Este artículo se publicó hace 2 años.
Ciudadanos se desangra en Castilla y León y da un paso más hacia la irrelevancia
De ser clave para formar gobierno con doce procuradores a uno. La pérdida de 150.000 votos entierra las aspiraciones del partido, que hace dos años tuvo la llave de la gobernabilidad.
Jose Carmona
Actualizado a
Quién le iba a decir a Francisco Igea que Ciudadanos iba a pasar de ser clave en la formación de Gobierno en Castilla y León en 2019 a ser condenado al ostracismo y la irrelevancia con un solo procurador en 2022. De doce a uno. De tercera fuerza a séptima. De un 15% de los votos a un 4,5%.
Fundamental para que el PP pudiera sostener el poder ante el avance del PSOE, Ciudadanos logró tras los últimos comicios cuatro carteras en el Gobierno, incluida la vicepresidencia de la Junta y la Consejería de Sanidad en plena pandemia. Pero la debacle es irrefrenable y los peores augurios para el partido naranja se han vuelto a confirmar, también en Castilla y León.
Igea, tras los resultados, se lamentó por el avance de la ultraderecha: "Hoy no tenemos nada que celebrar. Esta comunidad y este país hoy no tienen nada que celebrar. Vivimos en un situación polarizada y esta comunidad ha sido condenada a unas elecciones innecesarias y estúpidas. La ultraderecha aspira a tener sillones de Gobierno. Estas elecciones se convocaron para lograra una mayoría absoluta y para echar a Ciudadanos".
El aliado natural del Partido Popular ahora es Vox y poco o nada tiene Cs para aportar, más que el recuerdo de que en 2019 prometieron acabar con los populares para cambiar el color del gobierno de la comunidad por primera vez en 30 años y acabaron sosteniéndolos por orden de su Ejecutiva. Sus decisiones les aproximan al abismo.
"Lo de que cada vez que Cs desparece Vox sube es porque durante años te engañaron con lo de que ese partido (y su líder) eran moderación, eran renovación y eran modernidad", sostenía Gabriel Rufián en su cuenta de Twitter. En 2019, Cs obtuvo 12 escaños y 205.000 votos: tres en Valladolid, dos en Salamanca, dos en Burgos, uno en Palencia, uno en León, uno en Ávila, uno en Segovia y otro en Zamora. De ese panorama a rascar apenas un procurador en Valladolid y una pérdida de más de 150.000 votos.
En estos comicios, la sangría ha sido abundante: 12.000 votos menos en Ávila (cero escaños), 27.000 menos en Burgos (cero escaños), 26.000 menos en León (cero escaños), 11.000 menos en Palencia (cero escaños), 24.000 menos en Salamanca (cero escaños), 12.000 menos en Segovia (cero escaños), 5.000 menos en Soria (cero escaños), 43.000 menos en Valladolid (un escaño) y 13.000 menos en Zamora (cero escaños).
Poco a poco Ciudadanos queda totalmente sumergido en el panorama político nacional y la fuerza de Vox consume todas las aspiraciones de la formación liderada por Inés Arrimadas, que no ha podido adaptarse a un entorno en el que la fuerza ultraderechista de Santiago Abascal se ha comido todo el terreno que alguna vez les perteneció.
De nada ha servido ser la cara visible durante la pandemia, gestionar la Consejería de Sanidad y sus intentos por ser transparente con los datos en torno al virus, una cosa que brilló por su ausencia en el resto de comunidades. El día que el Partido Popular se vio fuerte, Ciudadanos fue apartado y no pudo ser ajeno a los malos resultados que cosecha por todo el país.
El abismo al que se aproximó el partido en las elecciones generales del 10-N, cuando pasó de 57 escaños en el Congreso de los Diputados a 10 en apenas seis meses, aún persigue a Ciudadanos, que no logra revertir aquella cornada.
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