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El Delta del Llobregat, una historia de abandono institucional

La Comisión Europea envía una carta a la Generalitat y al Estado advirtiendo de los incumplimientos ambientales en la protección del río. La construcción, las grandes infraestructuras y la agroindustria amenazan especies protegidas.

El vicepresident de DEPANA observa el Delta del Llobregat amb prismàtics per albirar els flamencs que s'hi aturen.
El vicepresidente de DEPANA observa el Delta del Llobregat con prismáticos.  Montse Giralt

Cuando se trata de preservar el medio ambiente, muchos vecinos del área metropolitana piensan en los bosques pirenaicos o el cauce del Ebro antes de lo que es el hábitat de 575.000 personas, pero también de especies únicas que conforman un oasis de biodiversidad merecedor de la máxima protección: el Delta del Llobregat. La desembocadura está históricamente amenazada por el tocho, las grandes infraestructuras y la agroindustria, algo que años después que lo denunciaran los ecologistas lo ha reconocido la Comisión Europea (CE) con una dura carta contra el Estado español y la Generalitat por incumplimiento de las normativas ambientales.

En el origen de la reprimenda está la Lliga per a la Defensa del Patrimoni Natural (DEPANA), quien en 2012 envió la queja a Europa después que la administración incumpliera las compensaciones a cambio de desarrollar obras faraónicas como el desvío del cauce del Llobregat o la ampliación del puerto y el aeropuerto. El ejecutivo comunitario ha dado hasta mediados de abril para que el Estado adopte las medidas necesarias para garantizar la protección del Delta.

Especies desprotegidas

"En la cabeza solo tienen una cosa: un tocho", denuncia el vicepresidente de Depana, José García. Con él nos dirigimos al puente Nelson Mandela, en el Prat de Llobregat. A García de vez en cuando se le van los ojos al cielo para que no se le escape ningún avistamiento de ave. Se coloca los prismáticos y los enfoca dirección Mediterráneo: "Mira, ahí hay flamencos. La zona donde están no tiene protección". Estas aves, que tanto maravillan con su plumaje rosa en zonas como el Parque de Doñana o en el Ebro, aquí están al descubierto. El por qué recae en el incumplimiento de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA), que consistía en integrar el nuevo cauce como Zona de Especial Protección para Aves (ZEPA), algo que, simplemente, no ha ocurrido.

La ZEPA obliga a la administración a investigar el impacto de las actividades humanas. Según los ecologistas, esto choca de bruces contra el proyecto de construir una vía de tren justo por la rivera de la desembocadura. No piensa lo mismo el director general de Políticas Ambientales de la Generalitat, Ferran Miralles, quien asegura que estudiaron este caso con detenimiento: "El pasillo izquierdo de la desembocadura no tiene interés para las aves".

El tocho amenaza el Delta

Cruzamos los campos hasta la denominada ARE Eixample Sud del Prat, un proyecto urbanístico en los márgenes de la ciudad con el Delta. Cuando llegamos nos encontramos con técnicos recelosos de nuestra presencia que estudian el suelo. Un campo más allá, un tractor arranca con su pala un espeso terreno de matas y flores. García observa con estupefacción cómo arrasan con el verde: "Pensábamos que aún tardarían en empezar a trabajar aquí".

Estos recortes de Delta son de gran importancia para las aves a pesar de no encontrarse dentro de la escueta reserva: "Los pájaros tienen una cosa, que no saben leer reserva natural". Muchas especies prefieren cultivos o terrenos asilvestrados donde encuentran más tranquilidad. Por ello, la organización SEO/Birdlife hizo un informe ampliando los márgenes que deberían estar protegidos según los hábitats reales de las especies protegidas, incluyendo la ARE Eixample Sud.

"El Ayuntamiento del Prat no es consecuente. Se queja por la ampliación del aeropuerto y luego está a favor de construir estos bloques", opina García. El ecologista afirma que la Generalitat protegió el territorio según su potencial urbanístico y que diversos ayuntamientos de la zona están desarrollando proyectos inmobiliarios como este. "Cuando se trata de construir hay un partido único, la sociovergencia". Miralles replica que, si bien se interesó por estudiar la desclasificación de estos terrenos, ya no hay marcha atrás: "Es suelo urbano. Esta ARE se planificó durante el tripartito y ya cuenta con toda la valoración ambiental".

Zonas naturales sin gestión especial

Las autoridades vuelven a proponer una nueva ampliación del aeropuerto mientras la CE recrimina a la administración los daños ambientales de la anterior ampliación de la tercera pista en el año 2004. Esa construcción se hizo sobre humedales como El Pas de les Vaques. A cambio de este impacto ambiental, el Estado y la Generalitat se comprometieron a generar un plan de gestión especial de todo el Delta, que permitiría desglosar al máximo la protección del entorno. "No se ha hecho plan especial ni para el Montseny", explica García. Desde Depana creen que, de desarrollarse, afectaría muchos proyectos urbanísticos.

Miralles comparte que las obras del aeropuerto tuvieron un impacto perjudicial para el Delta y que las medidas compensatorias fueron insuficientes, de lo que responsabiliza al Estado. Por su parte, la Generalitat no desarrolló el plan especial: "Hace años que se tendría que haber hecho". Apunta que las dificultades institucionales, con el paso de las elecciones municipales y una legislatura convulsa en el Govern, lo han atrasado aún más: "Es una zona con muchos intereses y necesitas un tiempo largo de calma. Ahora creemos que es el momento". El director general pone especial énfasis en la protección de las zonas húmedas: "Son muy justas y muy mínimas". Por ello, una nueva ampliación de la tercera pista, que pasaría por tapar humedales, cree que tendría un gran impacto. La historia se repite: el aeropuerto defiende que aplicaría medidas compensatorias, aun sin haber cumplido las anteriores.

Agricultura 'fast food'

"Quieren imitar el modelo de El Ejido de Almería"

García también cree que un plan especial limitaría la acción de la agroindustria que, por ejemplo, llena los campos de invernaderos, aislando la tierra de la biodiversidad: "Un invernadero es peor que una ciudad". García nos enseña unos campos de alcachofas, el producto por excelencia de la zona: "Son buenísimas para las aves porque el proceso de recogida es lento. Vienen insectos y pájaros". Lamenta que las administraciones están potenciando una agricultura fast food: "Quieren imitar el modelo de El Ejido de Almería". Por su parte, Miralles apuesta más porque la Generalitat adquiera campos para hacer una gestión pública en vez de limitar los cultivos privados y destaca que la Agència Catalana de l'Aigua ha impulsado un plan de inversión para la reparación ambiental en el Delta.

Aunque como recuerda el ecologista, los terrenos protegidos también pueden sufrir destrozos con impunidad. El gran símbolo de la mala gestión es el aparcamiento para taxis construido en zona aeroportuaria, también protegida. Cualquier acción que se haga sobre este terreno debe contar con el aval de la CE, que impondría un plan de reparación. Nada de esto hizo Aena para echar cemento: "El aeropuerto no es dios", dice García. Actualmente, el aparcamiento está inutilizado.

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