Este artículo se publicó hace 4 años.
Fiestas coronavirus"No creo que nos contagiemos": la incredulidad de los jóvenes que acuden a fiestas ilegales en plena pandemia
Entre el 9 y el 19 de octubre los agentes de la Policía Municipal de Madrid han interpuesto alrededor de 1.800 denuncias y, además, han gestionado 800 avisos por ruido.
Madrid-
"Somos siempre los mismos y no creo que nos contagiemos porque guardamos las medidas de seguridad". Lo dice Alejandro, un estudiante de Ingeniería que organiza fiestas en una parcela para decenas de jóvenes que, de momento, se han "salvado" de un cerco policial que solo en este mes ha "reventado" 400 fiestas ilegales en Madrid.
Mientras el ocio nocturno legal ha tenido que cerrar sus puertas por la pandemia de la covid-19, pisos, descampados y locales dedicados antes a cualquier otra actividad abren "clandestinamente" sus puertas para saltarse las restricciones impuestas por la Comunidad de Madrid.
Alejandro, de 28 años, "adapta" cada fin de semana una parcela de un municipio de la periferia de la capital para que sus amigos se diviertan. La misma edad tiene Manuel, un policía nacional al que le toca la otra parte: controlar que en las noches del fin de semana -su turno de trabajo- nadie se salte las normas excepcionales que ha impuesto el coronavirus.
"Tienen mi edad -dice Manuel a Efe-, y por eso no acabo de entender que en la situación que estamos se hagan estas fiestas". Manuel ya ha desalojado varias, como la que se celebraba en un piso turístico del centro de la capital que se había convertido en una minidiscoteca. "Al principio no querían salir a identificarse, y como no podemos entrar sin orden judicial en una vivienda, tuvimos que esperar dos horas hasta que los invitados abandonaron la fiesta", relata este policía nacional.
Más presión policial, menos fiestas
Dice el comisario principal de la Policía Municipal de Madrid, José Luis Morcillo, que la mayoría de los madrileños cumple las normas y que, lógicamente, entiende la indignación de los vecinos que llaman al 092 para alertar de la celebración de una fiesta.
La presión policial está reduciendo la cifra de fiestas ilegales, pero aún así solo en lo que va de mes se han desalojado unas 400 en la capital. Son posibles focos de contagio que preocupan especialmente a las fuerzas de seguridad.
"Podemos garantizar que casi todas las fiestas en pisos serán localizadas y denunciadas", advierte Morcillo. Y para ello, el cuerpo que dirige ha montado un dispositivo especial con entre 300 y 500 agentes que cada noche centran su trabajo en la localización de ese tipo de eventos ahora no permitidos.
Tienen ayuda: la de los agentes que rastrean las redes en busca de convocatorias y de cualquier dato que les permita dar con la ubicación de una fiesta prohibida y de riesgo para la salud de sus participantes.
Un trabajo el de los policías que desarrollan en una situación especial. "Todos juntos debemos combatir al virus", enfatiza Morcillo. Y ojo con la sanciones. Hasta este fin de semana las multas tenían que ver fundamentalmente con el número de asistentes porque estaban prohibidas las reuniones de más de seis personas en la Comunidad de Madrid.
Por este motivo, entre el 9 y el 19 de octubre los agentes de la Policía Municipal han interpuesto alrededor de 1.800 denuncias y, además, han gestionado 800 avisos por ruido.
A partir del sábado 24 de octubre hay restricciones más duras, ya que están prohibidas las reuniones sociales entre las 00.00 y las 6.00 horas en toda la región, por lo que el cerco policial a las fiestas ilegales será mayor.
¿A qué temen más los jóvenes, al virus o la multa?
Los jóvenes están concienciados de la situación que se vive en España debido a la pandemia y entienden las medidas restrictivas para evitar la propagación del virus, pero reconocen que necesitan relacionarse y divertirse.
Alejandro insiste a Efe en que las fiestas que organiza en una parcela guardan las medidas de seguridad, pero aún así en una de esas reuniones uno de sus amigos se contagió por la relación con una chica. El grupo tuvo que estar en cuarentena quince días. Después, todos dieron negativo en la prueba de la PCR.
Asegura Alejandro a Efe que su grupo no tiene miedo a la presión policial, pero confiesa que una multa podría acabar con sus eventos nocturnos. "Si en algún momento ocurre, lo tendré que dejar de hacer, más que nada porque no tengo mucho dinero", resalta.
Marta asistió con su novio el pasado día 11 a una sala del distrito de Tetuán a un concierto no autorizado donde había unas 90 personas y que fue desalojada por la Policía.
Esta joven, que trabaja con ancianos, explica a Efe que no sintió miedo en ningún momento. "Tengo respeto por el virus y me hubiera ido si no se hubieran respetado las medidas de seguridad", apostilla.
Según ella, el concierto de una banda "indie" tenía el aforo restringido, con distancia entre el público, y estaba anunciado desde hacía un mes. Además, todas las consumiciones se pagaban con datáfono.
El ocio nocturno legal: crónica de una muerte anunciada
Mientras proliferan las fiestas ilegales, el sector legal del ocio nocturno madrileño sigue arrastrando pérdidas a la vez que intenta reciclarse ante la posibilidad de operar como bares o restaurantes en la Comunidad de Madrid.
No lo tiene fácil porque, como señala el portavoz de la asociación de empresarios Noche Madrid, Vicente Pizcueta, desde el inicio de la pandemia esos negocios apenas han facturado un 9 % de la cifra habitual.
Según sus cálculos, el 80,7 % está en riesgo de desaparecer antes de Navidad. "Esto es la crónica de una muerte anunciada", agrega Pizcueta. En declaraciones a Efe, recuerda además que el sector ya advirtió de que con el cierre de las discotecas los jóvenes iban a buscar ocio alternativo ilegal.
Pizcueta se muestra crítico con las administraciones porque, en su opinión, no han afrontado con la suficiente dureza la batalla contra los botellones. De todos modos, no quiere criminalizar a los jóvenes porque el 95% de ellos "son muy sensatos" y mantiene una actitud responsable.
Se defiende Pizcueta de las críticas al sector del ocio nocturno por su supuesta "culpa" en la propagación de los contagios y apunta a las reuniones familiares como uno de los principales focos de la extensión del coronavirus.
Va más lejos y recuerda que desde el inicio de la desescalada los empresarios de la noche lanzaron propuestas y medidas para evitar los contagios en esos locales.
"Nuestro sector fue el primero y el único que preparó una guía divulgativa contra el coronavirus, que incluía, por ejemplo, acotar las pistas de bailes. Algunos ironizaron y ridicularizaron nuestra propuesta", lamenta.
Sobre las fiestas ilegales es tajante: "No estamos para bromas. Tolerancia cero hacia sus organizadores", dice Pizcueta, que alerta de la proliferación de estas fiestas en polígonos industriales, naves o haciendas que se alquilan para este fin.
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