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Los vaivenes de los seis primeros meses del “PSOE de Pedro Sánchez”

Sánchez terminó asumiendo el apoyo al Gobierno del artículo 155, pero se apunta como éxito la creación de la comisión territorial y el compromiso de reforma de la Carta Magna.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante su intervención el acto de clausura el XIII Congreso del PSdeG, esta mañana en Santiago de Compostela. EFE/Lavandeira jr

MANUEL SÁNCHEZ

Seis meses se cumplirán el próximo martes desde la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE para la Secretaría General del partido, en los que el PSOE ha estado expuesto a todo tipo de vaivenes por la coyuntura política, especialmente por la crisis de Catalunya, que ha marcado toda la agenda de la dirección federal.

El propósito de Sánchez de abrir su segunda etapa al frente del partido con una hora de ruta y un lema claro: “Somos la izquierda”, para hacer bandera de la agenda social del PSOE y presentarse como alternativa, se ha visto frustrado porque la actualidad ha marcado otro camino, y no fue hasta el pasado viernes cuando anunció formalmente una batería de propuestas sociales y de regeneración democrática.

Sánchez, además, tuvo el propósito de compartir esa hoja de ruta con Unidos Podemos, y empezó un romance con la formación de Pablo iglesias con un objetivo: echar a Mariano Rajoy de La Moncloa.

A finales de verano hubo una reunión al máximo nivel entre ambos partidos y todo hacía presagiar un periodo de sesiones impulsado por ambas formaciones con el objetivo de desgastar al Partido Popular e impulsar otras políticas.

Las insalvables diferencias en el conflicto de Catalunya rompieron todas las vías de diálogo y dejó aparcada la agenda social

Pero el romance, por ambas partes, duró poco. Las insalvables diferencias en el conflicto de Catalunya, rompieron todas las vías de diálogo y dejó aparcada la agenda social. Desde entonces, las acusaciones entre ambas formaciones son contantes, por parte del PSOE achacando a Unidos Podemos su posicionamiento a favor de los independentistas y desde Unidos Podemos acusando al PSOE de ir de la mano de la PP, por el apoyo a la aplicación del artículo 155.

Y los planes de Sánchez de una oposición dura contra Rajoy también se truncaron en buena medida. Sánchez no dudó en pedir la dimisión del presidente del Gobierno cuando fue a declarar como testigo en el caso de la presunta financiación ilegal del Partido Popular, pero después la corrupción pasó a un segundo plano y el nivel de exigencia y de crítica al Gobierno también se apaciguó en busca de lo que se denominó “una oposición de Estado”.

Ese sentido de Estado fue el que luego esgrimió Sánchez para explicar su apoyo al Ejecutivo en la aplicación del artículo 155, y ha sido el principal desafío que ha tenido que afrontar el secretario general del PSOE en estos meses.

Primero empezó manifestando la oposición del PSOE a su aplicación, luego explicó que el PSOE se posicionaría en función de en qué grado lo aplicara el Gobierno y, finamente, pactó con el Ejecutivo su puesta en marcha, justificándolo en la defensa del Estado de Derecho y en que Carles Puigdemont no dejó otra salida tras no querer convocar elecciones.

En todos los posicionamientos durante estos meses, Sánchez ha recibido críticas internas y externas, pero en el PSOE se manejan encuestas y estudios sociológicos de que la posición socialista ha sido bien entendida por la mayoría de los ciudadanos y de sus electores, y no ha provocado ninguna fractura interna ni con el PSC. El mayor coste ha sido la ruptura del entendimiento con Podemos y el alejamiento del electorado más a la izquierda.

Desde la vuelta de Sánchez al liderazgo del PSOE las expectativas electorales de los socialistas han mejorado considerablemente

Además, en el PSOE se celebra como un gran éxito haber conseguido, tras el apoyo al 155, que se abra la Comisión Territorial y, además, el compromiso de Mariano Rajoy de afrontar una reforma de la Carta Magna. Sánchez no tiene dudas de que el presidente cumplirá con la palabra dada. De hecho, la relación personal entre ambos ha mejorado mucho en los últimos meses.

Sánchez, además, no sólo ha marcado en esta etapa un durísimo discurso contra los independentistas, sino que también ha colocado como adversario político y objeto de sus críticas al partido de Albert Rivera. El partido con el que llegó a un acuerdo en la anterior legislatura, es ahora “un cómplice” de la corrupción del Partido Popular y lo sitúa a la derecha de los populares. Ni que decir tiene que las relaciones entre Sánchez y Rivera no pasan por su mejor momento.

Otro dato significativo de la vuelta de Sánchez al liderazgo del PSOE es que las expectativas electorales de los socialistas han mejorado considerablemente. La elección del nuevo líder del PSOE supuso un incremento en intención de voto de hasta cinco puntos en muchas encuestas -superior al de la llegada de Zapatero al PSOE-, pero en los últimos meses el PSOE se ha estancado en un porcentaje en torno al 24% de los votos y con tendencia a la baja.

En Ferraz, no obstante, celebran que ahora se visualiza bien que son la única alternativa al PP, y da por descartado la posibilidad de que Unidos Podemos se acerque al denominado “sorpasso”. No obstante, el PSOE no logra alcanzar a los populares en ningún sondeo, y quedan muy lejos de ser primera fuerza en votos o en escaños. Además, también está bajando la valoración de Sánchez
A nivel interno, se podría decir que Sánchez tiene, ahora sí, un amplio poder en el partido. La mayoría de las federaciones le apoyan, aunque con las más grandes y con presidentes autonómicos (Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Comunidad Valencia y Aragón) persisten las diferencias y las desconfianzas.

Sánchez ha laminado a todos los que se no le apoyaron en las primarias a todos los niveles

Ya mantuvo sus tensiones con la presidenta andaluza, Susana Díaz, con la iniciativa de Ciudadanos de expresar el apoyo al Gobierno en el conflicto de Catalunya; y también con el presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page, cuando se le pidió que se consultara a las bases su pacto de Gobierno con Podemos.

Además, Sánchez ha laminado a todos los que se no le apoyaron en las primarias a todos los niveles. Sacó del Comité Federal a todos los secretarios de Organización, ha dejado en un segundo plano a los que fueron portavoces del Congreso y el Senado, Antonio Hernando y Óscar López; destituyó a Alfonso Guerra de la Fundación Pablo Iglesias, y voces de tanto peso como las de Elena Valenciano, José Blanco o el propio Alfredo Pérez Rubalcaba, han desaparecido de la actualidad política del partido. Sólo con José Luis Rodríguez Zapatero dicen que ha reconstruido la relación.

Ahora, dentro de un mes, se enfrenta a su primer reto electoral en esta segunda etapa como Secretario General del PSOE con las elecciones en Catalunya. Haber recompuesto las relaciones con el PSC es otro punto positivo a su favor pero, tal vez por ello, se le corresponsabilizará, para bien o para mal, del resultado del 21-D. Sánchez lo sabe pero cree que no tendrá será muy determinante debido al largo camino electoral que tiene por delante como líder del PSOE: municipales, autonómicas, europeas, andaluzas y, quién sabe cuándo, generales.

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