Este artículo se publicó hace 4 años.
Expertas denuncian que, lejos de avanzar, las mujeres están cada vez más ausentes del debate público
Foros, conferencias, talleres, jornadas cuentan cada vez con menos voces de mujeres lo que profundiza la desigualdad. Algunas expertas advierten que muchos avances han sido de formas pero no de fondo. El riesgo es salir de la crisis con mayores desequilibrios.
Marisa Kohan
Madrid-Actualizado a
Que los avances hacia la igualdad pueden desaparecer de un plumazo es algo que el feminismo viene resaltando desde hace décadas, incluso siglos. La famosa frase de Simone de Beauvoir advirtiendo de que "bastará con una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen" porque no se trata de derechos adquiridos, cobra cada vez más fuerza en esta crisis global. Lo que muchas veces resulta difícil de detectar son los cambios que sirven en bandeja este incremento de desigualdad. En los últimos meses, la desaparición de las mujeres del debate púbico es, según diversas expertas, la punta del iceberg de este retroceso.
Hace unos pocos días, el recorte del página de prensa comenzó a circular por las redes sociales. En ella se podía leer: "Las mejores mentes reflexionan desde A Toxa sobre la respuesta a la pandemia". Las 12 fotografías que ilustraban el reportaje eran todas de hombres y venía a reflejar la composición del panel: de los 40 participantes, 36 eran homberes y tan solo cuatro eran mujeres. Una mujer por cada nueve varones. Una disparidad que a los organizadores del Foro y a la mayor parte de los ponentes no les resultó preocupante. Sólo uno de los participantes, el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, hizo públicamente una llamada de atención a la necesidad de incluir la voz de las mujeres.
El de A Toja no es el único ejemplo. A lo largo de los últimos meses de pandemia la imagen de paneles de debate formados sólo por hombres o mayoritariamente por ellos se ha repetido a lo largo y ancho de nuestra geografía en eventos organizados por empresas y asociaciones privadas, pero también por instituciones públicas. El pasado mes de abril, la Universidad de Santiago de Compostela organizó un ciclo de conferencias formada por cuatro paneles de debate para analizar como será nuestro mundo tras la pandemia y la crisis sanitaria y económica que se ha extendido por el planeta. El ciclo estaba formado por diez hombres y en él no se había incluido a ninguna mujer.
Del @NoSinMujeres al ¿dónde están ellas?
El empuje de algunas iniciativas destinadas a conseguir la igualdad en la esfera pública surgidas durante la crisis económica para alcanzar la igualdad, parecen haberse diluido durante la crisis sanitaria. En 2018 un grupo académicos impulsaron @NoSinMujeres y se comprometieron a no participar en debates en los que no hubiera, al menos, una mujer como ponente. Pero dos años más tarde no son mayoría los que cumplen con esta máxima, ni siguiera entre los firmantes.
La politóloga Cristina Monge relata que hay expertos que siguen declinando invitaciones a participar en debates cuando no hay mujeres y también que ella ha recibido llamadas de organizadores de conferencias que se disculpan por llamarla en el último minuto, pero que hay ponentes que se niegan a participar en eventos si no hay mujeres, pero son los menos, advierte.
Para Monge hay dos factores que explican esta invisibilidad de las mujeres de la esfera pública. "Por un lado estamos viendo una relajación de esa tensión social que se había generado y que posibilitaba que estuviéramos atentos a que esa disparidad no pasara. Y por otro lado, el confinamiento ha agravado las desigualdades de género. Las que han tenido mayores problemas de estrés y de ansiedad por no llegar a todo, las que han reducido su jornada laboral o incluso han dejado el trabajo han sido las mujeres. Muchas han tenido sobre sus hombros el cuidado, hacer de profesoras con los críos, mantener la casa y además el trabajo. Cada vez me encuentro con mujeres que me dicen que no dan más de sí. Y la consecuencia de todo esto es que la paridad en este tipo de eventos se ha esfumado".
Estos dos factores son compartidos por María Solanas, directora de programas del Real Instituto Elcano, que añade que sin compromisos firmes para contar con mujeres ni un reparto equilibrado del uso del tiempo entre hombres y mujeres, "la vuelta atrás en igualdad está garantizada".
"Que las mujeres tengan un papel secundario en la esfera pública constituye una barrera para lograr la igualdad, y refuerza estereotipos y roles de género largamente atribuidos a las mujeres (los hombres ocupan, en función de su 'mayor autoridad', el espacio público, mientras las mujeres permanecen en el espacio privado)".
Avance en las formas, pero no en el fondo
Para la socióloga Ángeles Briñón, la falta de voces de mujeres es una demostración palpable de que en materia de igualdad hemos avanzado más en las formas que en el fondo. "Hace unos meses medios progresistas no se hubieran permitido un debate sin mujeres, pero el patriarcado es fuerte y ante problemas graves se acude a los hombres para que los solucionen. Lo que sucede en el debate público se refleja también en al ámbito del trabajo remunerado y no remunerado", explica.
"Lo que la sociedad pierde por no escuchar a las mujeres supone una limitación importante. Si algo ha puesto de manifiesto la pandemia es que las tareas y trabajos realizados por las mujeres son esenciales. No importa que el mercado no los valore, son esenciales para la vida. Hablo de cuidar a menores y dependientes, de las sanidad, del trabajo doméstico…. Es indignante constatar que además de todas estas tareas que están suponiendo una sobrecarga para muchas mujeres, nos veamos en la necesidad de reivindicar, de nuevo, la paridad en el debate público", añade esta socióloga experta en políticas de género.
Según Solana, la pandemia y la crisis económica y social está teniendo impactos distintos y desproporcionados en las mujeres en términos de empleo, uso del tiempo, mayor carga de la tarea de cuidados y doméstica, o violencia de género. "El mayor riesgo es considerar que la igualdad de género es un objetivo lateral o secundario, que las urgencias son otras. La igualdad está en el centro de la crisis; la perspectiva de género es esencial para afrontarla y salir de ella mejor que entramos. La pandemia debería hacer precisamente lo contrario, subrayar y construir sobre los avances conseguidos".
Sin embargo, tal como apunta Monge, la perspectiva de género es un debate que se está dando desde arriba y que pocos se atreven a negar, "pero que no se concreta en políticas activas y se deja todo a la inercia, y esto hace que sigamos siendo nosotras mayoritariamente las que nos quedamos en cada cuidando, en detrimento de carreras profesionales, tiempo de descanso…"
Soluciones urgentes y de largo alcance
La desaparición de las mujeres de los debates no sólo supone una injusticia, sino que es uno de los factores que más profundamente refuerza los estereotipos de género y contribuyen a la invisibilidad de sus voces en diversas esferas. Tal como enfatiza Monge, no incorporar la perspectiva de las mujeres en los órganos científicos en los que se evalúa y se proponen políticas en relación a la crisis sanitaria afecta directamente a la salud y a la vida de las mujeres.
Por eso, afirman las expertas, son necesarios cambios profundos, rápidos y duraderos en el tiempo que reafirmen la igualad. No sólo la formal, sino también la retórica.
"En este momento es clave volver a recordar que eso [la desaparición de las mujeres de debate] es un anomalía. Tenemos que evitar por todos los medios que esto se convierta en algo normal que no llame la atención y que no genere espanto", comenta Monge.
Par ello propone una serie de cambios urgente que tengan un impacto inmediato. "Nos escudamos muchas veces en que se trata de un tema cultural, difícil de cambiar, lento... Pero despreciamos el enorme potencial que tienen las políticas públicas para poner en marcha medidas que, además, generan cambios inmediatos y efecto cascada que acaba promoviendo cambios también en la cultura".
En este sentido afirma que sería necesario implantar medidas que, por ejemplo, denieguen fondos públicos a las empresas que no hayan implementado planes de igualdad, o prohibir subvenciones a aquellos que no incluyan a mujeres en debates públicos. "Se pueden implementar políticas sencillas: todos los eventos públicos (seminarios, talleres, jornadas, cursos…) que tengan financiación de una administración publica, deben estar obligados al la paridad y si no es así tendrán que explicar claramente los motivos. Y si no, no se financian, punto.
Eso automáticamente cambia el panorama. Si soy un ministerio o una administración pública y quieres financiar una conferencia (tan de moda ahora), preséntame el programa y los ponentes y si si no hay paridad no te financio".
Para Solanas, la igualdad de género requiere de un compromiso permanente y sostenido en el tiempo, que exige la adopción de medidas a medio y largo plazo. "No hablamos de fórmulas mágicas que den resultados inmediatos, sino de transformación social. Pero sin duda si todas las organizaciones que promueven el debate público mantuvieran su compromiso de contar siempre con mujeres ponentes, esto sin duda marcaría una diferencia. También ayudaría, como sucede en ocasiones, que los ponentes hombres declinaran participar en debates en los que no hay ponentes mujeres. La clave es que se trate de un compromiso firme, no cosmético, y éste se mantenga en el tiempo".
Si no así, afirma esta experta, no enfrentamos a una nueva normalidad más masculinizada, menos igualitaria. "Los datos con los que contamos apuntan una tendencia realmente preocupante: mayor incidencia de la violencia de género; mayor pérdida de empleo de las mujeres, más precarizado que el de los hombres, y concentrado en los sectores que más están sufriendo la crisis; mayores tasas de desempleo; mayor carga del trabajo no remunerado de los cuidados. También es preocupante cómo afectará el teletrabajo a las mujeres, y si no podría profundizar aún más el desequilibrio en el reparto de tareas y la división social del trabajo. De nuevo podemos tener un espacio público en el que las mujeres pierdan no solo presencia, sino capacidad de propuesta y de toma de decisión".
Un panorama , en definitiva que nos haría salir de esta crisis con mayores desequilibrios en todas las dimensiones.
"Las mujeres hemos avanzado mucho y no vamos a permitir que nos callen, que nos invisibilicen y para ellos debemos crear redes de apoyo, de colaboración que posibiliten que nuestra voz sea escuchada. Las feministas, de manera especial, debemos trabajar juntas para posibilitar que las mujeres ocupemos el lugar que nos pertenece", concluye Briñón.
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