Los tres diques que frenaron a la extrema derecha el 23J
El partido que dirige Santiago Abascal perdió 19 escaños y 600.000 votantes en las elecciones del 23J, con lo que no logró la fuerza suficiente para ser decisivo en una eventual investidura.
Madrid-Actualizado a
Noche del 23 de julio. Santiago Abascal comparece desde la sede del partido en la madrileña calle Bambú. Felicita a Alberto Núñez Feijóo y, rodeado de alguno de sus fieles, lanza un mensaje al resto de partidos: "Parece que han ganado todos". Es una ironía amarga. Ya ha terminado el escrutinio y el líder de Vox sabe que su partido es el que más votos y escaños ha perdido: 19 diputados menos que en 2019.
Los primeros análisis, a vuela pluma, ya hablaban aquella madrugada de una aritmética muy complicada para la derecha. Lo que muchas encuestas —casi todas— aseguraban que iba a ser un paseo militar se tornó en una tormenta perfecta.
El Partido Popular no logró las cotas a las que apuntaban las demoscópicas y Vox sufrió su primer gran batacazo en unas elecciones generales. Pero ¿a qué se debió? ¿Qué factores explican el resultado electoral de Vox? ¿Cuáles son los diques que han frenado la progresión de la extrema derecha en España?
El gráfico sobre estas líneas, que refleja los resultados electorales de las cinco grandes formaciones desde 2015 (aunque Ciudadanos no concurrió a las últimas), dibuja un cambio de tendencia de Vox en el 23J.
Desde su aparición en la arena nacional, el partido de Abascal no había parado de escalar, pero su ascenso se ha truncado en los últimos comicios. Ha perdido 600.000 votos y ha cosechado un porcentaje un 2,82% menor que en las elecciones de 2019.
"Una amplia mayoría de esos ciudadanos que han dejado de votar a Vox en estas elecciones, casi con total seguridad, ha vuelto al Partido Popular". Lisa Zanotti, politóloga y coautora de Vox: The Rise of the Spanish Populist Radical Right (Routledge, 2021), considera que el mayor dique que ha contenido a la extrema derecha en las últimas elecciones es el votante que había sido tradicionalmente del PP, que se marchó a Vox en 2019 y que, en 2023, ha vuelto a casa.
"Hay que tener en cuenta que un 58% de aquel votante de Vox en 2019 llegó desde el Partido Popular", completa. Coincide con ella Javier Martín Merchán, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia de Comillas. "El partido de Abascal", amplía, "movilizó a muchos de aquellos votantes en un momento de inestabilidad del PP". Se ofreció al electorado de derechas un camino todavía más a la derecha.
"Muchos de los que tomaron ese camino", retoma Zanotti, "lo hicieron con el convencimiento, entre otras cosas, de que la unidad de España la garantizaba más el partido de Abascal que el PP". Fue la resaca de los años más complejos del procés.
El caso es que mucho de ese voto prestado, y en eso también coinciden ambos analistas, ha vuelto al PP en forma de voto útil o estratégico en unas elecciones que, en palabras de la propia Zanotti, "mucha gente ha entendido como un plebiscito".
Otra porción de esos más de 600.000 votantes que han abandonado a Vox, añade Martín Merchán, "pudieron haber llegado, en su día, atraídos por un partido que se posicionaba contra el establishment y que quizá ahora ya no les representa, así que vuelven a la abstención o a otros partidos".
Segundo dique: el aguante del voto progresista
El propio profesor establece dos marcos para valorar los factores que han frenado el avance de la extrema derecha este 23J. "Si hablamos de los votos que perdió Vox, está claro que el trasvase al PP tiene una importancia capital", insiste, "pero si lo que tomamos en consideración es su pérdida de fuerza parlamentaria, ahí también entra en juego la actuación del resto de formaciones políticas, aunque no le roben voto directamente al partido de Santiago Abascal".
En múltiples contextos electorales ha ocurrido que una formación ha cosechado un número de votos inferior que en los anteriores comicios y, sin embargo, ha mantenido o incluso mejorado la representación en el Parlamento. Pero no es el caso. La caída de los votos a Vox ha ido acompañada de una pérdida contundente de representación.
En gran medida, la causa hay que ir a buscarla al resto de fuerzas políticas. Sus competidores, también los del bloque de la izquierda —"especialmente motivados para frenar a la extrema derecha", apunta Martín Merchán—, se han mantenido fuertes y hasta han mejorado sus resultados del 2019, en el caso de PSOE y PP. La fortaleza del voto del sector progresista ha endurecido el varapalo para Vox.
Castigo por no alcanzar el 15%
Los dos politólogos, Zanotti y Martín Merchán, coinciden en que el tercer dique, por continuar con la metáfora, que ha estancado las aguas de Vox es más coyuntural que los otros. "El sistema electoral español beneficia a los partidos mayoritarios", sentencia Zanotti.
El número mágico, en este caso, es el 15%. Lo explica Martín Merchán: "El sistema electoral español empieza a tratar mejor a los partidos cuando superan ese 15% de voto". Si no lo hacen, aunque sea por poco, les perjudica.
Vox (12,39%), y también Sumar (12,31%), se quedan relativamente cerca de esa cifra, pero no la alcanzan. En las elecciones del 2019, no obstante, el partido de extrema derecha sí que se encaramó por encima del umbral (15,08) y comprobó lo bien que sienta. Pero en 2023 ha recorrido el camino contrario. Su caída ha sido la más pronunciada del 23J y el castigo, la inoperancia para tratar de investir al PP.
Un votante "fiel" o "genuino "
Es cierto que Vox ha perdido 19 escaños y 600.000 votos, pero también lo es que tres millones de votantes introdujeron el domingo 23 de julio una papeleta de color verde en el sobre. No marcharon a pesar de la llamada del PP al voto útil.
¿Ha logrado Vox, entonces, un suelo de voto fijo? Es imposible saberlo porque dependerá de muchos factores. Pero los analistas sí coinciden en lo siguiente: "Se ha demostrado que hay un votante fiel a Vox", resume Zanotti. "Genuino", lo llama Martín Merchán.
Sin ir más lejos, las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo fueron las que consagraron la cuota de poder autonómico y municipal de Vox, tal y como muestra este gráfico de la evolución del voto en las elecciones autonómicas al partido de Abascal.
Zanotti ha atendido a Público desde Chile. Desde un tiempo atrás, forma parte del equipo de investigación en Ciencias Políticas de la Universidad Diego Portales. Antes, pasó por la Universidad Autónoma de Madrid o la de Leiden. Al otro lado del teléfono, antes de colgar, subraya una última cuestión.
"No hay que pasar por alto que el impacto de Vox en la política española no empieza y termina con su representación parlamentaria o con que logre formar parte de un Gobierno u otra institución", avisa.
Lisa Zanotti ve en la radicalización del discurso del PP a causa del empuje de Vox uno de los efectos más drásticos de la extrema derecha, aunque sea por su componente subcutáneo, por cómo permea y se cuela entre las rendijas de un sistema que, aparentemente, ya la ha aceptado.
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