Revivir en viñetas las memorias de la Modelo de Barcelona
El Ajuntament de Barcelona publica un cómic sobre la historia de la cárcel, que cerró sus puertas en el 2017 después de más de un siglo abierta como centro de represión. A través del testimonio de personas que pasaron por ella de diferentes maneras, muestra su evolución y reivindica la necesidad de preservar su memoria.
Barcelona-Actualizado a
El 8 de junio de 2017 la cárcel Modelo de Barcelona cerró sus puertas como centro penitenciario después de 113 años de historia. A la espera de que en el 2024 arranquen las obras para transformarla en un espacio de equipamientos -con vivienda social, un instituto escuela, una guardería o una residencia de ancianos, entre otros-, el paso del tiempo poco a poco va borrando su recuerdo y lo que significó para la ciudad. Para intentar mantener viva su memoria acaba de aparecer Històries de la Model, un cómic de 96 páginas que estrena la colección "Barcelona. Memòria en Vinyetes", impulsada y editada por el propio consistorio.
Realizado con la coordinación editorial de Crític, con dibujos de Susanna Martin y guión del periodista Jordi de Miguel -colaborador de Público-, el volumen recorre los pasillos y la cronología de un espacio que simboliza como pocos la represión en Barcelona a través de las vivencias particulares de varias personas que, por una u otra razón, se pasaron horas, meses o años en él.
Encontramos los testigos del abogado August Gil Matamala defensor de numerosos presos políticos e hijo y bisnieto de activistas políticos que fueron encerrados en la Modelo; la historiadora y militante antifranquista Anna Sallés, encarcelada durante medio año y un día en 1962; los hermanos Josep y Maribel Ferrándiz, detenidos y encarcelados en 1971 -cuando eran menores de edad, él fue a la Modelo, ella al centro de la Trinitat Vella- tras ser torturados durante 32 días en la Jefatura de Via Laietana; y a Jordi, el seudónimo de un preso común o social que se ha pasado buena parte de la vida encerrado. Todo contextualizado por el historiador César Lorenzo, experto en prisiones y represión franquista.
De todo ello hablamos con Jordi de Miguel, para quien "como toda prisión, la Modelo es un espacio opaco, del que solo hemos recibido inputs a partir de películas o grandes titulares de medios de comunicación cuando han pasado cosas grandes. Y lo que se sale de esto, normalmente no ha sido retratado o lo ha sido en ensayos y libros de historia, que son densos y más difíciles de digerir". En cambio, el formato de cómic, "y más de cómic periodístico, permite ver a la Modelo desde un prisma muy personal, porque son historias personales pero que te abren la puerta a su historia general". Por todo ello, el periodista considera que "el cómic es una buena oportunidad para realizar ensayos o este tipo de historias de no ficción" y recuerda que "el año pasado el libro más vendido en Francia ha sido un cómic sobre el cambio climático".
El primer franquismo, la etapa más oscura
Las obras de construcción de la Modelo arrancaron en 1887, pero el centro no abriría sus puertas hasta 1904. Planteada en aquella época como paradigma de modernidad y con celdas individuales para un millar de internos, sin obviar que detrás tenía una visión muy religiosa y basada en una disciplina estricta, la realidad es que siempre "arrastrará una falta de recursos y un desbordamiento que acaban convirtiéndola en un infierno en muchas y muchas etapas". Sin embargo, De Miguel considera que la etapa más oscura de su historia centenaria es el inicio de la dictadura franquista, cuando se llegó a unos niveles inéditos de hacinamiento de presos.
"Debemos pensar que la represión franquista de los primeros años no tiene parangón y en ese contexto hay una búsqueda casi desesperada para habilitar espacios en la ciudad para encerrar presos políticos. En el caso de la Modelo se llega a 12.000 o 13.000 internos y duermen en los pasillos o en el sótano y en unas condiciones infames. Y, además, sabían que en cualquier momento podían ser extraídos de la cárcel por la noche para recibir palizas o, directamente, ser ejecutados en el Camp de la Bota [más de 1.600 presos sufrieron esa suerte en esa etapa]", relata. El guionista del cómic añade que los "presos sentían pánico cuando escuchaban el rugido de la moto que llevaba el conforme de Capitanía que confirmaba la ejecución".
El silenciado encarcelamiento de mujeres
César Lorenzo: "La memoria de las mujeres represaliadas por el franquismo ha sido infrarrepresentada"
Durante ocho años, de 1955 a 1963, la Modelo también acogió a mujeres, en el intervalo entre el cierre de la prisión de Les Corts y la apertura de la de Trinitat Vella. Inicialmente, fueron trasladadas 263 mujeres y 19 niños -hijos de algunas de las reclusas-. Éste es uno de los episodios más desconocidos del centro penitenciario del Eixample y, por eso, el relato de Anna Sallés es especialmente importante, para poner un poco de luz a una historia bastante silenciada. De hecho, el historiador César Lorenzo reconoce que "la memoria de las mujeres represaliadas por el franquismo ha sido infrarrepresentada" y recuerda cómo sufrieron "todo tipo de torturas" y, en muchos casos, "fueron violadas".
Sallés pasó 6 meses y un día encerrada en la Modelo en 1962, después de participar en movilizaciones estudiantiles, en las que también tomó parte su compañero de vida, el periodista y escritor Manuel Vázquez Montalbán. Igualmente él sería encarcelado en el mismo centro por los hechos. Cronológicamente su paso por la Modelo precede al de Josep Ferrándiz, quien ingresó en 1971, cuando apenas tenía 17 años. Junto a su hermana gemela Maribel militaba en la Joven Guardia Roja y los dos cayeron en abril, para después vivir la pesadilla de 32 días de tortura en la siniestra jefatura de la Via Laietana.
Posteriormente los dos ingresarían en prisión -ella en Trinitat Vella, él en la Modelo-. Paradójicamente ese paso, que en aquellos años vivieron muchísimas personas, era casi una liberación, porque suponía que se acababan las peores torturas, ejecutadas en la comisaria de la Policía Nacional. Reflejado a través de los dibujos de Susanna Martin que permiten imaginarse perfectamente la situación, el testimonio de Ferrándiz detalla hasta qué punto era rutinaria la vida entre rejas, uno de los muchos elementos que suponían un castigo para el preso y que le deshumanizaban.
En este sentido, Jordi de Miguel recuerda que Josep Ferrándiz "era un preso político menor de edad, pero estuvo encarcelado con los comunes", algo que "nos permitía empezar a abrir el debate sobre las diferencias de la cárcel que vivieron los políticos de los comunes o sociales". Al fin y al cabo, estos últimos fueron los mayoritarios durante los 113 años de vida de la Modelo.
"August [Gil Matamala] dice que en algunas cosas los políticos tenían mejores condiciones, pero en todo momento era un régimen arbitrario y no sabías qué podía pasar, pero en algunos momentos podían recibir algún beneficio, como una hora más de luz o la posibilidad de encontrarse con algún otro compañero. Los comunes no lo tenían esto y, sobre todo, no tenían la red organizada fuera y esto hacía que su situación estuviera totalmente desamparada", expone.
Resistencias en los momentos y lugares más oscuros
De Miguel: "La cárcel es un fenómeno tan potente que cuesta imaginar a una sociedad sin ella y eso es un punto de partida terrible"
"Los presos políticos están más o menos tiempo, pero salen [de la cárcel], pero en cambio Jordi [el preso común o social de la historia] es un ejemplo que a pesar de luchar con todas las herramientas que tenía a su alcance, que en este caso era la autoorganización colectiva, hay un momento en el que entra en una espiral de la que no puede salir, a pesar de los intentos de humanizar el régimen penitenciario. Entra a finales del franquismo y sale con Pedro Sánchez en el Gobierno. No lo logra y era importante destacar que esta es una realidad todavía presente en las cárceles, por muy humanizadas que estén", valora el periodista.
Para De Miguel, "ahora quizá sea un buen momento para recuperar esta historia, ya que ha coincidido con el estreno de la película Modelo 77 donde se habla de la lucha de la Coordinadora de Presos en Lucha, la COPEL, de la cual Jordi formó parte". Y reflexiona que "la cárcel es un fenómeno tan potente que nos cuesta imaginar a una sociedad sin su existencia y eso es un punto de partida terrible, porque hace que estemos muy encerrados en cuanto a pensar en cómo podemos regularnos en este sentido. Llegados a este punto también nos es muy difícil creer que puede haber en algún momento una autoorganización del preso, que es visto como una persona individualizada que está castigada y ahí dentro tiene una vida solitaria, por eso, cuando ocurre, es algo que vale la pena destacar, porque te abre la mente de hasta qué punto las resistencias surgen en los momentos y espacios más oscuros, sin idealizar ni ésta ni ninguna lucha".
El cómic también explica cómo la Modelo, además, fue un espacio de represión de las disidencias sexuales. De hecho, se muestra cómo se encerró dos artistas como Ocaña y Nazario, que temporalmente coincide con el primer ingreso de Jordi, a finales de la dictadura. "Lo enlazamos de forma natural porque Jordi entra en prisión por pequeños robos, desde la marginalidad, como muchos otros, y personajes como él son indeseables para el régimen franquista. Todos estos jóvenes que nacen en suburbios, donde hay unas desigualdades galopantes, fruto de un modelo económico desastroso y que acaban siendo empujados a la marginalidad y la delincuencia en muchos casos y terminan en prisión. La comunidad LGTBI, por supuesto, tampoco encaja con el rol designado por el régimen a hombres y mujeres y es castigada duramente".
"Sobreponerse a la oscuridad y al dolor"
De Miguel: "Hay que rehabilitar espacios oscuros de la historia del país para darle un uso social sin dejar de guardar la memoria".
Por último, el guionista de Històries de la Model defiende que la transformación de la antigua prisión reserve un espacio memorial sobre su pasado: "Está muy bien que sea así. Tenemos otras experiencias, por ejemplo en Argentina, sobre cómo se rehabilitan espacios oscuros de la historia del país para darle un uso social sin dejar de guardar la memoria. Es una buena idea, una forma de sobreponerse a la oscuridad y el dolor y convertirla en un espacio de un uso social para vivir mejor, pero siempre sin dejar de acordarse de la historia".
Y, en la misma línea, aboga por la transformación de la jefatura de la Vía Layetana en un espacio de memoria, una demanda compartida por numerosas entidades, Generalitat de Catalunya y Ajuntament de Barcelona, pero que de momento no acepta al Gobierno español. "Es otro espacio del que hay que reivindicar la memoria de lo que ocurrió con todos los formatos posibles. También en cómic, ¿por qué no?", concluye.
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