Este artículo se publicó hace 2 años.
La medida que triunfó en los años setenta y resucita ante la crisis de los combustibles en Europa
Los colectivos ecologistas reclaman el impulso de un día sin coches en las grandes ciudades, una propuesta que ya se materializó en algunas urbes europeas como respuesta a la crisis del petróleo de 1973.
Alejandro Tena
Madrid-Actualizado a
Carreteras libres de coches. Es una respuesta simple, también rompedora, que entra en la escena europea con un clima de crisis en el que la inflación se dispara y el acceso a los combustibles fósiles parece, según algunos expertos, que no estará del todo garantizado durante el invierno. El corte de los suministros por parte de Rusia lleva a Europa a entrar en un clima de incertidumbre que, pese a todo, no es nuevo. Las respuestas a esta situación, por ende, tampoco lo son y los libros de Historia revelan cómo buena parte de los países europeos activaron, durante la crisis del petróleo de 1973, medidas para rebajar el consumo de combustible ante la carestía y falta de disponibilidad.
Es el caso del Día sin coche, un plan lanzado por la plataforma europea Clean Cities de la que forman parte algunos colectivos españoles como Ecologistas en Acción, con la que se pretende restringir el tráfico en las grandes ciudades de Europa, al menos un día a la semana. "No se necesitan grandes inversiones ni desarrollar infraestructura, simplemente poner una valla y cortar el tráfico", explica Carmen Duce, coordinadora de la campaña en España. "En algunas ciudades ya se ha puesto en marcha. Lille, por ejemplo, lleva desde marzo con fines de semana activando cortes de tráfico en un espacio que va más allá del centro histórico. En Bruselas se ha impulsado durante prácticamente todo el verano un cierre del anillo central", indica.
Con esta iniciativa se pretende dar respuesta a la crisis energética y al que parece el fin del petróleo barato en Europa. Además, indica Duce, se busca rebajar las emisiones de CO2 y hacer frente a la crisis climática; descender la contaminación atmosférica de las ciudades; combatir el ruido asociado al tráfico, vinculado con un incremento de los ingresos hospitalarios por determinadas enfermedades; y reducir el espacio público destinado a los vehículos privados.
Un día a la semana sin coches puede reducir hasta el 5% del consumo de petróleo anual de Europa
Según un estudio publicado por los impulsores de la campaña, si las grandes ciudades de Europa restringieran el tráfico sólo un día a la semana se podría reducir el consumo anual de petróleo continental en torno a un 3% y un 5%. Esto equivaldría a eliminar de un plumazo la demanda petrolera de Estonia, Letonia y Lituania. Aunque los organizadores señalan que lo idea y más factible sería que el día sin coches se asentara en los fines de semana, están abiertos a que los alcaldes y países lo hagan cuando quieran, siendo los días de diario los más complicados al concentrar un mayor número de viajes en coche.
En España ha habido intentos leves de implementar el día sin coches y casi todas enmarcadas en la Semana de la Movilidad Europea, con cierres al tráfico puntuales únicamente uno o varios días puntuales al año. Valladolid, por ejemplo, lleva siete años celebrando cortes todos los 22 de septiembre.
La crisis del petróleo del 73 y los guateques en las carreteras
Los cierres al tráfico, lejos de ser una novedad, beben directamente la reacción que tuvo buena parte de los países centroeuropeos a la crisis del petróleo de 1974, cuando los países árabes exportadores de petróleo cerraron el grifo a las exportaciones hacia los países que habían decidido apoyar a Israel en la guerra del Yom Kippur.
"La primera consecuencia del embargo puso en evidencia la dependencia que había de los países árabes en materia energética y derivó, al igual que ocurre ahora, en una espiral inflacionista", argumenta Estrella Trincado Aznar, profesora titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid y experta en Historia Económica, que explica que el viejo continente tenía una mayor dependencia petrolera que en la actualidad, con unas fuentes de energía mucho más diversificadas.
Esta crisis supuso un cambio en la mirada europea, que buscó limar la subordinación respecto a los países árabes. Pero también trajo un cambio en las formas de movilidad de buena parte de los países del viejo continente. "Se empezaron a cambiar infraestructuras, se impulsó mucho el uso de la bicicleta y la construcción de carriles bici. En Holanda, por ejemplo, se empieza a impulsar el domingo sin coche", comenta la experta.
De hecho, el Nationaal Archief (el archivo nacional de los Países Bajos) recoge cómo las autopistas y algunas de las carreteras del país quedaron convertidas en espacios donde, los domingos, los ciudadanos acudían a celebrar guateques con comida y música. También se puede ver en el registro neerlandés algunas fotografías llamativas con niños circulando en bicicleta en autovías desiertas o algunos aventurados que tomaban el asfalto con carrozas tiradas por caballos.
"Se produjeron cambios importantes en la movilidad, incluso en España, que todavía estaba en época franquista. En esa época se impulsó el límite de velocidad", agrega la profesora de la UCM, que considera que eran algunos pequeños intentos "para reducir el consumo energético". La primera medida fue la reducción de velocidad a 130 kilómetros por hora, tal y como se recoge en los archivos digitalizados del ABC, para hacer frente a la coyuntura económica. Además, durante la década se iniciaron algunas, como la impulsada desde el Centro de Estudios de la Energía, pidiendo reducir el uso del coche para ahorrar combustible. "Aunque usted pueda pagarlo, España no puede", decía un anuncio que durante los últimos meses se ha viralizado en las redes sociales.
"En el 73, claramente no se puede medir mucho la aceptación en España porque todavía había franquismo y eran medidas impuestas desde arriba, pero en el 79, con el segundo embargo y en un momento todavía más difícil, se impulsaron medidas similares y, en líneas generales, la población lo veía como una medida más para reducir el consumo porque la crisis era evidente. En general, en Europa se aceptó mucho el día sin coches, la población estaba muy concienciada", analiza Trincado Aznar.
Desde entonces, el plan de sacar los coches de las calles al menos un día a la semana ha seguido vivo. En los años 90 del siglo XX, Francia, Alemania y Reino Unido respaldaron la idea de aprobar días sin coches a lo largo del año y, en 1999, la Comisión Europea también dio su apoyo a la iniciativa, que terminó convertida en el Día Mundial Sin Coche, celebrado el 22 de septiembre. Ahora, la historia se repite, con una coyuntura inflacionaria derivada del alza de los combustibles, los colectivos sociales reclaman materializar las restricciones a los vehículos de combustión interna en las grandes ciudades y atajar de una las dos crisis; la energética y la climática.
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