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La primera magistrada del Supremo: "La igualdad en la cúpula judicial es cuestión de tiempo"

Mujeres juristas homenajean a Milagros Calvo, la primera mujer en llegar al alto tribunal y a su Sala de Gobierno.

Milagos Calvo (centro) flanqueada por sus compañeras de la Sala de lo Social del Supremo. A la izda., Lourdes Arastey y María Luisa Segoviano; a la dcha. Rosa Virolés y Luz García Paredes. Foto: CONFILEGAL.

JULIA PÉREZ

El Tribunal Supremo tardó 190 años en tener una mujer magistrada. Se llama Milagros Calvo, y llegó al alto tribunal en el año 2002. Este viernes, mujeres juristas de toda España homenajearán a la primera juez del Supremo, que acaba de jubilarse.

Magistrada del orden Social (Laboral), Milagros Calvo (Valladolid, 1947) fue también la primera mujer en llegar a la Sala de Gobierno del Supremo (2004-2009). Y ha habido que esperar diez años hasta que el pasado 26 de noviembre otra mujer haya llegado a esta Sala, Susana Polo.

“El escalafón no conoce de sexos”. Esta pionera en llegar al Supremo sostiene que nunca se ha sentido discriminada como juez. El motivo: en la administración pública -explica Calvo- la posición en ese escalafón profesional llevan aparejados unos derechos que no dependen del género.

Asunto aparte es el acceso a la cúpula judicial: “son decisiones discrecionales” que no dependen del escalafón. Calvo considera que lograr la igualdad en el Tribunal Supremo "es cuestión de tiempo. Es como el agua, una fuerza de la naturaleza en apariencia inofensiva, pero que transforma la naturaleza como lo hace una gota que cae constantemente. Yo lo fío todo a los fenómenos naturales.”

En España sólo hay 14 mujeres entre los 80 magistrados del Tribunal Supremo. Y en las Salas de lo Civil y de lo Militar solo hay una magistrada.

Actualmente, las mujeres tardan más años que los hombres en llegar al Tribunal Supremo. La Sala de lo Social, a la que pertenecía Calvo, contaba con 5 mujeres, aunque tras su jubilación la cifra ha quedado reducida a cuatro.

España es el país europeo que cuenta con menos mujeres en el Supremo, sólo superada por Malta, Albania, Turquía, Islandia y la República Checa.

De los 5.419 jueces en activo, las juezas suponen más de la mitad de la carrera judicial (el 54%). Pero, a medida que se asciende en la escala de poder, la presencia de mujeres cae drásticamente. Y se han dado casos de designación de magistrados para el Supremo cuando había candidatas con mejores curriculums que los finalmente elegidos.

Las mujeres son mayoría en los órganos unipersonales -juzgados de lo penal, primera instancia, instrucción…-, pero tan sólo llegan al 29% en los órganos centrales, como son el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional.

Las pioneras

Cuando Calvo comenzó a estudiar Derecho, en 1965, las mujeres aún no podían ser jueces o fiscales. Un año después se aprobó la ley que permitía a las mujeres el acceso a estas carreras.

La primera mujer en acceder a esta oposición en la historia fue Josefina Triguero, en 1978. Calvo fue la segunda.

Esta magistrada no se planteó nunca ser juez. “Soy de esa generación que quería salir de casa para ganarse la vida”. Y, para evitar gastos mayores en su familia, se sacó una oposición que no suponía gran esfuerzo: secretaria de juzgado comarcal.

Calvo ejerció de secretaria en los juzgados comarcales de Villena y Yecla (Murcia) con unos medios tan exiguos que escribía exhortos a manos. Sólo había una máquina de escribir para compartir con el juzgado de primera instancia e instrucción. “El juez se hacía sus propias sentencias a máquina”, recuerda.

Todavía no se explica qué le encandiló de esta profesión sin medios. Una cosa llevó a la otra. Sacó primero el carnet de conducir –“era inevitable; no había ferrocarril directo a Yecla”- y, luego, se animó a estudiar la oposición de juez y fiscal, en 1977.

Su preparador fue aquel juez de primera instancia e instrucción, Juan Ignacio González Escribano. Estudiaba por las tardes, después de trabajar. Y acudía a la casa del juez a cantar los temas. “Le daba los temas con los niños pequeños en las cunas”, recuerda.

Un mes antes del examen, en enero de 1978, Calvo tuvo que trasladarse a Toledo. “Dígales esto a los opositores de ahora: Tuve que mudarme de casa, de destino y sacar el examen. Los de ahora no dejan a sus padres ni poner la tele”, explica con sorna.

Sorna no le falta a esta magistrada; “procuro no amargar la vida a los demás”. La oposición era entonces conjunta, de jueces y fiscales. Primero ejerció de fiscal en Bilbao y, allí mismo, pasó a ser magistrada de trabajo en 1980. Cuatro años después fue destinada como magistrada de Trabajo número 1 en Madrid. Y en julio de 1988 llegó a la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.

Decidió presentarse a la plaza del Tribunal Supremo cuando descubrió que un magistrado con menos antigüedad que ella lo conseguía. Lo intentó varias veces y, al final, salió elegida por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) en el año 2002. Tenía 54 años.

Dieciocho años después y con 72 años, Milagros Calvo se jubila y sus cuatro compañeras de la Sala de lo Social del Supremo han organizado un acto en Madrid este miércoles, al que asistirán de numerosas mujeres del mundo judicial.

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