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La lucha entre familias de Vox acerca al partido a un modelo como el de la ultraderecha polaca

El pegamento que ejercía el conflicto en Catalunya entre las distintas tendencias se ha diluido y el ala neoliberal en lo económico que capitaneaba Espinosa de los Monteros se ha visto desplazada.

Cúpula Vox 2019.
De izquierda a derecha, Jorge Buxadé, Espinosa de los Monteros, Santiago Abascal, Ortega Smith y Rocío Monasterio en noviembre de 2019. Jesús Hellín / Europa Press

Vox consiguió el 10 de noviembre de 2019 el mejor resultado a nivel estatal de su corta historia. "Supo captar el voto de cuatro perfiles de votante distintos", sitúa Stuart Turnbull Duarte, profesor universitario. Logró 52 diputados y lo hizo al calor del conflicto en Catalunya, todavía en su pleno apogeo en aquellos tiempos. "Ahora el procés ya no ocupa tantos titulares ni preocupa tanto a los españoles", matiza. 

Sin el pegamento que ejercía esa lucha por la unidad de España, que ya no vende —o no tanto— como antes, en Vox han empezado a aparecer "grietas", en palabras de Turnbull, que ejerce en la Universidad de Southampton y que publicó, junto con otros colegas, el libro VOX: The Rise of the Spanish Populist Radical Right (Routledge, 2021).

Grietas, o más bien un derrumbe en lo que refiere al ala más neoliberal del partido, capitaneada hasta el pasado 8 de agosto por Iván Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox en el Congreso hasta su dimisión. El profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid Guillermo Fernández concreta que ese desplazamiento de figuras consideradas ultraliberales ha ido engordando el poder de otro alma, una ultraconservadora.

Ese alma la encabeza Jorge Buxadé, el vicepresidente de acción política de Vox. "Es una figura que hay ido ganando puestos de responsabilidad y que mantiene una posición 'propolonia' y 'prohungría'", completa el profesor. Se trata de un perfil más identitario y antiglobalista vinculado al Opus Dei. "Ultra en lo sociocultural y proteccionista en lo económico", así lo define Stuart Turnbull.

Vox emprende, entonces, un camino —más— a la derecha, parafraseando el título del libro que publicó Santiago Abascal en 2015. Así lo ve también Lisa Zanotti, politóloga y coautora del mismo libro que Turnbull: "Hay un viraje a esas posiciones de extremismo religioso y un retroceso de la parte ultraliberal".

No obstante, hay algo que considera muy importante. "Es vital no perder de vista un efecto que Vox ya está imprimiendo en la sociedad", advierte. Independientemente de la salud del partido, "todos los planteamientos extremos que plantea Vox tienen un efecto en la percepción de los votantes de esos temas". Incluso, señala, tiene  repercusión en la radicalización de discursos del PP.

Los cuatro jinetes del apocalipsis

En la fotografía que encabeza esta pieza, tomada el 10 de noviembre de 2019, cundo se celebraron las penúltimas elecciones generales, aparecen los máximos exponentes de las cuatro armas que confeccionó el partido de extrema derecha para captar a la mayor parte del electorado posible. Stuart Turnbull se refiere a ellos como "los cuatro jinetes del apocalipsis de Vox".

Rocío Monasterio, portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, "representaba a aquella parte del electorado cercana a la asociación de extrema derecha Hazte Oír", explica el profesor. Monasterio ha cargado en varias ocasiones contra el colectivo LGTBI+. Es un nicho de votante distinto, por ejemplo, al de Ortega Smith, actual portavoz de Vox en el Ayuntamiento de la capital. "En este caso", apunta Turnbull, "apela más bien a un votante residente en los barrios obreros". A ese votante de la 'España que madruga', como pregonan los miembros del partido.

Espinosa de los Monteros era un perfil clave para Vox, el tercer jinete. "Era quien atraía a ese elector más neoliberal, que quiere bajar los impuestos, al que le gusta votar a un partido que se entiende con las Big Four". Guillermo Fernández coincide con Turnbull. "Por supuesto que Espinosa de los Monteros no es moderado en lo social", zanja, "pero sí que es cierto que el eje que más le importa es el económico". Sería, de alguna forma, la pieza del puzle que ha permitido a parte del votante de Vox decantarse por la extrema derecha sin una gran presión moral.

Por último está Jorge Buxadé: "El máximo representante de la familia ultraconservadora, ultracatólica y partidaria del proteccionismo y el intervencionismo del estado", resume Turnbull. "La vía polaca"

El profesor insiste en la importancia de la desaparición en los cuadros de Vox de figuras como Espinosa de los Monteros, pero también de otras como Víctor Sánchez del Real o Rubén Manso, dos miembros de ese ala neoliberal en lo económico que se quedaron fuera de las listas del 23J. Es la victoria de la familia de Buxadé.

Este mismo miércoles 9 de agosto, Manso ha declarado en la Cadena Cope que una repetición electoral sería "mortal" para Vox, ha criticado la deriva "nacional-católico intervencionista" y ha asegurado que De los Monteros había sido "relegado".

Un ala ultraliberal lejos de las decisiones

El profesor Guillermo Fernández sitúa precisamente en el hecho de que no se incluyera a Sánchez del Real y Manso en las listas uno de los primeros síntomas de la "marginación orgánica" de esa familia ultraliberal. "A Espinosa de los Monteros no le consultaron las listas", añade.

También señala Fernández que la interlocución con Buxadé y Garriga, secretario general de la formación, distaba mucho de ser la mejor. "Espinosa", especifica, "tenía un papel subalterno y no aspiraba a dirigir el partido, pero desde julio se ve lejos incluso de esa subalternidad".

Desde el 28M, cuando Vox no logró ser determinante ni en la ciudad de Madrid ni en la Comunidad, "se extiende en Vox la tesis de que el resultado es culpa de Rocío Monasterio". Zanotti apunta en la misma dirección que Fernández: "Hay un debilitamiento tanto de Monasterio, como de Espinosa de los Monteros antes del 23J". Este no se tomó a bien las críticas a quien es también su pareja sentimental.

En cambio, en Catalunya Vox logró unos buenos resultado logrando representación en todas las capitales de provincia. El momentum, por tanto, favoreció a Ignacio Garriga, cuyo talante como secretario general, así lo entiende el profesor Fernández, ha sido elogiado en el partido en detrimento de la actitud "más agresiva" de Ortega Smith. Las formas de hacer de este último, en algunos territorios, llegaban a ser calificadas de "matonismo". 

Práctica desaparición de la familia neoliberal, descontento con la actuación electoral de Monasterio y críticas a la actitud de Ortega Smith. De aquellas cuatro almas que Turnbull situaba en 2019, solo la de Buxadé se mantiene al alza. Este profesor resume en una frase los últimos cuatro años de Vox: "En 2019 era un partido seguro de sí mismo; ahora, con el conflicto en Catalunya en un segundo plano, tiene que buscar la forma de redifinirse". ¿La vía Buxadé?

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