Este artículo se publicó hace 2 años.
Los curas rojos reclaman "justicia y reparación" con las víctimas de agresiones sexuales de religiosos
Hay otra Iglesia en España. Un clero y colectivos religiosos que miran con horror y vergüenza cómo la Conferencia Episcopal Española esconde sus miserias y oculta a los responsables de los abusos a menores. Así, desde los poblados y barrios más pobres sur
María José Pintor
Salamanca-
Hay otra Iglesia en España. La que desde la Transición formaron los que llamaban "los curas rojos". Aquella que mira con horror y responsabilidad los abusos a menores por parte de religiosos y religiosas, que claman "justicia y reparación con las víctimas", que piden indemnizaciones y que se escuche a quienes tanto han sufrido. No son el colectivo de los elegidos de la Conferencia Episcopal Española, ni falta que les hace, pero son quienes viven y sufren con los más desfavorecidos la miseria en los poblados, en lo más profundo de la España Vaciada y en los barrios marginales de las grandes urbes.
Indignados con la jerarquía eclesiástica
Entre este colectivo de los indignados con la jerarquía eclesiástica desde dentro de la Iglesia se encuentra Emilia Tapia, uno de los curas rojos de la España Vaciada, que lucha contra los narcos de la droga, acoge a sus víctimas y, además, como párroco de la cárcel de Topas (Salamanca), da cobijo a los más desamparados para ofrecerles un hogar cuando nadie les espera a la salida de la prisión en sus permisos o etapas de libertad.
Mientras Tapia coloca y da segundas y terceras oportunidades -y las que hagan falta- a las víctimas más débiles de la sociedad, mantiene en funcionamiento iniciativas sociales como el catering Algo Nuevo y hace crecer huertos sostenibles con productos de primera calidad. Al mismo tiempo, este sacerdote de 70 años clama al cielo por la postura de la Iglesia Española ante las víctimas de abusos sexuales. Según explica a Público, "lo vivo con mucha indignación, preocupación y, a la vez, no veo claro que se apueste por afrontar el problema de fondo". Así reclama que los obispos hagan "justicia y reparación" con las víctimas.
Así, Emiliano Tapia insiste en que siente "preocupación porque hay mucho dolor, muchas víctimas y gente que sufre. Antes que nada, somos seres humanos". Además, aclara, vive con indignación la situación "porque la jerarquía de la Iglesia no ha dado pasos, no los necesarios". En este contexto recuerda cómo, no hace tantos años, el Obispado de Salamanca trasladó al barrio de Tejares a un cura para sorpresa de todos y sin dar ninguna explicación. Después se supo que se trataba de un sacerdote acusado de abusos sexuales a menores.
Silencio Cómplice
Este sacerdote recuerda con enfado "la falta de claridad, de explicación de lo que ocurría, de qué pasaba" e insiste en que "jamás nos dijeron nada". Por eso cree que "el silencio ha sido clarísimo y cómplice de lo que ocurría". "Fue la opción que se tomó. Lo importante es que no se supiera", añade Tapia y, para él, esto genera indignación porque "hay un delito y una situación que en nombre del Evangelio tenemos que ser más conscientes que nadie".
Si para que se haga justicia en los tribunales es tarde -cosa que lamenta- Emiliano pide que se escuche a las víctimas, se investigue el delito y se indemnice a los damnificados. Y también cree que es el momento de "abordar el sacerdocio de otra manera, porque el celibato no tiene sentido".
Emiliano Tapia: "El celibato no tiene sentido"
"El clero no ha sido imagen de Evangelio, salvo personas muy concretas. Pero la estructura de la Iglesia no ha sido un ejemplo del Evangelio", señala Tapia.
Otra religiosa, que prefiere mantenerse en el anonimato mientras se desplaza a La Cañada Real en la furgoneta de la organización con la que trabaja, explica a Público que "siento vergüenza. En nada me identifico con esa Iglesia que castiga, atormenta y comete atrocidades en nombre de Dios". Recuerda que su grupo de trabajo ya ha firmado un manifiesto contra "esta barbaridad de la Conferencia Episcopal" y muy enfadada exige "reparación para aquellos hombres y mujeres que les robaron la infancia, la inocencia y la felicidad".
Coincide con Emiliano Tapia en que "la Iglesia era lo perfecto, lo sagrado, lo identificado con Dios. Y no es verdad. La debilidad es parte de este colectivo".
"En la Iglesia no llevamos todos el mismo uniforme"
Javier García es otro sacerdote que considera que en la Iglesia "no llevamos todos el mismo uniforme" y reivindica a los que "ven la vida de otro modo". Este palentino siente que "vergüenza, por ser cura de la Iglesia Católica, e indignación por el fariseísmo de los dirigentes eclesiásticos". A su juicio, "la política de oscurantismo de toda la vida, que se ha situado por encima del bien y del mal y ha ocultado sus trapos sucios nos lleva a la desesperación. No hay mejor bien para todos que la claridad".
García entiende que "la Iglesia tiene que escuchar y recoger lo que exige la sociedad y no hacer caso a los más retrógrados, como los rancios del PP y de Vox". Y aboga también porque se reconozca lo que hay, "no sólo hacia fuera, sino también hacia dentro".
Tanto Emiliano Tapia como Javi García entienden que hoy la institución eclesiástica "significativamente no es nada. Y cada vez menos. En el mundo de los jóvenes no existimos". Y creen que "escondiendo la cabeza debajo del ala con la barbaridad de los abusos sexuales a menores, nos alejamos más y más de los que de verdad nos tendrían que importar".
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