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El PSC emerge como actor imprescindible en Catalunya y ERC se asegura la legislatura tras el acuerdo de Presupuestos

El acuerdo entre el Govern y el jefe de la oposición pone de manifiesto la fuerza decisiva de los socialistas y la debilidad de ERC, pero permite a Aragonès concluir la legislatura con capacidad negociadora demostrada. El pacto rompe los bloques independentista y constitucionalista por primera vez en una década pero aún está lejos de reeditar un tripartito.

Pere Aragonès y Salvador Illa
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el líder del PSC, Salvador Illa, a la derecha, firman en el Palau de la Generalitat el acuerdo de presupuestos entre el Govern y el PSC. Andreu Dalmau / EFE

El acuerdo de presupuestos para la Generalitat de Catalunya suscrito este miércoles por la tarde entre el president de la Generalitat, Pere Aragonès, y el primer secretario del PSC, Salvador Illa, es obviamente de extrema relevancia. En primer lugar por el contenido, con partidas muy importantes para el funcionamiento y mejora de servicios esenciales. Son 41.025 millones de euros, un presupuesto expansivo y de cifra récord, con casi 4.000 millones más respecto a las cuentas del año pasado. Sin duda, estas y otras muchas cifras que una vez aprobados en el Consell Executiu se irán conociendo centra el discurso tanto del Govern como del PSC.

Pero más allá de los números, las derivadas políticas de un acuerdo de estas características tienen también una gran relevancia para la política catalana. Por lo que podría haber pasado si, como todo parecía apuntar, la negociación encallada hubiera acabado descarrilando. Y también porque no es habitual una entente de estas características entre el Govern y el principal partido de la oposición y ganador de las últimas elecciones al Parlament, el PSC. La maniobra de última hora de Esquerra aceptando una infraestructura anatema para los republicanos como la autopista B-40 ha permitido forjar el acuerdo. Con consecuencias que sitúan el tablero de juego político de Catalunya en otra dimensión. Estas son algunas de las claves de la cuestión:

¿Por qué el PSC suscribe el acuerdo?, qué gana y que pierde

Que el principal partido de la oposición y ganador de las últimas elecciones –aunque empatado en escaños con Esquerra– suscriba un acuerdo para aprobar los presupuestos del Govern no pasa cada día. Pero la política catalana da para eso y mucho más, y el PSC ha acabado firmando. No podemos olvidar que tampoco es muy habitual que un partido que ocupa la mitad de un Gobierno, como era el caso de Junts, acabe decidiendo abandonar todos los cargos y responsabilidades dejando solo al socio de coalición y retirando sus 32 diputados de la gobernabilidad. Un hecho que explica la situación actual, ya que los 33 diputados de Esquerra que tiene el Govern hacían imprescindible la entente con los socialistas para sacar adelante las cuentas.

El PSC se ha mostrado desde el verano pasado abierto a aprobar los presupuestos. Dirigentes socialistas reconocen que la oferta al Govern perseguía transmitir la imagen de partido sensato, de gobierno, y útil a pesar de estar en la oposición. Los socialistas catalanes tienen en mente el papel de Ciudadanos en la anterior legislatura, que a pesar de ganar las elecciones –incluso con más margen que el PSC– se acabó sumiendo en la irrelevancia por la aversión a pactar nada con los independentistas, cosa que pagaron duramente en las elecciones pasando de 36 a 6 diputados. Con el añadido de que una parte considerable de esos votos pasó al PSC.

Pero la salida de Junts del Govern dejando en una clara minoría a ERC cambió el guion. Encareció el precio de los presupuestos e incluso introdujo el dilema a los socialistas de plantearse dejar caer al Govern. Las negociaciones se fueron enrareciendo y el 28 de diciembre, como si de una inocentada se tratase, el PSC puso sobre la mesa unas condiciones que aseguró eran innegociables y que parecían de imposible aceptación para ERC. El paradigma socialista era ya en ese momento: o ERC aceptaba lo inaceptable y mostraba su debilidad o sin presupuestos y 33 diputados Aragonès se vería forzado a convocar unas elecciones en que ahora mismo el PSC cotiza al alza como probable ganador. Una victoria que podría haber sido una buena plataforma de impulso también para las aspiraciones del PSOE y Pedro Sánchez en las generales de finales de año. Las dos partes reconocen que durante un par de semanas las negociaciones se congelaron y los presupuestos se dieron por perdidos, entrando a intentar ganar el relato de como responsabilizar del fracaso a la otra parte.

Pero ni lo inaceptable lo era tanto –o por lo menos pesaba menos que aprobar unos suculentos presupuestos– ni todo era innegociable. Y ERC sorprendió el jueves pasado aceptando la polémica autopista B-40 después de que el PSC rechazara cualquier solución intermedia de conexión viaria en el Vallès. Mientras que en otros puntos de las condiciones de los socialistas sí se ha podido llegar a consensos intermedios como es el caso del aeropuerto. Con cara de sorpresa mal disimulada, Illa y los suyos se tomaron tres días para deliberar. Llegando a la conclusión que forzar más la máquina después de la jugada de Esquerra los dejaba a los pies de los caballos como responsables del fiasco presupuestario. Un hecho no menor teniendo en cuenta la presión de toda la patronal, sindicatos, agentes sociales, médicos en huelga, o entidades del Tercer Sector que reclamaban a gritos los presupuestos. La interlocución durante esos tres días de reflexión con muchos dirigentes de estos sectores dejó claro al PSC que ya no controlaban el relato. Y el lunes los negociadores del PSC, con Alícia Romero al frente, llegaron al Palau de la Generalitat con una actitud muy diferente a la displicencia de las semanas anteriores.

Finalmente el PSC ha optado por apuntalar el Govern aunque sin muchas ganas de ello. Pero la dura negociación le aporta la imagen de partido imprescindible para la gobernabilidad de Catalunya. Recupera una posición central en la política catalana, de utilidad para sus votantes, y ha conseguido demostrar la debilidad del Govern en el Parlament. También hay que sumar los réditos territoriales conseguidos con las cesiones de ERC. Por ejemplo en el Vallès con la autopista B-40 o en las comarcas de Tarragona con el complejo turístico Hard Rock. Estas y otras cuestiones serán importantes en las próximas elecciones municipales. De paso, el PSC se ha posicionado como el gran valedor de las grandes infraestructuras de cara a poderes fácticos importantes del ámbito de la construcción y el turismo.

Eso sí, la contrapartida es que pierde la opción de unas elecciones adelantadas en un momento demoscópicamente dulce y dentro de dos años quién sabe cómo evolucionará el panorama político. Y por otra banda, la construcción de la imagen de una alternativa de Govern se ve desdibujada en parte al haber apuntalado desde el liderazgo de la oposición al Ejecutivo actual. Lo cual augura un futuro y descarnado desmarque del PSC frente a Esquerra para compensar.

El Govern de ERC, una mala salud de hierro

Desde la salida de Junts del Govern se ha especulado mucho sobre la debilidad del Ejecutivo republicano de Pere Aragonès con solo 33 diputados en el Parlament. Todas las quinielas daban por imposible que consiguiera acuerdos y que la legislatura continuara. Pero el acuerdo de presupuestos ha cambiado totalmente este escenario político y ha demostrado que el Govern de ERC tiene una mala salud de hierro. Resulta evidente que la dura negociación impuesta por el PSC ha dejado una imagen de debilidad de Esquerra, ejemplificado en la aceptación de la polémica autopista B-40 del Vallès. Pero las contrapartidas son considerables.

El acuerdo permite a Aragonès agotar la legislatura hasta 2025, y esa es la intención. Estos eran los presupuestos clave, por su dimensión económica y por marcar la recta final de la legislatura. Los de 2024 serán más fácilmente prorrogables en caso de no disponer de socios. En dos años, ERC espera poder ampliar su base electoral disponiendo de todo el Govern y unos recursos nada menospreciables. "La aritmética parlamentaria continuará siendo complicada  pero ahora podremos gobernar con recursos y sin ruido y tensiones internas constantes", aseguran desde la dirección de ERC en referencia a las peleas con Junts que marcaron la primera parte de la legislatura. En Esquerra hay un objetivo claro y contundente: que la presidencia de Aragonès, la primera de Esquerra desde la República, no se convierta en una anécdota y un paréntesis entre las presidencias de socialistas y convergentes o postconvergentes.

En la parte negativa, la forma en que ha llegado ERC al acuerdo le puede generar un cierto desgaste en las municipales en algunos territorios afectados por las infraestructuras que ha aceptado, como el Vallès o las comarcas de Tarragona. Aunque las bases del partido cerraron filas con el Govern en el congreso celebrado el pasado sábado en Lleida. Por su parte, haber asumido la B-40 para aprobar un bien mayor como los presupuestos ha hecho ganar a Esquerra la imagen de partido de Govern, que asume las responsabilidades, pero también las contradicciones que conlleva gobernar. Una interesante evolución respecto a la tradición de los republicanos de partido minoritario, asambleario y un poco antisistema de las décadas pasadas.

Los Comuns, el socio fiable

En Comú Podem es la tercera pata imprescindible del acuerdo de presupuestos. Los de Ada Colau han seguido muy atentamente las negociaciones teniendo en cuenta que las condiciones de la B-40, la ampliación del aeropuerto y el Hard Rock que imponía el PSC son líneas rojas para los comuns. Pero en ningún momento se han desmarcado del acuerdo ya suscrito. Al final tampoco pueden exigir a Esquerra que se plante cuando las infraestructuras en disputa son de titularidad estatal y se pagaran con dinero de las arcas del gobierno del PSOE y Podemos, donde tienen presencia, por muy en contra que estén de su materialización.

En Comú Podem ha optado por visualizarse como un partido de izquierdas pero útil y abierto a acuerdos que le permita conseguir banderas claves como la sanidad o la fiscalidad. Es la actitud que les diferencia de sus principales competidores a su izquierda de la CUP, con los anticapitalistas instalados en el no a todo lo que provenga del Govern. Tampoco se puede olvidar que ERC no solo ha aprobado los presupuestos del Gobierno de Podemos sino sobre todo los del Ayuntamiento de Barcelona con Ada Colau al frente. Algunos años con convicción del jefe de filas republicano y jefe de la oposición, Ernest Maragall, y otras forzado por los designios de la dirección de Esquerra. Así las cosas, En Comú Podem se ha convertido en un socio fiable para Aragonès y ya es el segundo presupuesto que le aprueban, el del 2022 con Junts y el de este año con el PSC.

¿Un nuevo tripartito?

La coincidencia en el acuerdo de presupuestos entre ERC, PSC y los herederos de la antigua ICV, es decir En Comú Podem, provoca la imagen de recuerdo de la época en que gobernaron juntos los tres partidos frente a CiU. Primero con la presidencia de Pasqual Maragall y después con la de José Montilla, ambos socialistas. Una experiencia de resultados poco fructíferos para ninguno de los tres partidos. Y sin duda este será uno de los lemas repetidos hasta la extenuación por los herederos de Convergència, empezando hoy mismo por el portavoz parlamentario de Junts, Albert Batet: "Vuelve el tripartito, y vuelve de la mano de Pere Aragonès; no volvemos al 2017, hoy volvemos al 2004".

A la hora de la verdad el tripartito queda muy lejos como posible esquema de un futuro Govern. En primer lugar porque ERC ya no es el pequeño partido bisagra de principios de siglo y ahora es el primer partido de Catalunya compitiendo enconadamente por la victoria electoral y la presidencia de la Generalitat con los socialistas. También en las municipales serán grandes rivales en ciudades como Barcelona, Tarragona o Lleida o en el área metropolitana. Por lo que el acuerdo de presupuestos no predetermina una posible alianza futura para gobernar la Generalitat, más bien al contrario obligará a las dos partes a desmarcarse el uno del otro para afrontar la competición electoral.

Por otra parte la asunción de una buena parte de votantes de Ciudadanos por el PSC, y los efectos aún persistentes del Procés que lleva a ERC a defender el referéndum de independencia acordado, deja escaso margen para una alianza estable entre los dos partidos.

¿Se ha roto el frentismo entre independentistas y constitucionalistas?

Sí, aunque de forma coyuntural. El acuerdo de presupuestos entre el independentista ERC y el constitucionalista PSC supone la ruptura del frentismo existente desde hace más de 10 años entre los dos bloques. Es el primer gran acuerdo desde el 2012, año en que se vivió la primera gran manifestación independentista entre un partido soberanista y uno unionista. Es cierto que en la actividad parlamentaria cuotidiana o en el mundo municipal se han forjado ya otros acuerdos, por ejemplo el que mantienen el PSC y Junts en la Diputación de Barcelona. Pero en el ámbito del Govern, el acuerdo de presupuestos marca un antes y un después a la hora de interrelacionar los dos grandes polos de la política catalana. Ya se llegó a un gran acuerdo sobre la lengua catalana en la enseñanza con participación de ERC, Junts, PSC y comuns, pero este es un ámbito tradicional de consenso. Ahora la ruptura de bloques se traslada a un eje fundamental de la gobernabilidad. Aunque eso sí, de forma coyuntural. Lo dejó claro esta mañana el primer secretario del PSC, salvador Illa, en el anuncio del pacto: “No es un acuerdo de legislatura”. Y lo corroboró, la consellera de la Presidència, Laura Vilagrà.

¿Se ha acabado el 52% independentista?

Otro de los mantras de Junts para intentar desgastar el Govern es que con este acuerdo de presupuestos ERC ha acabado con la llamada mayoría independentista del 52%. Lo cierto es que esa mayoría ya no estaba en vigor incluso antes de que Junts dejara el Govern, ya que la CUP retiró hace muchos meses el apoyo a Aragonès al cual dio la investidura como president. La estrategia unilateral de cada uno de los partidos hace inviable reconstruir la unidad de acción de los tres partidos independentistas a corto y medio plazo. Aún menos en un año electoral como el actual. Con todo, ERC mantiene su perfil netamente independentista y dedicará este 2023 a impulsar un Acuerdo de Claridad entre las fuerzas independentistas e incluso intentado sumar a los comuns y al PSC –aunque mucho más difícil por no decir imposible-, para fijar los criterios en la demanda de un referéndum de autodeterminación al Gobierno español.

¿Cómo afecta a la política estatal el acuerdo?

El acuerdo de presupuestos entre ERC y el PSC tendrá un efecto balsámico en las relaciones de los republicanos y el Gobierno de Pedro Sánchez. Aragonès en persona comunicó a Pedro Sánchez su enfado por el bloqueo presupuestario de los socialistas y le alertó de sus posibles consecuencias. Un gesto que enfadó profundamente a los socialistas catalanes y que granjeó a ERC duras críticas del resto del independentismo que lo consideró sucursalista. No hay indicios de que la Moncloa o Ferraz haya forzado al PSC a bajar del burro en los presupuestos, pero lo cierto es que el acuerdo despeja nubarrones importantes en la política estatal en la recta final de la legislatura. Desde ERC se desvincula su acción política en el Congreso de la negociación de los presupuestos, pero reconocen que un fracaso provocado por el PSC hubiera puesto en peligro numerosas votaciones hasta las elecciones generales y posiblemente una futura investidura de Pedro Sánchez si la aritmética lo permite. Conectada o no la cosa, el día del anuncio del acuerdo entre ERC y el PSC, la derogación de la llamada Ley Mordaza ha conseguido continuar adelante gracias a los decisivos votos de los republicanos liderados por Gabriel Rufián.

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