Este artículo se publicó hace 3 años.
Elecciones CataluñaLa lluvia y la incertidumbre acompañan a los votantes en Cataluña
Los votantes del Mercat y del Centre Cívic de la Sagrada Família, así como los del Institut Ramon Llull de Barcelona, han salido a votar a primera hora. Pese a las pequeñas incidencias, finalmente se puede votar en todos los colegios electorales.
Paula Ericsson
Barcelona-Actualizado a
Pese a la incertidumbre, las medidas sanitarias y algún cambio de colegio electoral, finalmente se han podido constituir todas las mesas electorales, aunque en algunos casos ha habido retrasos. En una mañana donde la lluvia tiñe de gris el cielo y llena las colas de paraguas de todos colores, la rampa del Centre Cívic de Sagrada Família refugia los votantes de las gotas de agua. Pocos minutos antes de las nueve de la mañana, personas mayoritariamente mayores de 65 años esperan pacientemente que se abran las puertas transparentes.
"Nos ha provocado mucha inseguridad la indecisión de los políticos, que no han parado de cambiar de criterio"
Entre ellas están Josefina (78 años) y Joan (80 años), una pareja de barceloneses de toda la vida que están al lado de la barandilla y respetando la distancia, temerosos de contagiarse en la cola. "Yo las habría aplazado, teniendo en cuenta el curso del virus. Nos ha provocado mucha inseguridad la indecisión de los políticos, que no han parado de cambiar de criterio", denuncia Joan con una mirada acusadora. Josefina, algo más temerosa de las palabras, pero igualmente enfadada, explica que estos comicios le generan mucha incertidumbre. "Tengo un interrogante muy grande", explica mirando a través de las gafas. Ninguno de los dos ha sufrido la covid-19, pero los dos son de riesgo y han venido a votar con un temor que no esconden.
Más arriba de la cola están los apoderados de todos los partidos, que esperan en grupos las indicaciones de los responsables del centro. Una de ellas es Marta Bolinches, apoderada de ERC. Con los cabellos castaños y una mirada dulce, explica que hace años que es apoderada de los republicanos, y que su función es facilitar la votación y dar la información que pidan los votantes. A su lado, Mari Fernández, apoderada del PSC, apunta que ella lo es desde 1987. Se respira cierta tensión a la hora de hablar de las elecciones, puesto que tienen visiones diferentes sobre si se tendrían que haber aplazado o no. "Es indignante, pero no es la primera vez que unos tribunales deciden cuándo se hacen elecciones en este país. La política está muy judicializada", espeta Bolinches sin pelos en la lengua. Con una mirada vacilante, Fernández prefiere no opinar y dice que de momento el curso de estos comicios es igual que el de los anteriores. "Hay más gente de la administración cooperando, y hay mucha gente trabajando", añade.
"No es la primera vez que unos tribunales deciden cuándo se hacen elecciones en este país"
Aun así, Bolinches insiste en que hay mucha preocupación por parte de los votantes. "Por desgracia mucha gente no irá a votar por miedo. Es una vergüenza que se pongan las elecciones ante la salud", refuerza. Aurora, que es apoderada de En común Podem, explica que cuando ha hablado con los votantes de la cola también ha percibido cierto temor. "La gente mayor de riesgo tenía miedo y la gente joven tenía porque conviven con sus padres". Ahora bien, Fernández insiste en que mucha gente ya ha votado por correo, preservando así su seguridad.
A diferencia otros años, solo habrá nueve personas dentro votando en cada turno. De hecho, en este centro se ha convocado al personal antes, para así montar las mesas con antelación. La cola es larga, pero la puerta ya se abre y se cierra y los responsables llaman a los apoderados para reunirse y organizar cuántos podrán estar dentro de la sala. Así pues, la jornada electoral en este centro cívico del Eixample Dret empieza con organización, cooperación, pero también con debate.
La pandemia ha provocado que se habiliten locales donde normalmente la gente no va a votar, como por ejemplo el mercado de la Sagrada Familia, que se encuentra en la planta baja del centro cívico. Con un olor a pescado que se enfila por la cola y que no marcha pese al aroma metálico de la lluvia, el mercado ha abierto las puertas para acoger a más personas. Miquel, un hombre de ojos claros y con mucho optimismo, y Neus, que lo acompaña sujetando el paraguas, están haciendo cola mientras charlan. De momento llevan esperando unos 20 minutos un poco mojados, porque aquí no están cubiertos, pero se les ve tranquilos.
Miquel dice que él no es epidemiólogo, pero considera que los comicios se tendrían que haber aplazado. Lo mismo piensa su compañera, que sufre por él, puesto que va en silla de ruedas, pero también porque ella trabaja en el laboratorio de un hospital y tiene miedo de contagiarse y "llevar el virus al hospital". "Yo estoy bien, ella se preocupa más por mí", dice Miquel mientras mira a su compañera con ternura.
"No sabemos qué tenemos que hacer"
Los votantes del mercado de Sagrada Familia están malhumorados porque ha habido un retraso, puesto que una de las mesas ha tardado casi una hora de más en formarse, ya que uno de los miembros ha decidido retirarse a última hora. Antes de entrar al mercado, que tiene todas las paradas cerradas, un apoderado del PPC intenta entrar. Cuando le toman la temperatura, le preguntan: "¿De dónde vienes?". "De la moto, vengo corriendo", resopla. "Bien, pues de momento no puedes entrar porque tienes la temperatura demasiada baja", dice con sorpresa una de las responsables municipales.
Entrando en el edificio, girando al fondo a la izquierda, están las mesas casi montadas, pero todavía sin panel protector. Los compañeros de la mesa que todavía no está formada, Alba y Ricard, están un poco angustiados, porque tampoco saben cuál es el protocolo a seguir a partir de las 19 h. "Nos llegó el manual un mes tarde, y solo pone que a partir de las 19 h te tienes que poner las EPI. No sabemos qué tenemos que hacer", protesta Alba, que trabaja en biología e investigación. Aun así, cuando se acercan las 10 h, la cola que rodeaba medio edificio se ha ido acortando, ya que han dejado acceder a los otros votantes mientras se gestionaba el conflicto, que se acaba resolviendo con Claudia, suplente de otra mesa.
"Hemos venido a votar porque tocaba"
Con un cielo cada vez más oscuro, los votantes del Instituto Ramon Llull salen con calma del edificio. Un grupo de tres mujeres con cabello blanco y un hombre con boina narran que han podido votar sin hacer colas y ningún problema. En la entrada, un hombre pide a los mayores de 65 años que pasen primeros a votar, porque la lluvia no afloja. "Hemos venido a votar porque tocaba", afirma una mujer de gafas puntiagudas y mirada esquiva. La cola, larga pero con las medidas adecuadas, se extiende hasta la entrada de un colegio electoral marcado por el recuerdo del 1-O. Ahora bien, parece que lo que unirá estas dos jornadas será la excepcionalidad y los grises, no la represión.
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