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Bush incluyó al Sáhara Occidental como ejemplo para instaurar un "gobierno de posguerra" tras una ocupación militar

En plena guerra de Afganistán y a las puertas de emprender los ataques en Irak, el Departamento de Estado de EEUU elaboró en febrero de 2003 un informe sobre los distintos "modelos" que podían aplicarse en esos países tras las intervenciones militares. La Casa Blanca advertía sobre la necesidad de "eliminar a los partidarios más fanáticos del régimen derrocado" y remarcaba la importancia de "gobernar a través de funcionarios locales".

Banderas de la RASD
Banderas de la República Árabe Saharaui Democrática en una imagen de archivo. EFE

El futuro de Afganistán e Irak se escribió entre misiles. Según consta en un documento desclasificado del Departamento de Estado, el Gobierno de George W. Bush manejaba un escenario de "posguerra" en esos países que incluía "eliminar a los partidarios más fanáticos del régimen derrocado", así como mantener el control mediante "funcionarios locales". A la hora de identificar los distintos modelos que existían hasta entonces, la Casa Blanca incluyó el caso del Sáhara Occidental.

Un informe redactado por el Departamento de Estado de EEUU en febrero de 2003 –con la guerra de Afganistán en marcha y a pocas semanas de emprender los ataques en Irak– describe precisamente los posibles escenarios que se abrirían cuando oficialmente acabase la denominada "guerra global contra el terror", iniciada por la Casa Blanca tras los atentados contra las Torres Gemelas en septiembre de 2001.

Bajo el subtítulo "lecciones aprendidas", el Gobierno estadounidense advertía que "a pesar de que los medios de comunicación se centran constantemente en la fecha de finalización" de las intervenciones militares, "puede ser más importante centrarse en el modo exacto de salir más que en el momento preciso" de hacerlo, destacaba.

De hecho, advertía que existían "varios factores clave que hay que tener en cuenta a la hora de contemplar una ocupación/régimen militar y una transición
a un régimen civil autóctono". Además de plantear la "eliminación" de los simpatizantes "más fanáticos" del "régimen derrocado", también recomendaba "no intentar revolucionar la sociedad de la noche a la mañana", ya que "crear una democracia sostenible requiere tiempo, dinero y elecciones bien supervisadas".

Decía además que "las viejas ideologías deben ser desacreditadas" y planteaba la necesidad de ofrecer el apoyo de "patrocinadores externos" a las "facciones políticas"  del nuevo gobierno que fuesen, eso sí, consideradas "aceptables" por Estados Unidos. Remarcaba que "una fuerza policial grande y bien entrenada es tan importante como una fuerza militar de ocupación" y llamaba a "obtener la participación –y el apoyo– de la comunidad internacional", donde ya contaba con el apoyo de España: el Gobierno de José María Aznar ofreció su absoluto respaldo a las guerras impulsadas por Bush.

En ese documento desclasificado al que ha tenido acceso Público, el Gobierno de Bush remarcaba que desde 1945 existían varios "modelos básicos" de gobiernos de posguerra. Entre ellos citaba los casos de "delegación de autoridad de la ONU a un gobierno nacional". "Este modelo se utilizó en los fideicomisos de las Naciones Unidas (y en los mandatos de la Sociedad de Naciones). En algunos casos, por ejemplo, Senegal, Malí y Costa de Marfil, tuvieron éxito; en otros, sigue siendo difícil resolver a largo plazo el problema de establecer un gobierno democrático estable (por ejemplo, el Mandato Británico de Palestina, el Congo, Ruanda y Burundi)", recogía el informe. 

En ese apartado aparece citado el Sáhara Occidental, sobre el que destacaba que "fue una colonia española hasta 1975". "Tras la retirada de España, Marruecos se hizo con dos tercios del territorio y con el tercio restante después de que Mauritania retirara toda reclamación en 1979. Marruecos controla el Sahara Occidental y se opone al Polisario, pero desde 1991 ambas partes han cooperado con las Naciones Unidas en un esfuerzo por celebrar un referéndum sobre la independencia del Sáhara Occidental", describía. 

El documento agregaba que la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO) "lleva trabajando desde 1991 para conseguir un referéndum, sin éxito".

El ejemplo de Haití

Otro de los modelos descritos por el Departamento de Estado contemplaba un escenario de posguerra en el que "la ONU –u otra organización multilateral– 'bendeciría' formalmente las acciones más o menos unilaterales de la potencia ocupante". Cita en concreto el caso de Haití, donde "Estados Unidos utilizó la ONU para legitimar, apoyar y ratificar sus esfuerzos por restaurar la democracia tras el golpe de Estado del 30 de septiembre de 1991 dirigido por el Teniente General Raoul Cedras". Alude así a la denominada "Operación Restaurar la Democracia" lanzada por el Gobierno de Bill Clinton en septiembre de 1994.

El Departamento de Estado señala que "ante la intransigencia del régimen" el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas "aprobó la Resolución 940, que autorizaba el uso de la de la fuerza para restaurar la democracia". De esa forma, EEUU "comenzó a realizar ataques aéreos contra Haití desde el USS
Eisenhower".

"El régimen de Cedras capituló y Arístide volvió al poder en octubre. Una fuerza nominal estadounidense permaneció en el país hasta enero de 2000 para proporcionar ayuda humanitaria y garantizar una una transición fluida hacia la democracia. A pesar del éxito a corto plazo en el destierro de la dictadura militar, las elecciones fraudulentas de 2000 demostraron que la democracia haitiana era todavía una obra en curso", remata el documento. 

 

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