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La República no cuenta para los ‘nuevos españoles’

El Instituto Cervantes omite las dos etapas republicanas de España en el temario que los extranjeros deben estudiar para acceder a la nacionalidad española, en el que sitúa a Carlos I como primer rey del país y define la guerra civil como "un conflicto social, político, bélico y económico" entre republicanos y sublevados o "nacionales".

Celebración por la proclamación de la II República en España. Madrid, 14 de abril de 1931.

Conocer las dos etapas en las que el Estado español tuvo forma de república no cuenta para convertirse en ‘nuevo español’: el Instituto Cervantes omite la existencia de ambas, la de 1873-1874 y la de 1931-1936, en el temario que los extranjeros deben estudiar para preparar el examen del que depende la obtención de la nacionalidad.

La omisión, llamativa cuando se trata de un debate cuya presencia crece en la sociedad mientras proliferan las muestras de desafección a la monarquía, ya era patente en los primeros temarios, los que venían utilizándose desde que en 2015 se sustituyó la entrevista ante los funcionarios de los registros civiles por la Prueba CCSE (Conocimientos Constitucionales y Socioculturales de España) que gestiona el Instituto Cervantes, y se mantiene en el que servirá de materia para el examen a partir de enero del año que viene, según puede comprobarse en la web del centro.

De hecho, la palabra “república” únicamente aparece en tres ocasiones en todo el temario: en una de las posibles preguntas sobre la actual forma del Estado español que se ofrecen como muestra para el test, en una breve alusión a la independencia de Cuba y en la particular y equidistante explicación que el manual ofrece sobre la guerra civil de 1936 a 1939.

Esta última, de cuatro líneas, se limita a señalar que “la guerra civil española fue un conflicto social, político, bélico y económico, entre los partidarios de la II República, legalmente constituida en 1931 (los republicanos), y los sublevados liderados por gran parte del alto mando militar (los nacionales)”, sin alusiones explícitas al golpe militar contra el Gobierno democrático que en julio de 1936 presidía Santiago Casares Quiroga, con Manuel Azaña como jefe del Estado.

Una dictadura autoritaria, nacionalista, católica y anticomunista

A renglón seguido, la referencia al franquismo tampoco incluye ninguna alusión a la brutal represión que el régimen dictatorial desplegó en todo el país, con matanzas sistemáticas desde el inicio de la guerra, ni al exilio que se llevó de España a más de medio millón de personas.

El manual del Instituto Cervantes define el franquismo como el "período en el que Francisco Franco, tras su victoria en la Guerra Civil en 1939, es el Jefe del Estado español hasta su muerte" en 1975 mediante una “dictadura (…) sustentada en un carácter autoritario” que "tenía como bases el nacionalismo español excluyente, el catolicismo y el anticomunismo".

Esta, según indica el temario, se desarrolló "con una primera fase de aislamiento, por el rechazo internacional a la dictadura, [mientras] a partir del inicio de la Guerra fría comienza la apertura de España al exterior, y en los años 60 se produce el denominado desarrollismo de España".

Tras la dictadura llegó la transición, periodo que el Instituto Cervantes cierra en la victoria electoral del PSOE de Felipe González en octubre de 1928 y en el que se dio “el consenso de la mayoría de los partidos políticos de la España del momento, para llevar a cabo las necesarias reformas políticas para consolidar la democracia”, pero en el que no incluye ninguna referencia a la restauración de la monarquía borbónica el 22 de noviembre de 1975 en la persona de Juan Carlos I, dos días después de la muerte del dictador que le propuso como sucesor, tal y como preveía una ley aprobada ya en 1947.

Los reyes de España

Otra de las omisiones llamativas se encuentra en el párrafo dedicado a la guerra de la Independencia (1808-1814), a la que se refiere como la "lucha de los españoles en contra de la invasión francesa y la presencia en el trono del hermano de Napoleón, José Bonaparte", a cuya conclusión "Fernando VII vuelve a ser rey de España, como legítimo heredero". No hay rastro de la Constitución de Cádiz de 1812, la primera del país, de corte liberal, y sus tres periodos de vigencia (1812-1814, 1820-1823 y 1836-1837); ni tampoco hay referencias a su abolición por el bisabuelo del bisabuelo del actual monarca.

En cambio, sí es materia de examen para obtener la nacionalidad española que bajo el reinado de Juan Carlos I el país "ha alcanzado el mayor desarrollo político, social y económico conocido", aunque sin alusiones a que ese periodo también incluyó la mayor crisis de la etapa moderna, cuya fase de mayor intensidad se desarrolló entre finales de 2008 y principios de 2014, ni a los efectos que esta ha tenido en la sociedad española: un desempleo en niveles de récord, un aumento de la desigualdad, unas cotas de precariedad que están cambiando incluso los modelos de familia y, entre otros, la frustración de una juventud cuya migración está alterando los patrones demográficos.

El manual, por otra parte, se pronuncia con claridad sobre un tema histórico que levanta ampollas en determinados sectores del país: ¿Quién fue el primer rey de España?

El Instituto Cervantes coincide con el Supremo en que no fueron los reyes Católicos, aunque discrepa cuando señala que "a Carlos I se le considera el primer rey de España, dado que con él se unificaron los reinos españoles", ya que el tribunal mantiene que su sucesor, Felipe II, ostentaba, diferenciadas, las coronas de Castilla y de Aragón y que eso siguió sucediendo con los Borbones.

Paella, gazpacho, curros y toros

El manual de la prueba, que evalúa "el conocimiento de la Constitución y de la realidad social y cultural españolas" como “uno de los requisitos establecidos en las leyes para la concesión de la nacionalidad española para sefardíes originarios de España, y para la adquisición de la nacionalidad para residentes en España, según corresponda”, sí contiene modificaciones en algunos contenidos que resultaban llamativos.

Así, la tortilla de patata y la sangría han dejado de figurar entre los alimentos locales con "proyección internacional", aunque siguen figurando entre ellos la paella, el gazpacho y los churros.

Y, paralelamente, los toros se siguen presentando como uno de los espectáculos "más antiguos del mundo" y se data su nacimiento en "España en el siglo XII", aunque sin alusiones al sufrimiento que ese tipo de festejos provocan en los animales, sino todo lo contrario: "se trata de la fiesta en la que se lidian toros bravos a pie o a caballo en un lugar denominado ‘plaza de toros'", señala el manual.

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