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La estrategia de orden público de los Mossos, en el punto de mira

Los expertos valoran un camino hacia la negociación durante las movilizaciones sociales, pero lamentan que el cuerpo no persiga las negligencias de la Brigada Móvil en el uso del armamento.

Furgones dels Mossos i agents a la plaça Sant Jaume
Furgones de los Mossos y agentes en la plaza Sant Jaume, Barcelona. Blanca Blay / ACN

El modelo de orden público vuelve a la palestra casi una década después de la última comisión parlamentaria, entonces propulsada por el rechazo social que provocaba el uso de las balas de goma y ahora por el proyectil que las substituyó, las balas de foam. En 2013, los Mossos d’Esquadra arrastraban la criticada gestión del exconseller Felip Puig, marcada por el desalojo de la plaza Catalunya del 15-M. Ahora el contexto es diferente, y la movilización social por la judicialización de la política, los ataques contra la libertad de expresión y la precariedad han extendido los disturbios en las calles, muy importantes en las protestas contra la sentencia del juicio del Procés o por la entrada en prisión de Pablo Hásel.

De nuevo, la gestión de las movilizaciones de masas pone en el punto de mira a los Mossos, y en especial a la Brigada Móvil (Brimo), la unidad antidisturbios. El debate ha entrado en las negociaciones de investidura, ya que la CUP ha dado su apoyo a Pere Aragonés (ERC) a cambio de abrir una nueva comisión parlamentaria sobre el modelo de orden público y de implantar una moratoria del uso de balas de foam, entra otras cosas.

El modelo policial catalán

El objeto de debate de la futura comisión es el modelo de orden público, aunque son muchos los especialistas que apuntan que el problema no radica aquí. Según la politóloga y experta en seguridad Sonia Andolz, existen tres modelos básicos de policía: la gubernativa, que se debe al gobierno de turno; la legalista, que se ciñe a actuar con base en la ley, y la de proximidad, que prioriza el contacto con la población y sus necesidades. "Cuando se diseñan los Mossos, se aplica un modelo gubernativo. Era el momento de desplegar las competencias autonómicas y de construcción nacional". Según Andolz, este enfoque empezó a virar con el Tripartit hacia un modelo de proximidad, aunque la académica cree que su implantación ha quedado limitada por la falta de recursos.

La opacidad persiste

"El problema es que no se puede tener un modelo de proximidad y comunitario sin la confianza de la ciudadanía. Y si el cuerpo no es capaz de saber qué agente ha tenido una mala praxis o incluso ha cometido un acto delictivo, se rompe la confianza con la población", apunta el abogado del Centre Irídia Andrés García Berrio, quien denuncia que cuando hay una lesión hacia un manifestante que está fuera de todo protocolo, los Mossos siempre se escudan en que no son capaces de identificar al responsable. Según el informe de Irídia sobre violencia institucional de 2020, hay investigados un total de 122 policías en Catalunya, 42 de los cuáles agentes de los Mossos. En tan solo tres casos fue el propio cuerpo policial quien identificó el agente.

Un claro ejemplo es caso Esther Quintana, que acabó con la absolución de los dos mossos acusados de reventarle su ojo por no poderse dirimir quién disparó. A pesar de que estos hechos generaran un profundo debate público, la impunidad persiste en los casos más recientes, muchos de ellos judicializados, en los cuales abogados y académicos creen que Mossos no colabora: el criminólogo Ferran Restrepo lamenta que cueste tanto llegar a las instrucciones policiales.

"Ha habido un cambio comunicativo", añade Andolz, quien resalta que el conseller de Interior en funciones, Miquel Sàmper, salió a pedir perdón por la mutilación de un ojo en las manifestaciones por Hasél: "Ahora quiero ver las investigaciones y las sanciones… De las manifestaciones postsentencia, de momento no ha habido demasiadas consecuencias de las barbaridades que vimos". Por el contrario, el exdiputado de ICV y experto en seguridad Jaume Bosch resalta que la policía catalana es la institución mejor valorada según los sondeos de 2020 del Centre d’Estudis d’Opinió: "No ha cambiado tanto ni la actuación de Mossos ni la percepción ciudadana, sino a quién escuchamos cuando hay críticas", en alusión a la CUP. Por el contrario, Restrepo apunta que haría falta ver cuál es la valoración de la Brimo por separado, con la que cree que existe la mayor discrepancia.

Armamento en cuestión

En este contexto, el debate sobre las balas de foam resucita la discusión sobre su capacidad lesiva, que según el acuerdo de investidura ahora quedarán suspendidas hasta que se publiquen los protocolos de su uso, Bosch, quien formó parte de la comisión de 2014, afirma que cuando pidieron prohibir las balas de goma también hicieron lo mismo con las de foam. Recuerda que en 2019, cuando Catalunya en Comú Podem pidió prohibirlas, ERC i JxCat votaron en contra, y cree que esta moratoria no será efectiva: "Le han tomado el pelo a la CUP. Sólo el Parlament puede prohibir las balas de foam. Si no, es tan fácil como publicar los protocolos. Es un pacto ridículo". El cuerpo de Mossos d’Esquadra ha declinado participar en este reportaje para "no añadir más ruido" al debate y afirma que actuará según lo que dicte el Parlament.

Andrés García Berrio cree que, si se siguieran utilizando, deberían implementarse mecanismos de control como instalar cámaras en los puntos de mira de los fusiles, aunque pone en duda el sentido de utilizar estas armas vistas las mutilaciones de ojos, testículos y contusiones graves de los últimos años, y en especial en 2019, y la impunidad con la que se han resuelto estas negligencias: "Se trata de una arma de alta precisión disparada de manera adecuada. Es decir, por debajo de la cintura y a la distancia adecuada. Si no, es una arma muy lesiva. ¿Estamos dispuestos a asumir los daños en caso de que no se utilice bien?".

De hecho, el abogado cree que lo verdaderamente necesario es que la comisión aborde estos mecanismos de control, y cita como buen ejemplo la fiscalización de las pistolas táser. Una de sus propuestas consiste en generar una comisaría con suficiente "independencia" y con oficinas abiertas a la ciudadanía para denunciar abusos y malas praxis, o la de limitar el tiempo que un agente puede estar en la Brimo: "Serviría para no estar en contacto con la violencia mucho tiempo".

Una apuesta por la mediación limitada

Aunque si algo valoran todos los expertos es el paso que el cuerpo policial hizo a partir de la comisión de 2014 para priorizar la mediación en su estrategia. "Hace 10 años, la gestión del orden público era la gestión del desorden", explica Marc Pons, especialista en modelos de orden público comparados del Instituto de Seguridad Pública de Catalunya. Pons hace énfasis que esto cambio y se introdujo una mirada de prevención: "Les unidades de la Brimo nacieron inspirándose en las unidades de intervención policial de la Policía Nacional, las UIP".

La evolución llegó hace una década con la creación del Àrea de Mediació (AME), y con el nombramiento del jefe de esta unidad, Xavier Pastor, como líder de la Brimo: "El modelo ha cambiado en positivo". cree Pons. La estrategia de la mediación, la comunicación mediante redes sociales y la interlocución directa con manifestantes es algo que reconocen y valoran todos los expertos.

Aunque Restrepo apunta que no se está profundizando en esta estrategia en lo que atañe a la formación de los agentes: "Para entrar en la Brimo no hay una formación específica. Cuando un agente entra al cuerpo, luego tiene que querer entrar a la Brigada Móvil. Y es sabido que es un grupo donde se utiliza más la fuerza", algo que según el académico filtra los interesados a formar parte de esta sección en esta línea. "Si se quiere trabajar en el modelo de negociación, el perfil competencial del agente tiene que ser otro".

La seguridad, más allá de la policía

En tiempos de convulsión política, los Mossos d’Esquadra vuelven a quedar en medio del debate. Los expertos señalan que la opacidad, la impunidad y la formación en la mediación son asignaturas pendientes que el cuerpo debe abordar, aunque también apuntan que hay otras cuestiones que escapan de los Mossos. "Hay que abordar la seguridad pública mucho más allá del orden público. La pobreza energética, la vivienda, la seguridad ambiental también son seguridad", apunta Sonia Andolz.

Desde esta perspectiva, la escalada de tensión en la calle, provocada por un hartazgo social en ascenso, también entorpece la estrategia de la mediación: "Cuando tienes disturbios la mediación no basta", ya que no siempre se encuentra interlocutor, apunta el abogado Andrés García Berrio. Andolz pone el ejemplo de las manifestaciones por la liberad de Pablo Hasél, donde no había una organización concreta: "Con estas movilizaciones, los agentes también trabajan muchos días, sin descansar y bajo mucha presión. Se crea un contexto donde no se favorece que se hagan las cosas bien".

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