La epidemia de la soledad entre los jóvenes: así está afectando a toda una generación
Un 25,5% de los jóvenes españoles manifiesta sentirse solo en la actualidad, aunque muchos de ellos poseen amigos o una vida social activa.

Zaragoza--Actualizado a
La soledad es uno de los grandes males de la sociedad actual. Si bien es cierto que es una problemática tradicionalmente asociada a las personas mayores y ancianas, lo cierto es que los más jóvenes tampoco escapan a esa sensación de desconexión social. Así lo demuestra un estudio llevado a cabo por la Universidad de Kansas, que aporta a la conversación un escenario tradicionalmente obviado: la transición de la adolescencia a la vida adulta.
Lo hace, además, desde una perspectiva novedosa. No en vano, esta investigación, que ha sido publicada en Plos One, cuestiona uno de los principios que tradicionalmente asociamos a esta sensación: soledad y relaciones sociales no son excluyentes. Es decir, en lugar de considerar ambos conceptos como opuestos, se deben analizar de manera paralela. De manera que lo que realmente existe es el bienestar y el malestar, siendo ambos bivalentes además. Sin importar si en el plano físico se está acompañado o no.
Así afecta la soledad a los jóvenes
El estudio empleó una muestra de 4.812 adultos estadounidenses de entre 18 y 95 años, a los que se les encuestó para averiguar su estado tanto de bienestar social como de malestar social. Además, se recogieron algunos datos importantes como si habían experimentado cambios importantes recientes (mudanzas, un nuevo trabajo, el inicio o fin de relaciones, estudios, etc.), su situación de estrés percibido, el estado de sus amistades, etc.
A partir de ahí el estudio dibujó cuatro perfiles, de los cuales uno llamó poderosamente la atención de los investigadores. Un segmento de los sujetos analizados presentaban simultáneamente un alto bienestar social y un alto malestar social. Y esto, ¿cómo podía ser? Muy sencillo: como decíamos previamente, ambas categorías no son excluyentes. Es lo que los expertos llamaron ambivalencia social. Es decir, eran sujetos que si bien tenían una vida social activa (amigos, reuniones, actividades sociales…), también se sienten aislados o desconectados de su red de apoyos.
La investigación determinó que un alto porcentaje de estas personas que presentan ambivalencia social son jóvenes. Sobre todo, mujeres jóvenes, con estudios, y que han experimentado cambios recientes en el último año.
Una etapa crítica
Este estudio determina que el paso de la juventud a la adultez es un momento crítico en la vida de las personas, pues generalmente suele coincidir con grandes cambios vitales que trastocan por completo su existencia. El estudio divide la soledad entre un factor de intimidad, aquel asociado a una pareja sentimental, y otro de compañía, que podríamos relacionar con amistades o grupos sociales. De modo que si uno de estos cambios limita o impide la intimidad, una persona puede sentirse sola aunque tenga compañía.
Además, la investigación también apunta que en la sociedad actual los ritos tradicionales de la adultez, como la paternidad o el comprar una vivienda, se están posponiendo en el tiempo. Esta característica, si bien no es necesariamente positiva o negativa, sino una realidad social, sí que implica un mayor número de cambios vitales e incertidumbre, pues el camino anteriormente marcado (casarse, independizarse y tener hijos) ya no existe necesariamente. A lo que el estudio concluye que si el periodo durante el cual los jóvenes deben gestionar la incertidumbre antes de alcanzar la vida tradicionalmente estable se hace cada vez más largo, entonces es concebible que las tasas de soledad y desconexión aumenten.
Huelga decir que estas conclusiones están leídas en clave estadounidense, pues es allí donde se realizó el estudio. Sin embargo, conceptos como la ambivalencia social o el papel que la incertidumbre o la inestabilidad poseen en la soledad de las personas son muy interesantes y, con matices, extrapolables a sociedades occidentales como la española.
La soledad entre los jóvenes españoles
Así lo refrenda el Estudio sobre juventud y soledad no deseada, publicado en 2024 y que confirma que la soledad afecta de manera significativa a los jóvenes entre 16 y 29 años. Según este informe, un 25,5% de los jóvenes asegura sentirse solo en la actualidad, y un 69% afirma haberse sentido solo en algún momento de su vida. Es decir, la soledad juvenil no es un fenómeno marginal, sino una realidad ampliamente extendida entre la población joven española.
Esta investigación aporta además un matiz importante: la duración. Tres de cada cuatro jóvenes que experimentan soledad llevan más de un año en esta situación, lo que indica que no se trata de episodios puntuales o pasajeros, sino de experiencias prolongadas y difíciles de revertir sin apoyo social y emocional.
Además, los resultados españoles también demuestran que la soledad no depende del número de amistades o de la actividad social del individuo, sino de la calidad de los vínculos. Esto coincide de pleno con el concepto de ambivalencia social: se puede esta solo rodeado de gente. O lo que es lo mismo, lo realmente importante es la profundidad de las relaciones que establecemos, algo que en entornos cambiantes es complicado de conseguir.

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