Este artículo se publicó hace 2 años.
Qué ocurre con el aceite de girasol y por qué la guerra de Ucrania ha disparado su precio
El ministro de Agricultura, Luis Planas, llama a la calma y asegura que hay grasas vegetales alternativas que pueden solucionar posibles problemas de escasez derivados de la guerra, pues España compra gran parte del aceite de girasol al país ucraniano.
Alejandro Tena
Madrid-Actualizado a
El aceite de girasol se ha convertido en un lujo. La guerra entre Rusia y Ucrania ha disparado el precio de esta materia en la última semana y las estanterías de los supermercados empiezan a dejar evidencias de ello. Por primera vez, las botellas del aceite de oliva están a precios similares que las de girasol y en algunos centros se ha impuesto, de manera temporal, el racionamiento como norma ante una posible histeria colectiva, como la que se vivió en los primeros meses de la pandemia con el papel higiénico.
En un supermercado del centro de Madrid, tal y como recoge el fotógrafo de Efe Diego Fernández, se puede ver un cartel junto a la caja en el que se insta a los clientes a no comprar más de 5 litros de aceite de girasol por cabeza. En las redes sociales, algunos usuarios ya han dado cuenta de experiencias similares. Desde la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS) señalan que estas medidas no tienen que ver con un posible desabastecimiento, sino con "la demanda anómala" y al "comportamiento atípico del consumidor".
"España es primer productor mundial en varias de las familias de productos que componen las categorías de grasas vegetales. La cadena alimentaria española es extraordinariamente eficiente y tiene suficiente capacidad para proveer al mercado de dichos productos. Las instituciones europeas, el Gobierno y los sectores más directamente afectados están adoptando medidas para paliar esta situación concreta", dicen desde la patronal de los supermercados.
La subida del precio de esta materia ha superado ya el 10% y se debe directamente a la guerra. Ucrania y Rusia son los dos principales productores de aceite de semilla de girasol del planeta. "Entre los dos suman cerca de la mitad de la producción mundial", apunta Juan Echanove, experto en Seguridad Agroalimentaria de CARE. "España importa de Ucrania cerca del 60% del aceite de girasol que consume, unas 500.000 toneladas al año. No podemos importarlo de allí y tampoco de Rusia, así que no hay mercados alternativos", indica.
El papel del aceite de girasol en España no tiene tanto que ver con el sector doméstico, pues el aceite de oliva no sólo es una alternativa sino que su consumo tiende a ser más generalizado. Este producto es de un uso más industrial, "como por ejemplo las confiterías", dice Echanove, por lo que hay sectores que sí se pueden ver afectados. En el caso de otros productos como el trigo, el maíz o la cebada –con una dependencia fuerte de ucrania– hay alternativas de mercado que puede absorber buena parte de la demanda europea y española, pero en el caso del aceite apenas hay alternativas, más allá del uso de otras grasas vegetales como el aceite de soja, recomendado por la propia ASEDAS.
Los supermercados han comenzado a tomar medidas. Mercadona, Día, Hiperdino o MES, habrían restringido la compra de ese producto por cliente, tal y como ha denunciado la organización FACUA, que considera que limitar el número de unidades va contra la Ley de Ordenación del Comercio Minorista. También la OCU ha mostrado su rechazo a este tipo de medidas y denuncia que el racionamiento genera "una creciente alarma entre los consumidores" que "favorece la subida de precio".
La subida de precios de esta materia tiene implicaciones directas en sectores de la alimentación. La confitería es uno, pero también el de las conservas, que tiende a utilizar de esta materia, tradicionalmente más barata que el aceite de oliva. Si bien, los expertos y el sector empresarial todavía no hablan de un problema de abastecimiento –sí de precios–, los riesgos de que la guerra se alargue y diezmen los suministros son evidentes, pero España tiene una situación privilegiada en cuanto a alternativas de grasas vegetales.
El ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Planas, ha mostrado este viernes su preocupación por la situación crítica que viven ciertas materias como el trigo o el maíz –también con gran dependencia ucraniana y rusa–, pero ha llamado a la calma en relación al abastecimiento del aceite de girasol. "Tenemos algunos pequeños cuellos de botella que tenemos que solucionar", ha dicho. "En materia del aceite de girasol, en las últimas horas se están produciendo unos episodios de un cierto nerviosismo, pero debo tranquilizar. España es un país que tiene posibilidades de abastecimiento con otras grasas vegetales, empezando por el aceite de oliva. Vamos a activar la compra en otros mercados, pero como digo no hay ningún problema. No hay absolutamente ningún problema desde el punto de vista de las grasas vegetales".
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