Grupos laicistas critican la reiterada financiación pública de cofradías y hermandades
"Se produce una promoción cultural de valores que contribuye a los poderes fácticos de las oligarquías", consideran en Andalucía Laica.

Sevilla-
Las subvenciones del Ayuntamiento de Huelva y la Diputación provincial a la Magna Mariana, que se ha celebrado este sábado en la ciudad andaluza, han llevado a grupos laicistas a reabrir el debate sobre la financiación con dinero público de este tipo de eventos cofrades. La polémica no es nueva, sino que es recurrente, como lo son las ayudas de todo tipo que las administraciones públicas vienen dando a las hermandades y cofradías.
En 2024, el Observatorio del Laicismo de Europa Laica, que recopila en portales oficiales —hasta donde llega, porque lamentan la falta de transparencia de las instituciones y especialmente las municipales— las ayudas con las que ayuntamientos, diputaciones y gobiernos subvencionan a cofradías y hermandades a lo largo y ancho de todo el país, tiene contrastados al menos el abono de 16,1 millones de euros. El Observatorio considera que esta cifra es realmente mucho mayor, pero no puede conocer el montante exacto total por esa ausencia de publicación de los datos, explican.
Estas ayudas, según el Observatorio, incluyen todo tipo de cantidades —desde los 450 euros del Ayuntamiento de Roquetas (Almería) a la Hermandad Cristo de la Expiración hasta los 600.000 de la Junta de Andalucía al Consejo de Hermandades y Cofradías— y abarcan diversos conceptos: restauraciones de patrimonio, procesiones como la Magna, congresos... La casuística es en efecto amplísima.
Este fomento desde las administraciones públicas locales de actividades vinculadas al catolicismo —aunque algunas de ellas tienen una dimensión más amplia, como es el caso de la Magna, que implica de una u otra manera a buena parte de la población de Huelva— contrasta, además, con un acontecimiento reciente: la decisión del Ayuntamiento de Jumilla —PP y Vox— de limitar el uso del polideportivo municipal a actividades de deporte y prohibir, así, los actos de la comunidad islámica que se venían celebrando en los últimos años.
Los argumentos del Ayuntamiento de Huelva, en este caso gobernado por el PP —el apoyo a cofradías no es exclusivo del PP; ayuntamientos de todos los colores, también del PSOE, según Europa Laica—, para apoyar la Magna son estos, similares a los utilizados en otras ocasiones, para otros eventos parecidos, en Sevilla y otras localidades: "Vamos a volcar todos nuestros recursos para que este evento, que une fe, patrimonio y cultura, sea un verdadero ejemplo de devoción, organización y participación ciudadana".
“Esta Magna —agrega el consistorio— es un acontecimiento extraordinario que va mucho más allá de lo religioso, pues pone en valor nuestro patrimonio artístico, dinamiza el turismo y fortalece el vínculo de Huelva con sus hermandades. Este convenio es una muestra más de nuestro compromiso con nuestras hermandades y con todos los ciudadanos que viven esta tradición con devoción y orgullo".
Miguel Ángel López, portavoz de Andalucía Laica, asegura lo siguiente: "Los argumentos siempre son los mismos: el turismo, el patrimonio histórico. Se vinculan subvenciones al patrimonio artístico-religioso a la Semana Santa de forma exclusiva, sin incluir otros patrimonios". "Todo el centro de la ciudad de Huelva —agrega— estará cortado durante horas. Podría decirse que la ciudad estará tomada por las cofradías movilizadas gracias al dinero público, confundiendo cultura con confesión".
"Cabe —prosigue el portavoz de Andalucía Laica— hacer una reflexión. No es un hecho aislado. Es una continuidad este tipo de subvenciones y una estrategia cultural destinada a revitalizar y naturalizar lo que durante un determinado tiempo se creía superado, que es el nacionalcatolicismo. En este caso coincide con el PP. Responde a la batalla cultural que tiene repercusiones políticas. Esta procesión de figuras religiosas tiene un precedente en Huelva: en 1954, en pleno franquismo. Ahora en 2025, se recupera y se subvenciona".
"Con la financiación pública se consigue que esas hermandades, muchos de cuyos miembros no tienen inquietudes religiosas, participen para mayor gloria de las diócesis de las provincias. Al margen del hecho sociológico, hay una disminución de practicantes católicos. Y se produce una promoción cultural de valores que contribuyen a los poderes fácticos de las oligarquías, llevando la Semana Santa mucho más allá del periodo de primavera", remacha López.
El factor turístico
El historiador César Rina, profesor de Historia Contemporánea en la UNED, que ha investigado en diversos trabajos los procesos de religiosidad popular y la relación del poder político con ellos -por ejemplo en El cielo está con nosotros, donde investigó cómo el franquismo fagocitó estas expresiones populares-, considera que el fenómeno, además de su dimensión social y teológica, "hoy tiene mucho que ver con el factor turístico, con el económico".
"Existe una aceleración capitalista del turismo y [se considera] que hay que ofrecer constantemente atractivos al turista. Si se trata de convertir la Semana Santa en la marca cultural, hay que generar estos fenómenos [como la Magna] y así se consuman modelos culturales e identidades", analiza el profesor Rina.
"Se trata —considera Rina— de vender lo identitario, esa fiesta como marca de la ciudad. Esto crea un monocultivo cultural, y por ello se ven los responsables obligados a representar la procesión con cada vez más asiduidad. Las lógicas turísticas son cada vez más rápidas, más veloces, más constantes para generar ciclos. Esta lógica capitalista lleva a que la marca se sobredimensione y proliferen las fiestas. Ya no se celebran solo en Semana Santa. Eso es esa lógica del consumo de fiestas capitalistas: ¿por qué esperar, si podemos hacerlo en septiembre, en noviembre? Las fiestas se adaptan a la sociedad de consumo, donde también, además de cosas, de productos, se consume identidad. Responde a esto. Me interesa este tema que tiene que ver con la imposición obligatoria de modelos culturales que hay que consumir sí o sí si eres del territorio".
Sobre el papel de la Iglesia en todo este asunto, Rina afirma: "La Iglesia saca pecho y se enorgullece, y los obispados siguen publicando informes y orientaciones a los sacerdotes para que cristianicen a los cofrades. El mensaje interno es: 'Vamos a aprovechar este caudal para intentar convertirlas al catolicismo'. Las cofradías salen para intentar evangelizar a los propios cofrades".
La primera Magna, según Rina, la inventa la burguesía sevillana en 1850. "Entonces, —asegura el historiador— la burguesía busca ennoblecerse con elementos de tradición, como la Semana Santa. Así, entra con fuerza en las procesiones para darse prestigio social. La Semana Santa ya a mediados del siglo XIX recibe múltiples visitantes, pero era incómoda, las calles estaban sin asfaltar, ¿Cómo van a ver eso los de fuera?, se dicen. Y se les ocurre un santo entierro magno en el que salgan todas las cofradías en el que el burgués se sentaba en su palco a verlas todas. Ahí está ya el elemento de cómo adaptamos esto al turismo. Sale así en la prensa de la época. No hay lecturas religiosas, se dice: Vamos a crear una fiesta excepcional para crear más turismo. Y así hasta la actualidad. Podemos hablar de una construcción del turismo".
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