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Dos menores fugados del centro de Vigo: "Tuvieron a un niño 3 días en ayunas por no comer una ensalada”

La Fiscalía interroga al psicólogo que grabó el vídeo en los que los menores denuncian malos tratos pero no le pregunta por la situación de los menores. Según ellos en declaraciones a Público, las monjas los amenazan por haber hecho pública la situación: “Me dijeron que nunca iba a volver con mi padre”

Álex y Antonio, los dos menores fugados del Hogar San José en Vigo, tras denunciar constantes vejaciones, maltratos y humillaciones.

JUAN OLIVER

VIGO.- Álex y Antonio volvieron a escaparse ayer del Hogar San José huyendo por las calles de Vigo. Por enésima vez. Son dos de los adolescentes que aparecen en el vídeo grabado por un psicólogo forense en el que tres chicos y tres chicas denuncian vejaciones, maltratos e humillaciones constantes en el centro, dirigido por religiosas de la Orden de la Caridad y concertado con la Xunta. A él acuden menores bajo tutela de la Administración autonómica por encontrarse en situación de riesgo o desamparo.

Público pudo entrevistarse por teléfono con ellos poco después de fugarse. Álex, de catorce años, lleva en el centro desde hace tres. Primero como usuario de día, y luego como interno, pernoctando en él. Cuando se le pregunta cuándo paso de una situación a otra, responde al instante: “Cuando mi padre denunció a las monjas”. Álex dice que quiere vivir con su padre, y asegura que así se lo ha manifestado en varias ocasiones. “¿A quién?”, inquiere el periodista. “A los psicólogos de Alborada [un centro de día de atención al menor de Vigo especializado en problemas de comportamiento de menores] y a los servicios sociales de la Xunta”.

- ¿Cuándo se lo dijiste? –continúa el reportero.
- Hace un montón de tiempo –responde el chaval.
- ¿Y qué te dijeron?
- Nada. No me contestaron.

Antonio, el otro fugado del Hogar San José, está a punto de cumplir dieciséis. Después de que Público sacara a la luz la existencia del vídeo, asegura que las monjas le han amenazado. “Me dijeron que mi padre era un mal padre, que nunca iba a volver con él”. “¿Y quién te dijo eso?”, prosigue el reportero. “La directora”, contesta el chico.

Antonio también lleva tres años en el centro, y asegura que la primera agresión la sufrió en los primeros días de su estancia allí, cuando le pellizcaron en el pecho. Y cuenta, como ya se puso de manifiesto en la grabación, que a los más pequeños que se portan mal los inmovilizan con técnicas de artes marciales, tirándolos sobre el suelo e inmovilizándoles los brazos.

A Álex intentaron hacérselo. Pero no se dejó, se defendió y golpeó a una monja, lo que le costó que lo trasladaran de centro y se lo llevaran a Pontevedra. Lo separaron de sus hermanos, Miguel y Fernando, que, según relata, sí sufrieron esas técnicas de castigo cuando apenas tenían ocho y diez años. También Amalia, a la que en más de una ocasión encerraron en lo que los niños del Hogar San José llaman “el saco”, el sótano sin luz del que cuelga un saco de arena boxeo atado con cadenas. “Salió destrozada”, recuerda Antonio. “Salen destrozados”, subraya Álex.

La entrevista es corta, los menores se han fugado para refugiarse con su padre pero éste sabe que, muy a su pesar, debe devolverlos al centro, o, ¡qué paradójico!, incurriría en una ilegalidad. Pero antes de colgar el periodista les pregunta por algún episodio de malos tratos que hayan observado en los últimos días y que no salieran en la conversación con el forense. Antonio no duda mucho y lo cuenta: “A Pedro, que no puede comer lechuga, lo tuvieron tres días en ayunas porque no quería comerse una ensalada. Se la pusieron de desayuno, de comida, de merienda y de cena. Al final, la ensalada estaba podrida”.

Antonio, Álex, Miguel, Fernando y Amalia son nombres ficticios que corresponden a identidades reales. A pesar de las denuncias de los últimos días y del vídeo, que la Xunta dice haber enviado a la Fiscalía de Menores hace más de una semana, ni tomado medidas para proteger a los menores, ni de los malos tratos que denuncian ni de posibles represalias por parte del personal del centro.

Al contrario, las primeras actuaciones parecen dirigidas contra el mensajero. El psicólogo forense que peritó a los niños fue llamado a declarar hace una semana por la Fiscalía. En su declaración, a la que ha tenido acceso Público, se observa que lejos de interesarse por las denuncias de maltrato, el interrogador se preocupa más sobre si el psicólogo obtuvo el consentimiento de los padres o tutores de los menores, sobre cómo llegó hasta ellos y qué interés o finalidad le movió a grabar sus declaraciones.

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