Este artículo se publicó hace 2 años.
Un año después de las elecciones Catalunya continúa con el independentismo fracturado pero sin una alternativa viable
El primer aniversario de los comicios deja un Govern de ERC y Junts con menos tensiones internas, pero con enfrentamientos externos entre los socios y con la CUP. El president Aragonès expondrá este lunes su hoja de ruta centrada en "los grandes consensos de país".
Barcelona-Actualizado a
Las elecciones catalanas para escoger el nuevo Parlament disuelto automáticamente después de la inhabilitación del expresident de la Generalitat Quim Torra completaran este lunes un primer año de recorrido. Si las elecciones del 14 de febrero de 2021 se celebraron en pleno auge pandémico de la cuarta ola de contagios -y no sin pocos conflictos políticos e incluso judiciales por ello-, el primer aniversario electoral llega en medio de una fuerte desescalada, después de la fuerte sexta ola pandémica que acabamos de empezar a superar. Quizás esta sea la principal novedad. Porque en lo político, el panorama surgido de los resultados de hace un año, que suponían una mayor atomización del Parlament, ninguna victoria clara y una difícil gestión postelectoral, continúa en el mismo punto o aún más complicado.
La conclusión es que, por una parte, la pregonada mayoría independentista del 52% reivindicada la noche electoral está más fracturada que nunca, con la CUP enfrentada totalmente al Govern de ERC y JxCat, y estos dos partidos con tensiones permanentes, a pesar de mantenerlas fuera del Consell Executiu. Y por otra parte, tampoco se entrevé ninguna alternativa viable, por ejemplo la liderada por el PSC, que está lejos de conseguir los apoyos que ya le faltaron para que Salvador Illa pudiera optar a la presidencia de la Generalitat.
Aragonès consolida la presidencia a trancas y barrancas
Pere Aragonès no consiguió ganar las elecciones de hace un año por los cerca de 50.000 votos que el PSC de Illa le sacó de margen. Pero consiguió el mejor resultado de Esquerra en unas elecciones al Parlament con 33 diputados -uno más que el 2017- empatando con los socialistas y superando los 32 de Junts. Con una mayoría absoluta independentista clara junto a la CUP, la noche del 14 de febrero de 2021 Aragonès ya fue dado por evidente ganador como el único candidato con opciones a la presidencia de la Generalitat. Aunque la investidura después no fuera fácil y se hiciera in extremis al final de las agotadoras negociaciones con Junts.
Hay cierto consenso entre los analistas políticos que Aragonès se ha consolidado en la presidencia
Hay cierto consenso entre los analistas políticos en que Aragonès se ha consolidado en la presidencia, aunque no sin dificultades. Especialmente porque ha conseguido dos objetivos fundamentales para estabilizar su presidencia: por un lado, aislar los miembros del Govern de la trifulca política que mantienen ERC y Junts. Y por otro lado, aprobar los primeros temas clave que podían haber sido catastróficos de ser tumbados, como sus primeros presupuestos o la regulación para la implantación de la energía renovable. Y con ello ha demostrado también una gran capacidad de pacto en geometría variable más allá del independentismo. Especialmente con En Comú Podem, con quién ha aprobado las cuentas y un grueso de iniciativas parlamentarias. Pero también con el PSC, con quien ha descerrajado -juntamente con Junts- el eterno bloqueo de los grandes órganos e instituciones de la Generalitat, como la Sindicatura de Greuges o la Corporació Catalana de Mitjans de Comunicació, entre otros. Todo ello hace que, no sin dificultades, Aragonès haya demostrado capacidad de maniobra y una cierta estabilidad.
A pesar de ello, fuentes de la presidencia reconocen que el Govern "no ha cogido la velocidad de crucero que esperábamos en el impulso de los proyectos que teníamos planteados", aunque defienden que el Govern mantiene intactos y en marcha los principales ejes de la investidura de Aragonès. La consellera de la Presidència, Laura Vilagrà, pone algunos ejemplos establecidos en los acuerdos de investidura: "El nuevo decreto para implementar las energías renovables en Catalunya; se han establecido nuevos criterios sobre cuándo debe la Generalitat personarse en causas judiciales contra manifestantes; una partida de 1.000 millones de euros destinada a vivienda pública incluida en el presupuesto de este año; la activación del plan piloto de la Renta Básica Universal; la potenciación de la participación ciudadana ejemplificada con la consulta sobre los Juegos Olímpicos de Invierno 2030 que se realizará en el Alt Pirineu i Aran; y la feminización de los cuerpos de emergencia y seguridad junto a los cambios en los protocolos en seguridad ciudadana". Estos y otros temas, en que la consellera afirma que "estamos trabajando intensamente".
La nueva hoja de ruta de Aragonès, este lunes
Un año después de las elecciones, el Govern mantiene la estabilidad, pero no se puede negar que existe en Catalunya la sensación de un cierto bloqueo político. Y Aragonès ha optado por marcar una nueva hoja de ruta en la conferencia que pronunciará este lunes por la tarde en formato conferencia celebrada en el imponente Museo Nacional d’Art de Catalunya (MNAC). El president Aragonès tiene previsto centrar su conferencia en la reivindicación de los "grandes consensos de país". Entre ellos "la inmersión lingüística en catalán" en las escuelas de Catalunya o la demanda de una "solución democrática" para definir el futuro político de Catalunya. También hablará de la "incapacidad" del Estado para "dar respuesta a los retos que tiene planteados Catalunya, o a las aspiraciones de una gran mayoría de catalanes y catalanas, y para la resolución del conflicto político con el Estado".
Un año después de las elecciones el Govern mantiene la estabilidad pero no se puede negar que existe en Catalunya la sensación de un cierto bloqueo político
La conferencia de Aragonés también incluirá propuestas concretas sobre las "transformaciones" sobre las que vertebra el plan de su Govern en los ámbitos de las políticas mediambientales, de género, de modernización y de calidad democrática. Aragonés se comprometerá con la creación de un estado del bienestar "fuerte", defenderá la lengua catalana como "estructura de cohesión social", que Catalunya sea un país "abierto al mundo", la economía productiva, arraigada, verde y digital, y una Catalunya "cohesionada como un solo pueblo". Entre las diversas personalidades que asistirán al evento destaca la presencia confirmada del jefe de la oposición, el socialista Salvador Illa, en un paso más hacia la normalización de las relaciones institucionales después de las graves tensiones políticas vividas los últimos años.
El independentismo, fracturado y desorientado
El independentismo consiguió en las elecciones de hace un año 74 diputados en el Parlament y el 52% de los sufragios emitidos -aunque la cifra que exhiben los independentistas suma el pequeño porcentaje que obtuvo el PDeCAT que no entró en la cámara-. Concretamente, 33 para ERC, 32 para Junts y 9 para la CUP. Una mayoría que sirvió para investir a Pere Aragonès como president y cerrar la puerta a cualquier otra opción. Pero para poca cosa más. Las tensiones entre ERC y JxCat se han mantenido aunque esta vez fuera de las puertas del Govern.
El último episodio de máxima confrontación han sido los ataques de la presidenta del Parlament, Laura Borràs, de Junts, contra Esquerra y directamente al propio Aragonès, a quién deriva la responsabilidad de no hacer frente a la inhabilitación del diputado de la CUP, Pau Juvillà, con gran enfado de los republicanos. También importante fue la discrepancia sobre la delegación que debía sentarse en la mesa de negociación con el Gobierno español que forzó un golpe de autoridad del president y la autoexclusión de Junts de la mesa.
Pero además, la CUP ha presionado desde el primer día a Aragonès hasta certificar la ruptura total con el rechazo a los presupuestos de la Generalitat. Temas espinosos como la participación de los Mossos en los desahucios, la frustrada ampliación del aeropuerto del Prat-Barcelona o los polémicos Juegos Olímpicos de Invierno para el 2030 de los Pirineos por los que apuesta el Govern de Pere Aragonès, han contribuido a la ruptura.
Hablar hoy de una mayoría independentista en el Parlament como sujeto con entidad propia se puede decir que es una entelequia. Un año después de las elecciones no existe pues esa mayoría independentista política coordinada que le dio un voto de confianza a Aragonès. Aunque el president está dispuesto a recuperarla o, más bien, no la ha dado nunca por perdida. Por ello esta última semana se ha reunido con los principales actores del independentismo, aunque con resultados poco esperanzadores.
El president reclamará la "unidad de acción del independentismo"
Con todo, el president insistirá en la conferencia de este lunes en "la necesidad de volver a poner sobre la mesa la voluntad de avanzar, de continuar adelante" del independentismo, para hacer frente "a una represión por parte del Estado que no se acaba". "Cuando el país ha avanzado es cuando el independentismo es fuerte. Y el independentismo es fuerte cuando actúa con unidad de acción", plantea Aragonès. "Ante esta represión, no sólo debemos ir a reacción, sino que lo que es imprescindible es ser propositivos: hacer una propuesta en positivo para el conjunto del país", planteará Aragonés. El president reclamará la "unidad de acción del independentismo" sobre la base de "los mínimos compartidos: la amnistía y la autodeterminación", pero en una conferencia estructurada como una "propuesta abierta al país, de trabajo compartido".
La mesa de negociación del conflicto político, congelada
La mesa de diálogo o de negociación para la resolución del conflicto político entre Catalunya y el Estado es otro de los ejes fundamentales del actual Govern. Aunque es anterior –se fundamenta en el acuerdo de investidura de Pedro Sánchez con Esquerra subscrito a finales de 2019-, la pretensión del actual inquilino del Palau de la Generalitat era conseguir la reactivación de la mesa durante este primer año, dado que esta es una apuesta estratégica de los republicanos y de la presidencia de Aragonès.
Lo cierto es que el balance es pobre. Después de una difícil pero efectiva primera reunión en Barcelona al más alto nivel con la presencia de Sánchez, la mesa de diálogo de facto ha quedado congelada. Fuentes de la presidencia confirman que esperaban una segunda reunión con la materialización de algunos primeros avances antes del primer aniversario. De momento, ni está ni se la espera, aunque algunas fuentes apuntan a la primavera como posible fecha de reanudación de los trabajos.
Las dificultades de la mesa de diálogo no solo pasan por la Moncloa
Las dificultades de la mesa de diálogo no solo pasan por la Moncloa. También buena parte del independentismo lleva a cabo una estrategia de acoso y derribo, empezando por los propios socios de Junts en el Govern. Fuentes próximas a Aragonès reconocen que "no estamos donde querríamos estar en este tema", pero apuntan que el president planteará la necesidad de "seguir interpelando al Gobierno del Estado" porque "la solución al conflicto político no pasa por la cronificación, ni por no afrontar el diálogo con Catalunya y sus representantes". "No debemos dejar pasar nuestra obligación de instar al Estado y de movilizarnos con toda la fuerza para conseguir que se pueda establecer de forma bien firme la negociación en torno a la amnistía y la autodeterminación", mantiene Aragonès.
El PSC escenifica la alternativa
El ganador de las elecciones del 14-F de hace un año fue el PSC, aunque empatado en escaños a 33 con ERC. Pero las sumas y restas ya dieron por hecho la misma noche electoral que Salvador Illa no podría ser president de la Generalitat. Y ni siquiera lo ha intentado. Pero un año después, los socialistas han procurado desmarcarse de la imagen de impotencia que transmitió Inés Arrimadas cuando en 2017 fue Ciudadanos quién consiguió más votos. El PSC intenta visualizar un tono diferente, de una mayor centralidad y sobre todo que pueden ser la alternativa a los independentistas. Aunque cuesta imaginar la aritmética postelectoral que le diera a Illa la mayoría presidencial.
Más allá de la pura estrategia de imagen de constituir un supuesto "Govern alternatiu" al de la Generalitat, Illa ha ejercido este año una oposición dura en aspectos de gestión, pero con capacidad de llegar a acuerdos en temas como la renovación institucional o los Juegos Olímpicos de Invierno. Y no se puede olvidar que a diferencia de Ciudadanos, el PSC dispone de un poder municipal que, aunque ya no es todopoderoso en Catalunya como lo había llegado a ser, aún conserva importantes feudos especialmente en el área metropolitana de Barcelona.
Desde el PSC recuerdan que "tenemos un partido con profundas raíces" y señalan que este primer año ha sido el de la gestión de una victoria electoral que ha sacado a los socialistas de la debacle electoral que los dejó como cuarta fuerza política en 2017, para poner las bases que permita ampliar el resultado. Según Salvador Illa: "La política útil se está abriendo paso día a día en Catalunya, ante un Govern que no va, que tiene un horizonte imposible de culminar como la independencia y un mal entendimiento, por ser muy suave, entre los socios".
Los Comuns, de un discreto resultado al centro del tablero
Los Comuns son la fuerza que más ha utilizado el Govern en el Parlament para aprobar sus iniciativas
El resultado de En Comú Podem liderado por Jéssica Albiach fue discreto, con solo ocho diputados. Lo reconocen en la propia formación política que achacan el resultado a la dificultad de hacer llegar a la gente un discurso diferente y más complejo frente la excesiva polarización y separación en bloques que el Procés independentista aún mantiene en Catalunya. Pero lo cierto es que la fractura del independentismo en este primer año desde el 14-F ha permitido a En Comú Podem situarse como partido central en las negociaciones con el Govern para hacer avanzar proyectos tan sustanciales como los presupuestos o la legislación sobre energías renovables. De hecho, los Comuns son la fuerza que más ha utilizado el Govern en el Parlament para aprobar sus iniciativas.
Si bien es cierto que las relaciones entre el Govern i los Comuns se han tensionado con el voto contrario de Esquerra a la reforma laboral de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, las fuentes de una y otra parte aseguran que la sangre no llegará al río y que la colaboración continuará. Siempre en función de las iniciativas parlamentarias y de la pertinente negociación, pero con voluntad de llegar a acuerdos. Aunque de hecho, un miembro de la dirección de los Comuns no esconde que el escenario que preferirían es que "ERC rompa con Junts y acabe con el rumbo errático del Govern. Nosotros estaríamos dispuestos a ser recambio y entrar al Govern con Esquerra para ejecutar las políticas de izquierdas que Catalunya necesita". Una maniobra que los Comuns completan instando al PSC a dar su apoyo externo a este escenario, pero que en este primer año los de Colau i Albiach no han conseguido materializar y que Aragonès no contempla, cerrado a cal y canto a cualquier acuerdo de gobierno por activa o por pasiva con los socialistas.
La derecha españolista constata la marginalidad
Respecto a las tres derechas españolistas, no parece que estén por brindar con cava por el primer aniversario del 14-F. Ciudadanos salió aquella noche directo a la UCI política después de perder 30 de los 36 diputados que tenía en el Parlament. Y los seis restantes no parece que tengan un prometedor futuro, según la demoscopia. El PP ya hace años que está en un proceso de residualización en Catalunya y estuvo a punto de quedarse extraparlamentario, aunque al final pescó tres diputados gracias a la baja participación que facilitó conseguir el 3% de votos imprescindibles. Tampoco un año después la salud de los populares parece mejorar. Y Vox cogió el relevo del liderazgo en el ultranacionalismo español entrando en el Parlament por primera vez con 11 diputados, pero su excéntrico y radical discurso de ultraderecha y el duro tono de sus diputados -que llega al insulto personal- los ha condenado este primer año desde el 14-F al ostracismo y al bloqueo por parte de gran parte de la cámara que ha desarrollado un pacto de cordón sanitario contra la extrema derecha.
Bloqueos y demoscopia poco alentadora
Las elecciones del 14-F de 2021 dejaron en Catalunya dos mensajes claros. Una fuerte tendencia progresista con los 74 diputados que sacaron el PSC, ERC y En Comú Podem. Y aunque difícil de sumar, también hay que añadir los nueve diputados de la CUP. Y otra clara mayoría independentista con los 74 diputados que suman ERC, Junts y la CUP, a la cual Esquerra querría incorporar los 8 diputados autodeterministas de En Comú Podem.
Un año después, el Parlament constata que la política catalana sigue inmersa en la división de bloques tanto en el eje nacional como en el de izquierda-derecha, pero también en la pugna interna de cada uno de ellos. Una realidad que hace imposible cualquier entendimiento que permita una mayoría sólida, que aboca Catalunya a una inestable gobernabilidad ejercida por un independentismo fracturado pero sin que los socialistas puedan articular ninguna alternativa viable.
La demoscopia del Centre d'Estudis d'Opinió indica que los dos partidos alfa de ambos polos, ERC y PSC, saldrían ligeramente beneficiados de este primer año después del 14-F
La demoscopia del Centre d'Estudis d'Opinió indica que los dos partidos alfa de ambos polos, ERC y PSC, saldrían ligeramente beneficiados de este primer año después del 14-F y con los republicanos en cabeza. Y que Junts retrocedería. Pero las encuestas no dibujan una salida clara al infinito empate que supone, por un lado, una mayoría independentista que no quiere gobernar junta, pero que lo hace para evitar cualquier otra alternativa, e inmersa en la pugna por el liderazgo independentista entre ERC y Junts, especialmente en las comarcas del interior de Catalunya.
Y por el otro lado, una izquierda que mira de reojo el frustrado experimento del tripartito, con ERC y PSC compitiendo por la hegemonía de izquierdas especialmente en las zonas metropolitanas de Barcelona, Tarragona y Lleida, y con un PSC cerrado en banda a recuperar conceptos como la autodeterminación, con un referéndum acordado que defendió hasta 2015 y que ahora podría sentar las bases de acuerdos para el desbloqueo de la situación actual.
Y mientras tanto, el gran peligro un año después es que se incremente la abstención, que ya el 14-F de 2021 llegó a récord histórico con poco más del 50% de participación. Solo a la espera de comprobar si aquella abstención tuvo más que ver con el voto que la justicia obligó a ejercer en plena ola pandémica, o con la ola de desafección que provoca el hartazgo de mucha gente, de todas las tendencias.
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