Este artículo se publicó hace 3 años.
Malestar interno en el PSOE por cómo se dirige el partido desde Moncloa desde las elecciones de 2019
Sánchez ha desactivado al partido, aunque tras el resultado del 4M empiezan a crecer las voces internas hartas del poder de La Moncloa, encarnado en Iván Redondo. El líder socialista acumula gran influencia orgánica y sus fieles dicen que todo es una "una tormenta de verano". Desde la consulta a las bases para el Gobierno de coalición se ha ignorado a la militancia.
Manuel Sánchez
Madrid-Actualizado a
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, suele presumir de que conoce la realidad y a la sociedad. Tiene una agenda más intensa que Mariano Rajoy (lo cual no es difícil) con reuniones con todo tipo de representantes de la sociedad civil. Todos encuentros programados y políticamente correctos, y muchos no salen en su agenda. Pero los resultados de las elecciones de Madrid parece que han demostrado que Sánchez vive más bien en el búnker de La Moncloa, oyendo cantos de sirena, con sesudos informes sociológicos, acompañado de eso que llaman algoritmos infalibles, pero lejos de la realidad y de la sociedad.
Sánchez hace todo lo políticamente correcto, y no debe entender por qué no le funciona. O, al menos, por qué no le funcionó en Madrid, ni en Galicia (donde ya le sobrepasó el BNG y el PSdG quedó como tercera fuerza al igual que el 4M), ni en el País Vasco (donde la entrada en el Gobierno con el PNV y un diputado más le hicieron salvar los muebles). Si pasó por su mente algún momento de duda, la victoria en número de votos de Salvador Illa en Catalunya (aunque empatado en escaños con ERC) le hizo tranquilizarse. El win win seguía funcionando, el CIS le daba primero y el más valorado, y no había nada por lo que preocuparse... pero llegó el 4M.
El PSOE cumplió el 2 de mayo 142 años de historia, y no por casualidad. Más allá de su épica en el exilio, sus éxitos de Gobierno, su resistencia y su militancia, el partido ha sobrevivido porque, como dice la frase que acuñó Susana Díaz, "el PSOE es mucho PSOE".
Pero desde el segundo mandato de Pedro Sánchez, el PSOE parece que ha dejado de ser tanto PSOE y ha pasado a ser otra cosa. Ya no está en Ferraz, en opinión de algunos dirigentes. Ahora habita en La Moncloa en manos de un gurú político que ya se hizo con las riendas electorales del partido en las últimas generales con la dirección del Comité Electoral sin ser del partido. Además, ha dirigido todos los procesos autonómicos y ha dejado a la dirección del PSOE como convidado de piedra en todas las decisiones.
En Ferraz, la sede de los socialistas, vive en soledad Santos Cerdán, como secretario de Coordinación. Óscar Puente huyó rápido a Valladolid y dejó de ser portavoz del PSOE. Adriana Lastra tiene todo su tiempo invertido en el Congreso y en lograr la mayorías parlamentarias. Y José Luis Ábalos intenta compaginar a duras penas uno de los ministerios más potentes del Gobierno con la Secretaría de Organización del partido. Otra parte de la Ejecutiva está en La Moncloa a las órdenes de Redondo. Y con el resto prácticamente ni se cuenta.
Sánchez, tal vez obsesionado por su abrupta expulsión del partido el 1 de octubre de 2016, sólo quiere unidad, incondicionales, una voz única y no acepta críticas ni filtraciones. Es habitual en las reuniones de la Ejecutiva Federal del PSOE las amenazas de que nadie filtre nada de lo dicho. Y, cómo solo se ha conseguido parcialmente, los encuentros de los lunes son anodinos e intrascendentes, donde el líder socialista sólo relata lo que ya se sabe por todos los medios de comunicación. Son reuniones breves y sin grandes contenidos, porque ya las decisiones no se toman en Ferraz.
Y el PSOE, de momento, calla. Pero el nefasto resultado de Madrid, más los fracasos electorales camuflados en Galicia y en el País Vasco, está haciendo crecer un malestar interno en numerosos sectores. Pero, sobre todo, lo que se quiere es que el PSOE vuelva a ser el PSOE, "y que no se decida entre Iván Redondo y la tropa de amigos que ha contratado en Moncloa", según dice un dirigente socialista.
Algunas fuentes apuntan a que Adriana Lastra es quien, al menos internamente, más claro expresa su malestar por lo que está pasando. La vicesecretaria general del PSOE sí que es una mujer de partido y con cultura de partido, y algunos dicen, hablando en su nombre, que "le chirría" todo lo que está ocurriendo desde las últimas elecciones. No obstante, Lastra tiene asumido la disciplina del partido y guarda silencio en público.
Adiós a la militancia
Sánchez y el propio José Luis Ábalos han anunciado que, de cara al 40º Congreso Federal del PSOE de otoño, se prepara una amplia renovación, pero todo apunta a que la nueva dirección también será designada a dedo o dirigida desde La Moncloa, como la lista electoral de PSOE en las elecciones del 4M o la propia gestora que se ha creado en el partido socialista madrileño.
El candidato que llegó a la Secretaría General con la bandera de la militancia hace ya tiempo que ignora a las bases del partido. No ha hecho ninguna consulta más que la del acuerdo de Gobierno de coalición y no ha cumplido ni los compromisos del último Congreso, como aquel en el que se decía que las bases elegirían un tercio de los miembros del Comité Federal o de las Conferencias Políticas. Nunca se supo más de este proceso.
A esto hay que sumar el malestar causado por cómo se hicieron las listas de Madrid, a dedo y sin contar con la militancia. Incluso, se excluyeron a nombres que fueron los más votados por las bases hace tan solo dos años para la candidatura de 2019.
En principio, Sánchez tiene todo el poder orgánico y la mayoría de los barones fieles aunque, según opinan algunos dirigentes del partido, no tiene el liderazgo de otros líderes del PSOE como José Luis Rodríguez Zapatero o Felipe González.
Además, Sánchez, salvo excepciones contadas, no ha integrado a todos aquellos "infieles" que se fueron con Susana Díaz, y en el partido sigue estando ese poso silencioso dolido y excluido… de momento.
En lo que hay unanimidad entre los dirigentes socialistas consultados por Público es en que el resultado de Madrid marca un punto de inflexión. Sánchez tiene las mejores cartas en su mano para sortear lo que sus fieles denominan "una tormenta de verano". Pero Sánchez, mejor que nadie, sabe o debería saber que "el PSOE es mucho PSOE"... y quiere volver a Ferraz.
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