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Carla Vall: "El estigma de la violencia machista debe pasar de la víctima al agresor"

Carla Vall plasma su trayectoria y saber cómo abogada en el libro 'Trenqueu en cas d’emergència' (Univers), donde radiografía qué pasa antes, durante y después de la violencia machista para dar herramientas tanto a la víctima como al entorno para hacerle frente.

Carla Vall, al seu despatx.
Carla Vall, en su despacho. EPV

Carla Vall (Vilanova i la Geltrú, 1989) lleva ya una década trabajando como abogada en el campo de las violencias machistas. Ahora plasma esta trayectoria y saber, también como criminóloga, en el libro Trenqueu en cas d’emergència (Univers), donde radiografía qué pasa antes, durante y después de la violencia para dar herramientas tanto a la víctima como al entorno para hacerle frente. En una conversación en su despacho en el barrio barcelonés del Eixample, habla sobre mujeres que han marcado un antes y un después para romper el silencio, como Ana Orantes, Nevenka Fernández y la joven que sufrió una violación en los Sanfermines de 2016.

Vall reclama que el entorno deje de lado el rol de cómplice y aísle a los agresores

También remarca una de las tesis principales del libro: la necesidad de que el entorno deje de lado de una vez por todas el rol de cómplice y aísle a los agresores, no a las víctimas, y que los hombres se confronten entre ellos. Vall también reivindica la importancia del sistema judicial, por muy patriarcal que sea, y el impulso de comisiones independientes para investigar casos de abusos infantiles que apenas empiezan a salir a la luz.

A las puertas de un nuevo 8-M en el que el feminismo llega pisando fuerte pero perseguido por el auge de los movimientos de extrema derecha y reaccionarios, Vall recuerda que "en todo proceso de conquista de derechos, se elevan fuerzas reaccionarias" e insta a los movimientos por los derechos de las mujeres a anticiparse para "ser activistas" y "elegir la posición en la batalla ideológica" y evitar ser colocadas en una mera situación defensiva.

Sistema judicial "patriarcal" pero en vías de cambio

La abogada lleva diez años enfrentándose y trabajando junto con un sistema judicial que reconoce patriarcal, pero no más que el resto de estructuras de nuestro alrededor: "No hay nada que no sea absolutamente patriarcal en la sociedad en la que vivimos". Sin embargo, vislumbra cambios en la esfera judicial que, recuerda, a veces es la única herramienta para mujeres que han sufrido violencias y que no tienen otro recurso que el Estado. Aunque algunos días siente que su trabajo consiste en demostrar que la Tierra no es plana, se describe "feliz" por ver cómo hay "cambios de percepción".

Hay demanda por una mayor formación en género por parte de fiscales y jueces

Un ejemplo es cómo hay demanda por una mayor formación en género por parte de fiscales y jueces, aunque los argumentos de algunas defensas sigan siendo similares a los que aparecen en el libro La Ciudad de las Damas, del siglo XV, que Vall está leyendo ahora. "Es cansado, pero hay indicios de cambio". Sin embargo, recuerda que el derecho va un paso por detrás de los cambios sociales: "El derecho nunca será la punta de lanza de esta lucha, porque siempre se coloca en un momento posterior". En este sentido, agradece profundamente la valentía de la víctima de la mal llamada "manada" de los Sanfermines de 2016. Vall rechaza este término porque, afirma, hay que "desposeer" a los violadores de este "capital simbólico": "Un violador no es un ser fuerte [...] en cambio, tú sí eres fuerte", dice en el libro.

De víctima a superviviente

Uno de los elementos principales del libro es la defensa de que la víctima se transformará eventualmente en superviviente: un proceso más o menos largo, con obstáculos, y que cada mujer recorrerá de forma distinta, pero que se producirá. "Se ha agrietado el estigma sobre la víctima", afirma Vall. Romper con la culpa históricamente asociada a haber sufrido violencia sexual es una de las victorias del feminismo, aunque todavía no ha sido desterrado.

El caso de Pamplona, para Vall, supuso "ganar un pulso social y judicial" que marcó un punto de inflexión. La defensa puso a la joven un investigador privado para seguir sus movimientos, lo que "conecta con el mandato social que cuando te han violado no tienes derecho a seguir con tu vida". Para la abogada, que la víctima sostuviera el proceso fue "un favor" para el feminismo para hacerle avanzar.

Orantes o la joven de Pamplona son dos ejemplos de mujeres que rompieron el silencio. Y es que Vall sostiene que hemos llegado a donde estamos por el "trabajo increíble" de las mujeres, con una visibilización y denuncia de las violencias machistas muy superiores a las de hace tan sólo unos años. "Ahora la pelota está en el tejado de los hombres; deben confrontarse entre ellos", afirma la autora, que espera que ellos también lean su libro. "Necesitamos que se hagan cargo de los factores de riesgo para acabar cometiendo violencia contra las mujeres, que se confronten y rompan el pacto de silencio para que el estigma pase de las víctimas a los agresores".

El papel del entorno

El entorno, cómplice en muchos casos y también garante de un silencio que aísla a las víctimas, debe empezar a "aplicar todos los lemas que se corean en la distancia". "No paramos de querer luchar contra las violencias cuando están lejos, pero cuando debemos posicionarnos e intervenir, nos cuesta mucho más". Poder tener al menos "una conversación profunda" con el que ha cometido la agresión es un primer paso para confrontarse con él y romper ese silencio.

Vall advierte de la ineficacia del "populismo punitivo"

 La mayor exposición en los medios de los casos de violencia sexual ha aumentado los argumentos de "populismo punitivo", que reclaman el endurecimiento de penas para los agresores, pero Vall defiende que esto dista mucho de ser una solución: "Se deriva todo a una conducta individual y además se cree que el Código Penal tiene una gran capacidad de prevención del delito y es muy eficaz y eficiente, y eso no es así". La infradenuncia de violencias machistas supone un escollo para romper con la impunidad, y, además, este discurso recae en una "excesiva delegación" en las víctimas de la responsabilidad de resolverlo a través de la denuncia.

En este sentido, Vall defiende que los operadores jurídicos todavía tienen que aprender mucho para entender los procesos que rodean a las violencias, psicológicos y emocionales, por ejemplo. "En los casos más leves, para desmontar esto seguramente es más eficaz la sanción social que la jurídica". Aquí vuelve a entrar en juego el papel del entorno, que debe ser capaz de aislar al agresor y no a la víctima, lo que sigue ocurriendo hoy en día. La abogada también alerta del populismo antipunitivo, que pone un énfasis excesivo en la estructura y puede acabar obviando la responsabilidad individual.

El libro también dedica un capítulo al abuso infantil, y Vall reconoce que se trata de una lucha que no ha avanzado tanto como la de la violencia machista: "Es una grieta que se ha ido haciendo mayor, pero no ha eclosionado". Es necesario impulsar comisiones de investigación independientes que saquen a la luz casos que han quedado tapados a lo largo de los años, especialmente en los ámbitos de la escuela y la iglesia, más allá de la familia. A pesar de la prescripción en muchos casos del delito, la abogada sostiene que la reparación no implica necesariamente la denuncia del caso y por eso es igualmente importante hablar de ello, aunque hayan pasado décadas.

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