¿Cuál es el papel de las instituciones europeas en torno a la realidad de las naciones sin Estado?

El proceso de construcción europea no tiene per se una posición contraria a naciones sin Estado. Todo el mundo es consciente de que lo que hoy conocemos como el mapa político europeo es resultado de un devenir histórico en permanente evolución, que ha creado estados nuevos en los últimos 30 años, y eso seguirá cambiando. En Europa hay naciones sin Estado llamadas en el futuro a ser Estados.

Además, ante los ataques de los populismos de ultraderecha, las naciones sin estado tenemos sentimiento europeísta muy fuerte. Si bien somos críticos con la manera que tienen las instituciones europeas a la hora de enfocar su influencia que pueden tener como potencia mundial, sobre todo a la hora de delimitar los valores que esa Europa política debería proyectar en el mundo, las naciones sin Estado tenemos un papel importante que jugar en esa construcción europea.

¿El auge de la ultraderecha es motivo de preocupación en el ámbito europeo?

Sí. Vemos que hay mucha gente se lleva las manos a la cabeza por que está creciendo, pero son las instituciones europeas las que están comprando el marco a la ultraderecha, permitiendo que determinen la agenda o cualquier atisbo de planteamiento progresista en cualquier producción legislativa. Las propuestas que manda la Comisión al Parlamento están pensadas para pasar ese filtro de la ultraderecha, y eso algo realmente terrorífico. Así ocurrió, por ejemplo, con el pacto de inmigración y asilo que se ha aprobado hace unos meses e incluye prácticamente todo el marco ideológico de la ultraderecha al respecto.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha dicho que está dispuesta a acordar con algunos partidos de ultraderecha. La mancha de aceite se agranda por cómo les están tratando, poniéndoles la alfombra roja. A día de hoy en las élites europeas hay un debate sobre si hay que tirar adelante con la idea de la Europa federal o si los Estados deben volver recoger competencias en detrimento del proyecto europeo, como defienden sectores de ultraderecha. Vemos así que Europa no sabe qué quiere ser de mayor, y mientras tanto las instituciones le están dando alas a la ultraderecha.

¿Cómo ha sido su experiencia hasta ahora en el Parlamento Europeo?

Es un marco de aprendizaje continuo e impagable, muy enriquecedor. Estar en Bruselas te hace ver cuáles son las grandes limitaciones del proyecto europeo, de las distintas maneras de entender Europa. A pesar de ser muy críticos, y hay motivos de sobra para serlo hoy en día, creo que la presencia en el Parlamento Europeo abre posibilidades de trabajo con las fuerzas de la izquierda europea y de otras naciones sin estado que debe ser utilizada como una trinchera más para seguir alimentado el ciclo de cambio abierto en Euskal Herria.

¿Los resultados obtenidos por EH Bildu en las elecciones autonómicas del pasado 21 de abril pueden influir en las elecciones europeas?

Yo creo que sí. Nuestra propuesta para estas elecciones europeas es similar a lo que planteamos en las autonómicas: hay retos que este país debe superar con nota si quiere asegurarse un futuro con cierta dignidad para la gente que más lo necesita. EH Bildu ha sido fundamental en Madrid o Navarra frente al auge del autoritarismo y de las fuerzas de ultraderecha, y seguimos teniendo esa vocación. Ahora nos hemos marcado como reto ser la primera fuerza política de los cuatro territorios (Bizkaia, Gipuzkoa, Araba y Nafarroa).

¿Qué papel deben jugar las instituciones europeas en medio de un escenario global tan convulso como el actual?

En esta batalla entre federalistas y los que quieren fortalecer los Estados en detrimento de ese proyecto, hay también quien quiere llevar esa construcción para que Europa sea un actor global en el panorama geopolítico, y hay otra gente, desde una perspectiva muy reaccionaria, que no quiere que Europa juegue ese papel. Estamos ante un crecimiento de los autoritarismos, y mientras tanto hay unas organizaciones internacionales con un papel bastante escaso y una inhibición importante.

Ahora bien, en el caso de Israel creo que la UE no va a jugar ningún papel, porque Estados Unidos no presionará para que se detenga el genocidio, debido a que Israel cumple su papel de gendarme en la zona. El gran drama es que Europa, mientras hace grandes proclamas, luego en la realidad mantiene una política exterior dependiente de los intereses estadounidenses y muy personalizada en la pertenencia de los Estados europeos a la OTAN.