Este artículo se publicó hace 2 años.
¿Por qué te dicen que está mal ser de izquierdas e ir a Nueva York?: el discurso más simple de la derecha
En el PP ven en el selfie de Irene Montero un "abrazo" a la "cuna del liberalismo económico" y la semana pasada Errejón tuvo que explicar por qué hacía una barbacoa un domingo. "Es un discurso maquiavélico", dice la politóloga Verónica Fumanal.
Madrid-Actualizado a
Esta vez ha sido un selfie de Irene Montero en Nueva York. Para el PP es mucho más que una foto en el lugar más icónico de una de las ciudades más famosas del mundo: es la líder de Unidas Podemos abrazando "con admiración la cuna del liberalismo económico estadounidense". "Fíjense las paradojas", clamaba Elías Bendodo desde Génova. Pero hace una semana fue Íñigo Errejón en una barbacoa. Se le acusó de renegar de su discurso ecologista y de tener una barbacoa demasiado cara. La polémica, alimentada por medios ultraderechistas, llegó al Congreso y se le preguntó por ello en rueda de prensa. Se justificó así: "Yo los fines de semana también quedo con mis amigos y hago una barbacoa, como es normal".
Son los casos más recientes pero hay más. En octubre de 2021, por ejemplo, se difundió una imagen de Irene Montero en el Congreso al lado de un bolso de una marca de lujo valorado en 2.000 euros. No era suyo pero el bulo corrió como la pólvora bajo este mensaje: "Estos son los que venían a la política para luchar contra la casta y acabar con los privilegios de los políticos".
Otro ataque recurrente por parte de la derecha es la crítica al presidente del Gobierno por usar el avión presidencial, el Falcon, o por irse de vacaciones. Ven en lo primero despilfarro y contradicciones con las políticas ecologistas que abogan por el transporte sostenible y en lo segundo dejación de funciones.
Las polémicas de este tipo abundan y los mensajes y protagonistas siempre son los mismos. "Es un discurso maquiavélico", dice la politóloga Verónica Fumanal en conversación con Público. Fumanal es Presidenta de la Asociación de Comunicación Política e identifica así la estrategia que vertebra este discurso: se trata de "decirle al elector 'la izquierda os está engañando' ".
Pero, ¿cuál es el engaño? Ni Fumanal ni Pedro Marfil, otro experto en comunicación política contactado por este medio, son capaces de identificarlo. No hay engaño pero se trata de "buscar brechas en la narrativa" a costa de simplificar los discursos y asimilar una parte por el todo, explica Marfil. Errejón nunca dijo que había que suprimir el consumo de carne. Tampoco lo hizo el ministro de Consumo, Alberto Garzón. Solo se han manifestado, en línea con la Organización Mundial de la Salud, a favor de reducir el consumo cárnico.
Cómo debe vivir la izquierda
El líder de Más País, asombrado por la dimensión que cobró su barbacoa, hizo la siguiente reflexión: "Creo que últimamente se generan polémicas de casi cualquier cosa. Tengo la sensación de que hay algunos sectores conservadores en nuestro país que creen que las personas de izquierdas deberíamos vivir en una cueva, caminar descalzos y cocinar cosas en una lata con un fuego hecho a mano".
Lo cierto es que de forma abrumadora señalamientos de este tipo siguen un mismo patrón: el dedo acusador sale de la derecha y apunta a la izquierda. Los viajes, bolsos o comidas de dirigentes conservadores en pocas ocasiones son objeto de noticia. Un doble rasero que ha llegado a su culmen este lunes: el mismo Elías Bendodo que caricaturizó a Irene Montero y su equipo por una foto en Times Square se había hecho la misma foto durante un viaje oficial en el año 2016.
A la izquierda, reflexiona Fumanal, "la derecha le critica determinados aspectos que considera que son suyos y que les son propios como tener dinero o tener éxito. Le dicen que es impropio y que no les pertenece". En definitiva le quita "la posibilidad de ser aspiracional", zanja.
Simplificar para ganar
Marfil apunta a la "autoexigencia de la izquierda" y a la simplificación del discurso político como hilos conductores de este marco discursivo. Sobre lo primero señala la tentación de subir el listón de la exigencia cuando se está en la oposición y el riesgo de entrar en contradicciones cuando se gobierna. De hecho, este suele ser el coste de entrada al poder para los nuevos partidos. Pero Marfil se extiende más en su análisis de la simplificación de los debates. Al "reducir el discurso a lo absurdo", apunta, se crea una trampa en la que "vamos a caer todos en cualquier anécdota del día a día". Como ver a un político de izquierdas comiendo carne o a una líder de Unidas Podemos en Nueva York.
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