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Rafaela Pimentel, la empleada del hogar que empodera a las migrantes

Por unas condiciones laborales justas

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La empleada del hogar Rafaela Pimentel, miembro de la asociación Territorio Doméstico.

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MADRID.- La sociedad y las instituciones históricamente han escondido los derechos laborales de las empleadas domésticas bajo la alfombra, como si de polvo se tratase. Por ello, Rafaela Pimentel (Baní, República Dominicana, 1960) reclama un “trabajo decente” para sus compañeras, aunque el concepto, traducido del inglés decent work, alude en realidad a la consecución de un trabajo digno, pues nada hay más decente que criar a un niño o cuidar a un anciano. Sin embargo, sus colegas siguen sin ser valoradas por un sistema que, según ella, subestima el cuidado de las casas ajenas y de las personas que en ellas viven, lo que no sólo conlleva la precarización laboral sino también su invisibilidad. Están ahí, pero nadie las ve: son polvo.

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Amalia Caballero, que dejó Ecuador hace diecisiete años, sintió el racismo en su propia piel. Aguantó un mes en la vivienda de “una mujer muy culta que trabajaba en la radio y en la televisión”, pero que la trataba como escoria. “Estaba aislada, sentía miedo y no sabía que tenía derechos, porque todavía no estaba empoderada. Ahora bien, cuando llegas a la asociación, descubres otros casos similares y ves que no estás sola”, explica Amalia ante su compañera Azucena Placeres. “Además de orientación, Territorio Doméstico me proporcionó un gran apoyo emocional”, añade esta empleada del hogar dominicana con más de una década en la capital.

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Por unas condiciones laborales justas

Tania González trata de impulsar desde Bruselas una legislación en la materia que equipare sus condiciones a las de cualquier otro asalariado. “Siempre ha sido una actividad invisibilizada desarrollada por las mujeres sin ningún tipo de remuneración ni reconocimiento social”, explica la europarlamentaria de Podemos y ponente de la Opinión sobre trabajadoras domésticas y cuidadoras en la UE. “Cuando las mujeres se incorporaron al mercado laboral y los cuidados no fueron afrontados por el Estado español, pasaron a desempeñarlos otras mujeres en condiciones de absoluta precariedad y, en ocasiones, de esclavitud”, añade González, quien critica que el Gobierno del PP no haya ratificado el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

AGUAFUERTES

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