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'Sucedió en Grazalema'. El documental del crimen de las quince rosas y un adolescente

Cambio de fecha

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Catalina Alcaraz, con su madre y hermanos.

SEVILLA.- “Adelina le agradeceré que atienda usted a mis pequeños y les de comer. La comida me la dejé puesta. Pueden dormir en mi casa y ustedes echarles una miradita que, como son tan malos, no quiero que les den mucha guerra. A ver si pudiera ser que pronto me dejaran salir, puesto que yo no tengo culpa, que no mucha mi papa”.
Gracias y le queda muy agradecida su amiga.
Catalina Alcaraz

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La joven madre escribía la nota a su amiga para el cuidado de sus tres hijos de 8, 5 y 3 años de edad. El resto de sus compañeras serían también detenidas en similares circunstancias, siendo cogidas por grupos de falangistas y llevadas hasta el cuartel municipal del que saldrían para ser fusiladas en los terrenos de la finca conocida como “el Retamalejo”.

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Cambio de fecha

La investigación periodística, llevada a cabo por David Doña, en colaboración con la Diputación de Cádiz, ha permitido con nuevos testimonios el estreno del documental Sucedió en Grazalema. Doña señala a Público que “hasta ahora se consideraba que las mujeres fueron asesinadas a finales del verano de 1936 pero no fue así. Las detenciones y posteriores ejecuciones se produjeron en 1937 cuando las familias regresan a Grazalema, desde la provincia de Málaga”.

Una cuartada para crear terror

Isabel Barea Rincón y su prima Salud

La nueva fecha conocida del asesinato de estas mujeres, de entre 18 y 62 años: Teresa Castro Ramírez, Salud Alberto Barea, Catalina Alcaraz Godoy, Isabel Atienza Gómez, Josefa de Jesús Gómez, Isabel Barea Rincón, María Barea Rincón, Ana Fernández Ramírez, Cristina Carrillo Torres, Lolita Gómez, María Josefa Nogales, Teresa Menacho, Antonia Pérez Vega, María Isabel Román Montes, Natividad Vilches y el pequeño Francisco Peña García, conocido como ‘el Bizarrito’, confirma que “no fueron ejecuciones en caliente, sino producto de una estrategia premeditada y sistemática”.

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El uso de arma blanca

Las maniobras para el asesinato de estas quince rosas tuvieron importantes episodios de violencia. Jesús Román, arqueólogo encargado de la exhumación de la fosa en el año 2008, apunta en el documental “los pocos proyectiles que se encontraron, habiendo importantes signos de uso de arma blanca”. Los impactos de bala en el cráneo de estas víctimas se mezclan “con una fragmentación del cráneo que remataba los cuerpos con un fuerte palazo en la cabeza”. Entre los elementos vinculantes con arma blanca, también se encontró un hacha, que posiblemente podría estar relacionada con el crimen a las quince mujeres.

Testimonios inéditos

Andrés y Teresa son los hijos de Catalina Alcaraz y María Barea. Durante el transcurso de la cinta pueden escucharse sus testimonios inéditos. El mayor de los hijos de Catalina recuerda que a su madre le preguntaron por el abuelo y al no encontrarlo fue llevada directamente a cuartel. “Ella era una mujer cultura pero una mujer de su casa. Simplemente porque su padre era político la cogieron”. Con ocho años, Andres acude a ver a su madre detenida. “Me dijo hijo hazme una tortillita de patatas que tú sabes como yo la hago y yo le dije que sabía que había que hacer pero se me había olvidado con esa edad y con los nervios no terminé de freír las patatas y la cebolla” apunta.

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Las vidas de Catalina y María

David Doña apunta que poco se conocía de las biografías de algunas de las quince rosas. El ejemplo de Catalina Alcaraz es uno de los más significativos por su posición acomodada. “Había llegado a Grazalema en 1934. Era la mayor de 8 hermanos. Procede de Tetuán, entonces capital del Protectorado español de Marruecos. El padre de Catalina, Ignacio Alcaraz, es un próspero hombre de negocios: en Tetuán abre con éxito un salón de té, un estanco y una librería”. La suerte le duró poco tiempo al ser ejecutada tres años después de su llegada a este pueblo de la sierra gaditana.

Catalina Alcaraz Godoy

María Barea se dedicaba a la venta de la leche y los quesos procedentes de un ganado caprino que la familia poseía en Los Terrajos (parcelas comunales de Grazalema). Su hija Teresa narra en el documental la historia de sus mujeres asesinadas en aquella fosa. Doña afirma que “dos de aquellas víctimas iban embarazadas y una era la prima de Teresa Salud, que regresó a Grazalema, meses antes de la Guerra Civil a casarse. Trabajaba, como servicio doméstico, en Sevilla”.

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