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Las nuevas medidas antitabaco de la Generalitat dejan en alerta a los restauradores

El Govern prepara una ley de adiciones que prohibirá fumar dentro de los coches privados, en las paradas exteriores de transporte público y en los recintos deportivos al aire libre, aunque la polémica se ha desatado por las palabras de un alto cargo de Salut partidario de ampliar la restricción también a todas las terrazas.

El Govern prepara una ley de adiciones que prohibirá fumar dentro de los coches privados.- EFE

MARC FONT

La Generalitat de Catalunya quiere dar un salto hacia adelante en la lucha contra el tabaquismo, después de constatar un repunte en el consumo. La intención del Govern es aprobar durante los próximos meses una ley de adiciones, con la voluntad que sea vigente a principios del 2020. La normativa, que prepara el Departamento de Salut, incluirá la prohibición de fumar dentro de los vehículos privados, en las paradas exteriores de transporte público y en los recintos deportivos al aire libre. En cambio, de momento no contempla la prohibición de fumar en todas las terrazas, aunque el secretario de Salud Pública de la Generalitat, Joan Guix, se ha mostrado recientemente partidario de tomar también esta medida, algo que ha indignado al sector de la restauración.

La consellera de Salut, Alba Vergés, ha asegurado que la nueva ley se consensuará con los sectores implicados, pero que es una respuesta a los últimos datos de consumo de tabaco, que muestran un repunte. “La prevención y el control del tabaquismo siempre han sido una prioridad para el Departamento, pero ahora redoblaremos los esfuerzos para intentar invertir esta tendencia”, ha declarado. “Las medidas se encaminan a proteger a todo el mundo del tabaco y del humo que genera”, añade Vergés. Además de las ya mencionadas, la ley de adiciones también equiparará la regulación de los cigarros electrónicos a los convencionales, ya que actualmente los primeros sólo están prohibidos en centros sanitarios y escolares.

Los datos constatan el incremento del tabaquismo. Según la Encuesta de Salud de Catalunya 2018, el 25,6% de la población mayor de 15 años es fumadora, lo que supone 1,6 puntos más que el año anterior. La tasa es claramente superior entre los hombres, con el 30,9% -creció 1,2 puntos-, mientras que en las mujeres se sitúa en el 20,5%, dos puntos más que en 2017. Durante el período 1994-2017, el porcentaje de consumidores cayó en Catalunya, una tendencia que se rompió el año pasado y que explica la voluntad del Govern de tomar medidas que vayan más lejos de las prohibiciones actuales.

Por grupos de edad, la mayor tasa de fumadores en Catalunya se da entre los hombres de 15 a 44 años, con un 36,1%, por delante de los que tienen entre 45 y 64 años (31,4%). En las mujeres, en cambio, el mayor índice de consumo se da de los 45 a los 64 años, con el 26,8%, por delante del grupo de los 15 a los 44 (24,0%).

Según la Generalitat, la mortalidad anual en Catalunya atribuible al consumo de tabaco se sitúa alrededor de las 9.500 muertes. “El tabaquismo continúa siendo el principal problema prevenible de salud pública en nuestra casa, el principal factor de riesgo para la salud de las personas”, ha asegurado el secretario de Salut Pública del Govern, Joan Guix.

Las declaraciones de Guix abriendo la puerta a ampliar la prohibición también a todas las terrazas es lo que ha generado polémica los últimos días. Más allá del previsible incendio en Twitter -con partidarios y detractores de una medida de esta tipo-, quién más se ha opuesto a lo que considera un “globo sonda” es el Gremi de Restauradors de Barcelona. En distintos medios, su director general, Roger Pallarols, ha mostrado su “oposición frontal” a la medida y, de hecho, el Gremi ha enviado una carta a las titulares de los departamentos de Salut y Empresa de la Generalitat, Alba Vergés y Maria Àngels Chacón, para reclamar una reunión.

“No pueden cargar sobre la restauración el hecho de que se venda tabaco en España de manera legal”, ha comentado Pallarols, para quién una prohibición de esto tipo “amenazaría la viabilidad del sector”. Un vaticinio catastrofista que ya se escuchó tanto en 2005, cuando se aprobó la primera ley antitabaco en España, como en 2010, con su ampliación.

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