La ultraderecha europea canaliza el descontento agrícola con la misma receta que usó con la inmigración
El Partido Popular Europeo, autoproclamado partido del mundo rural, vacila con la agenda verde pese a ser la gran apuesta de la Comisión de Von der Leyen.
María G. Zornoza
Bruselas-
Durante los últimos años, la extrema derecha ha ido marcando el paso y el ritmo de muchas de las políticas nacionales y europeas en materia migratoria. La historia amenaza con repetirse ahora en la lucha contra la crisis climática. Precisamente ecologismo e inmigración serán, según varias encuestas, los grandes catalizadores de voto de cara a los comicios europeos de junio. El Partido Popular Europeo se mete de lleno en campaña electoral y ya pide rebajar las ambiciones verdes como guiño a los agricultores. Entretanto, las fuerzas progresistas asisten a esta realidad falta de propuestas y de alternativas para plantar cara y seducir.
Ursula von der Leyen llegó a lo más alto de la Comisión Europea con la agenda verde como su gran buque insignia. Una de sus primeras propuestas desde el piso 13º del Berlaymont fue la presentación del Pacto Verde Europeo, al que se refirió como un evento similar a la llegada del hombre a la luna. Cuatro años y medio después, cierra la legislatura vigente enterrando la ley que pedía reducir el uso de pesticidas en toda la UE. El Partido Popular Europeo, al que pertenece la alemana, ha ido con el paso de los últimos meses adoptando un discurso más duro con la agenda climática, un terreno que hasta no hace mucho lo concentraba las fuerzas ultras. Esta misma semana, el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen pedía incluir una enmienda que echara por tierra todo el Pacto Verde Europeo.
Hace unos meses, los conservadores enseñaron la patita intentando tumbar la Ley de la Restauración de la Naturaleza. En la actualidad, el líder en el Parlamento Europeo, Manfred Weber, pide sosiego en la transición ecológica y aboga por decretar pausas regulatorias, una de las grandes demandas de los agricultores que recorren las calles europeas estos días.
El PPE se ha autoproclamado como el "partido del mundo rural". Y el momento no es casual. Las carreteras desde Francia hasta Italia, Bélgica o España rugen a ritmo de tractor. Decenas de miles de agricultores europeos claman por unas condiciones dignas en un momento de inflación, de escasez y de creciente competencia global. "Aunque el sector ha demostrado una resiliencia destacable durante desafíos como la pandemia o la guerra en Ucrania, tenemos que garantizar que nuestro sistema alimentario se mantiene en el futuro", aseguró desde el Pleno de Estrasburgo el vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefocovi. Uno de los grandes retos de la UE del presente y futuro cercano es cerrar la cuadratura del círculo sobre cómo conseguir que la transición ecológica y la sostenibilidad del mundo rural vayan de la mano.
La palabra que más resonó durante la intervención de decenas de eurodiputados en la sesión plenaria fue la de "polarización". El cambio climático es para las elecciones europeas de 2024 lo que la inmigración fue en las pasadas, de 2019: crispación y división, que están siendo canalizadas por las fuerzas de extrema derecha. Desde Francia hasta Alemania pasando por Bruselas, las fuerzas más euroescépticas han dado forma a las políticas migratorias. Emmanuel Macron sacó adelante su ley polémica migratoria con los votos de los diputados de Marine Le Pen. El aliento cada vez más intenso de una alternativa para una Alemania en auge también provocó una respuesta del Ejecutivo de Olaf Scholz endureciendo las leyes migratorias. Y a finales del año pasado, la UE aprobó el pacto de asilo y migración tras ocho años de bloqueo con un acuerdo muy criticado en materia de derechos humanos y de protección internacional.
Ahora, la UE se arriesga a repetir el mismo esquema. El bloque comunitario se ha proyectado como el gran líder global en la lucha contra el cambio climático. Busca convertirse en 2050 en el primer continente neutralmente climático del mundo. Un documento de Bruselas cifra la inacción contra el cambio climático en un 7% del PIB de la UE a finales de siglo. Pero el escenario político, electoral y agrícola del momento está provocando que el proyecto europeo se torne más tibio y menos vehemente con la agenda verde.
Por un lado, todos los indicios apuntan a que Von der Leyen buscará ser reelegida tras las elecciones de junio. Para ello, necesita el aval de sus colegas de filas populares, que se han mostrado críticos con algunos de sus objetivos climáticos. Y también el de Emmanuel Macron, que fue su padrino en 2019 y que ahora está presionando en Bruselas para que tome medidas que amainen los ánimos del sector agrícola en las calles de su país. Por otro lado, restan cuatro meses para las elecciones al Parlamento Europeo. En países como Polonia o Francia se pueden ganar o perder con el voto del mundo rural. Y los líderes nacionales lo saben. Varios estudios publicados por el European Council of Foreign Affairs (ECFR) revelan que el tema climático será uno de los grandes movilizadores de voto y que un Hemiciclo escorado a la derecha, como anticipan las encuestas, pondría en peligro la agenda verde europea.
Qué propone la izquierda
Las fuerzas progresistas están viendo cómo, al igual que ocurrió con el discurso migratorio, la ultraderecha está ganando la batalla del relato. El grupo de Los Verdes achacó la reciente retirada del reglamento sobre pesticidas a "los ataques de la derecha y de los lobbies agroindustriales" . Los ecologistas europeos culpan a las políticas agrícolas de la UE por haber favorecido a las grandes corporaciones frente a los pequeños agricultores. Responsabilizan al sistema de la precaria situación del sector primaria y abogan por una reforma completa de la Política Agraria Común (PAC). Entre sus exigencias se pide una investigación sobre el impacto de los oligopolios agroalimentarios en los ingresos de los agricultores y un impuesto sobre los beneficios extraordinarios de los productos agroalimentarios.
Junto a La Izquierda, reclaman también el fin de tratados de libre comercio como el de Mercosur. "La Unión Europea responde dando un paso atrás con los pesticidas, los transgénicos y el glifosato, que favorecen más a Bayer que a los agricultores, y con más tratados de libre comercio. Las derechas se dicen líderes del movimiento agrario, pero en España se aprobó una ley para evitar la venta a pérdidas, y PP y Vox no la apoyaron. El gobierno aprobó el tope al gas para abaratar el precio de la energía, y PP y Vox no lo apoyaron", ha denunciado la eurodiputada de La Izquierda María Eugenia Rodríguez Palop. "Las derechas celebran los Tratados de Libre Comercio y se oponen a la Agenda 2030 que pide invertir más en las zonas rurales y favorece la producción local. Representan a los grandes propietarios y al agronegocio, no a los agricultores, jornaleros o temporeros", ha recalcado en declaraciones a la prensa.
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