de destruir sus reputaciones.
En RSF hemos ido a la Fiscalía de Delitos Informáticos y se nos ha dicho que si había denuncias y se las hacíamos llegar lo perseguirían. Entonces invitamos a cualquier periodista que se sienta víctima de ciberacoso a que nos lo traslade. Es importante para luchar contra la impunidad de estos ataques.
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