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El cambio climático sitúa al Prepirineo como la zona de Catalunya más amenazada por un incendio devastador

Hablamos con Marc Castellnou, inspector jefe de los GRAF de los Bombers de la Generalitat, sobre la campaña de este verano tras las decenas de fuegos simultáneos que quemaron en Catalunya a mediados de junio, del aumento de riesgo que implica el cambio climático y de la necesidad de gestionar los bosques y de revitalizar el sector primario para abordar de forma estructural la actual situación.

06/2020 - L'inspector en cap dels GRAF dels Bombers, Marc Castellnou, en una imatge d'arxiu.
El inspector jefe de los GRAF de los Bomberos, Marc Castellnou, en una imagen de archivo. Roger Segura / ACN

A mediados de junio, Catalunya encadenó varios días con decenas de incendios quemando simultáneamente, con el de Artesa de Segre (Lleida) como el más importante, con 2.700 hectáreas afectadas. En el actual contexto, marcado por las altas temperaturas, dos inviernos de sequía persistente y una masa forestal que acumula décadas en expansión —por el abandono de cultivos— y que no está suficientemente gestionada, el escenario puede repetirse durante el resto de verano. Así lo afirma Marc Castellnou, inspector jefe del Grup de Recolzament d'Actuacions Forestals (GRAF) de los Bombers de la Generalitat.

Referencia mundial en la extinción y prevención de incendios, en conversación con Público, Castellnou insiste en la necesidad de apostar por la gestión forestal y, sobre todo, de revitalizar el sector primario catalán para garantizar la presencia de un mosaico paisajístico que evite una enorme continuidad homogénea de bosques que, al estallar un incendio, facilitaría la expansión de las llamas. El jefe de los GRAF señala "el eje del Segre y el eje que comienza en la Noguera y va hacia las comarcas del Bages y el Garraf" como "la zona más complicada de Catalunya por la sequía de este año", pero durante el verano se añadirá "todo el sector del litoral de Girona, el norte de Tarragona y el sur de Barcelona".

"A nivel estructural el Prepirineo es la zona más compleja de Catalunya, porque es el área más estresada y de continuidad forestal y es donde podemos sufrir los incendios más graves"

Ahora bien, más allá del momento puntual, Castellnou alerta especialmente del Prepirineo, que considera que "a nivel estructural es la zona más compleja de Catalunya, porque es el área más estresada y de continuidad forestal y es donde podemos sufrir los incendios más graves". Por otra parte, añade que la cordillera de Collserola "es un problema por la cantidad de gente y las infraestructuras que tiene alrededor. De hecho, todos los macizos del litoral son un problema, como el Garraf, el Montnegre i el Corredor, o las sierras de Prades, Tivissa, Cardó o Montsià —entre otras—, porque tienen un riesgo de incendio permanente". Ahora bien, matiza, "son macizos que están limitados, mientras que el Prepirineo no lo está y puedes tener un incendio de cientos de miles de hectáreas, de 400.000, de 500.000 o de 600.000".

Una de las claves que explica este panorama es el "estrés" que sufren nuestros bosques, una situación generada en parte por el cambio climático, que provoca una vegetación mal hidratada y una gran mortalidad de árboles que facilita el avance de un fuego. "La vegetación está más estresada porque gasta más", subraya Castellnou que enfatiza que al mismo tiempo se producen un cambio en el modelo de país —con el constante abandono de tierras forestales y la expansión de los bosques— y el cambio climático.

¿Pero qué significa un bosque estresado? "Es muy simple, tú tienes un sueldo y con ese sueldo tienes que organizarte. Si el coste de la vida sube, como ocurre ahora, tendrás que sacrificar muchas cosas, si además el sueldo baja, todavía tendrás que hacerlo más". Pues con el bosque es lo mismo, el bosque nace en un lugar que tiene una media climática que le permite vivir, si la media pasa a ser más alta [por el incremento de temperatura derivado del cambio climático], el bosque estará estresado, si además, las precipitaciones bajan y el período de gasto [de agua] es más largo, porque ya no va de junio a septiembre, sino que se alarga, pues el bosque estará más estresado porque no tiene reservas [hídricas]".

Los incendios del cambio climático

El experto pronostica una época muy complicada de dos o tres décadas a nivel global en la que los paisajes se adaptarán al cambio climático, con una vegetación justamente más adecuada para las nuevas condiciones, por lo que habrá menos fuegos. Sin embargo, durante esta transición se producirán grandes incendios que ya estamos viendo en numerosos países, con una gran capacidad destructiva y una enorme violencia. Son los incendios de sexta generación, los del cambio climático.

Castellnou detalla la clasificación: "La primera generación son los incendios con paisaje continuo. La segunda, un paisaje continuo con combustible, que hace que el fuego vaya más rápido. En la tercera generación, se añade intensidad al incendio. En la cuarta, continuidad. La quinta es la simultaneidad de todo. Y la sexta es cuando el cambio climático entra en juego y hace que los bosques estén más estresados y tienen tanta energía que son capaces de generar tormentas de fuego". Ahora mismo todavía son incendios muy escasos, excepcionales —en el episodio vivido en Catalunya a mediados de junio todos eran fuegos de quinta generación—, pero ya existen las condiciones para que "toda Europa pueda sufrirlos en momentos muy puntuales y en episodios muy extremos". Y, asegura, tarde o temprano los veremos aquí.

"Lo que no podemos hacer es intentar apagar el fuego a cualquier precio, debemos aceptar los límites y priorizar"

Más allá de la importancia de que el cuerpo de Bombers disponga de recursos —humanos y materiales— y esté renovado, Castellnou detalla que en el actual contexto la estrategia pasa "por seleccionar los lugares en los que puedes ganar y atacar un incendio, para evitar quedarte sin capacidad de respuesta y colapsar". "Lo que no podemos hacer es intentar apagar el fuego a cualquier precio; si lo hiciéramos significa que debemos dedicarle muchos recursos y si fallo o hay otro fuego no tendré recursos para ese nuevo incendio, debemos tratar de apagar el incendio donde puedo", añade el jefe de los GRAF, para quien la clave "es no colapsar", para garantizar la "capacidad de respuesta" de los Bombers.

Esta estrategia implica "aceptar los límites y priorizar". "No podemos apagar un fuego que produce 10.000 kw de energía por cada metro, porque provoca quemaduras de segundo grado en la piel de cualquier bombero que trabaje durante menos de un minuto", subraya para exponer la existencia de límites físicos que sobrepasan la capacidad humana de enfrentarse a un fuego, por lo que en episodios de grandes incendios o de fuegos simultáneos no se puede salvar todo.

La necesidad de paisajes diversos

A partir de aquí, ¿cómo se puede actuar? Para Castellnou la clave son dos patas: invertir y creer en el sector primario y llevar a cabo una adecuada gestión forestal. "Necesitamos paisajes diversos, con bosques, campos, forrajes... Lo que no podemos tener es un país continuo forestal, un paisaje de museo, y esto pasa por tener un sector primario funcional, que gestione este paisaje, que nos ayudará a apagar estos incendios. Y esto significa hacer modificaciones a nivel político y a nivel fiscal para revitalizar el sector primario", resume el jefe de los GRAF. Justamente la presencia de campos de cultivo, que implica paisajes despejados, ejerce como cortafuegos, lo que facilita detener a las llamas.

La superficie forestal de Catalunya se ha duplicado en las últimas cuatro décadas

En este sentido, el experto subraya que cuando en 1978 se creó el cuerpo de Bombers de Catalunya la superficie forestal era el 35% del país, mientras que ahora representa el 70%, por lo que se ha duplicado en cuatro décadas, fundamentalmente por la desaparición de explotaciones agrícolas. "No se trata solo de consumir producto local, sino de crear las políticas para incentivar a este sector, revitalizar la economía rural", subraya, para añadir que "el sector primario ha sido abandonado, cuando da un servicio de seguridad al resto". Asimismo, recalca que mientras en el Penedès o en el Priorat "la uva se paga a 18 o 30 céntimos el kilo, en Francia se paga a 4 o 5 euros. Están dispuestos a pagar un precio por mantener el territorio".

Castellnou considera que debemos hacer una reflexión sobre qué país necesitamos y apunta que "el territorio debe protegerse y debemos garantizar la máxima biodiversidad para el día siguiente, para adaptarnos al cambio climático, que es irreversible". Ahora bien, "para hacerlo, no podemos homogeneizar el territorio, debemos preservar todos sus usos y asegurar que las decisiones se tomen en el territorio y no en la capital". Un proceso que, de paso, también debería facilitar un mayor arraigo en las zonas rurales y, por tanto, combatir un despoblamiento que Catalunya también sufre.

Asimismo, carga contra un cierto mantra urbanita de preservarlo todo y no tocar los bosques, como si fueran paisajes de museos, porque "la gestión forestal significa que seamos capaces de sacrificar una parte para salvar 100, y no lo que hacemos ahora, que es sacrificar 100 [porque aparece un gran incendio] para mantener una". Dicho con otras palabras, se trata de "hacer evolucionar el paisaje para que pueda ser resistente sin depender de los humanos, para que aguante el clima de mañana".

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