Este artículo se publicó hace 3 años.
Tres años de Casado al frente del PP, una etapa marcada por el giro a la ultraderecha
Durante su campaña de primarias, Casado propuso recuperar la ley del aborto de 1985 , coqueteó con la idea de ilegalizar partidos independentistas y anunció una enmienda a la totalidad a la ley de Memoria Histórica, que reafirmó este lunes.
Marta Monforte Jaén
Madrid-Actualizado a
Este 21 de julio se cumplen tres años desde la llegada de Pablo Casado a la presidencia del Partido Popular. El conservador desbancó a la gran favorita en la pugna, la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Saénz de Santamaría —que había vencido en el voto de los militantes en primera vuelta—, con un discurso claro: la necesidad de un "rearme ideológico" en el PP, que dejase atrás la etapa de Mariano Rajoy, descrito por algunos miembros de la actual dirección como un "tecnócrata" que "renegaba" de las esencias más puramente ideológicas del partido. Casado se mostró dispuesto a dar la "batalla de las ideas" a la izquierda.
Durante esa campaña de primarias, Casado propuso recuperar la ley del aborto de 1985 —una propuesta que sacó a colación de cara a los comicios de abril de 2019, pero que dejó en el tintero en noviembre tras las polémicas suscitadas en el seno del partido—, coqueteó con la idea de ilegalizar partidos independentistas y anunció una enmienda a la totalidad a la ley de Memoria Histórica, que ha vuelto a reafirmar este lunes. "El PP ha vuelto", aseguró.
El líder conservador trató de potenciar un perfil regeneracionista y prometió actuar con contundencia frente la corrupción que por tanto tiempo ha acompañado al PP y que fue el desencadenante de la moción de censura contra Rajoy, aunque en estos tres años se ha puesto de perfil en varias ocasiones respecto a esta cuestión. La última vez tras la imputación de María Dolores de Cospedal, clave para su victoria en el PP tras presentarle sus compromisarios.
En las filas conservadoras no tienen duda de que Casado ganó más por descarte que por aclamación. Todas las fuentes consultadas destacan que fue decisivo el apoyo de varios dirigentes de peso, entre ellos el barón de barones, Alberto Núñez Feijóo, considerado el sucesor 'natural' de Rajoy. Todos ellos se unieron entorno a Casado para evitar que Saénz de Santamaría ganase, mientras el expresidente del Gobierno se mantuvo neutral en el proceso.
La llegada de Casado a la planta noble de Génova fue celebrada por el expresidente José María Aznar, desvinculado durante años del PP por sus marcadas desavenencias con Rajoy. El propio Aznar señaló a Casado como su sucesor en un mitin electoral en 2015. "Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que sea Pablo Casado", proclamó el conservador. Lo cierto es que Casado trabajó a las órdenes de Aznar en la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) en calidad de director de gabinete, recomendado por la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
La aparición de Vox ha marcado su trayectoria
El actual PP no tiene nada que ver con aquel que heredó Casado. El presidente conservador hizo un autentica escabechina de 'marianistas'. Premió con puestos de dirección a quienes le habían apoyado en primarias y apostó por un equipo más joven, sin experiencia de gestión. Además, también cambió la relación de fuerzas en el Congreso. En 2018 el PP ostentaba prácticamente en solitario la hegemonía de la derecha y mantenía una marcada distancia sobre la segunda fuerza, el PSOE. Tres años después las dinámicas se han intercambiado y ahora son los socialistas los que sacan más de 30 escaños al PP y gobiernan el país en coalición con Unidas Podemos.
Pero lo que más ha marcado el breve mandato de Casado es su relación con Vox. Su primera convocatoria electoral llegó apenas cuatro meses después de llegar a la presidencia, con los comicios en Andalucía. El auge del partido ultraderechista pronosticado por algunas encuestas intranquilizaba a los conservadores, que también veían cómo Ciudadanos les ganaba terreno desde el otro lado. El PP trató de mitigar los daños electorales con un discurso más duro contra el independentismo y una iniciativa que finalmente se quedó en el tintero: la recentralización de las competencias en educación.
Finalmente la formación de Santiago Abascal obtuvo 12 parlamentarios, lo que permitió a los conservadores y a Ciudadanos arrebatar al PSOE la presidencia de la comunidad andaluza después de décadas en el poder. El PP, pese a caer a sus cotas más bajas en votos y escaños, pudo amarrar el apoyo de los ultraderechistas, ejerciendo de puente entre ambos partidos. Un modus operandi que repitió en varias autonomías tras las elecciones del 26 de mayo, pero que no le sirvió para llegar al poder en ninguna de las dos convocatorias nacionales que se celebraron en 2019.
De "populistas de extrema derecha" a "constitucionalistas"
Casado ha ido fluctuando su posición respecto a la formación de extrema derecha en los últimos tres años, sin mantener una coherencia que pueda ser defendida con solvencia por los cargos y dirigentes del PP. Llegó a calificar al partido de Santiago Abascal como un "movimiento transversal", más tarde señaló que era una formación "populista" y de "extrema derecha" y en los últimos tiempos mantiene que es "constitucionalista" y de "centroderecha".
Hace nueves meses Casado enarboló un discurso aplaudido por propios y ajenos en el rompió amarras con Abascal en el Congreso: "Hasta aquí hemos llegado", le dijo en respuesta la moción de censura impulsada por Vox. En palabras del líder del PP, su formación decía 'no' "a la España a garrotazos, en blanco y negro, de trincheras, ira y miedo". También decía 'no' a "ese engendro antiespañol" destinado a "hacer que los españoles se odien y se teman"
Sin embargo, su forma de dirigirse hacia ellos ha ido variando según la posición de fuerza de ambas formaciones. Actualmente Vox es el tercer partido en el Congreso —con 52 escaños— y los populares dependen del partido ultra para aprobar los presupuestos en Madrid, Murcia, donde el expresidente Fernando López Miras ha integrado a dos exdiputados ultras en el Ejecutivo, y Andalucía. Ambos compiten también por marcar la agenda mediática, conscientes de que son aliados y rivales al mismo tiempo.
El 'débil' liderazgo de Casado
Pese a los tres años de Casado en la presidencia del PP, su liderazgo no termina de afianzarse. De poco le ha servido haber colocado a su círculo de confianza en la dirección del partido, las imposiciones en las delegaciones territoriales o los cambios en las estructuras locales. Su proyecto no convence ni siquiera dentro de su formación. "Casado aspira a ser el presidente del PP, no el presidente del Gobierno", resume un cargo popular con afianzada trayectoria.
Esta debilidad ha quedado en evidencia tras las elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid, en las que la presidenta Isabel Díaz Ayuso revalidó el cargo al doblar los votos y escaños obtenidos en 2019. Una victoria que nunca ha podido lograr Casado. En ese sentido, varias voces en el PP creen que la conservadora podría dar la batalla a nivel nacional, aunque no todavía. Fue el líder popular quien la eligió para el cargo pese a las dudas que suscitaba en el partido, por lo que un movimiento en su contra se interpretaría como 'traición'.
Otro que no se baja de las quinielas es el gallego Núñez Feijóo, que recientemente logró su cuarta mayoría absoluta consecutiva. El presidente de la Xunta se convirtió así en un "intocable", según fuentes populares. El resto de barones lo consideran un "referente" y así se lo dejaron ver en el congreso del PP gallego celebrado el pasado fin de semana. Casado, a diferencia de ambos, no ha ganado ninguna elección frente a Pedro Sánchez. Las elecciones autonómicas y municipales programadas para el año 2023 serán claves para el futuro político del actual líder del PP.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.