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El presidente del Real Murcia C.F. declara por coacciones a una mujer que quería conciliar su vida laboral

El abogado Guillermo Martínez-Abarca pasará hoy por el juzgado a explicar por qué coaccionó a una empleada de uno de sus clientes, para que firmara su despido después de que esta tuviera su segundo hijo y solicitara reorganizar su horario. 

María espera que el juicio le reconozca los derechos que la empresa no quiso.

PATRICIA LÓPEZ

@patricialopezl

MADRID-. Llevaba 20 años en la empresa, como dependienta en una tienda, dos décadas viendo pasar a decenas y decenas de trabajadoras temporales, chicas más jóvenes que ellas a las que la empresa sólo mantenía unos meses. Por eso María no pensó que el director de Recursos Humanos de la sociedad Rumbo, Ginés NIeto, pudiera recurrir a las coacciones para echarla sin tener que pagar indemnización alguna. 

Su jefe, uno de los empresarios más reconocidos de Murcia, se sirvió de su abogado Gabriel Martínez-Abarca, a la sazón presidente del Real Murcia Club de Fútbol, para obligarla a firmar la baja voluntaria bajo coacciones. Así lo entiende el juzgado de instrucción número 1 de la región, por el que hoy pasaran tanto Martínez-Abarca como Nieto para defenderse de las acusaciones que ahora se investigan. 

El inicio de la pesadilla

A María le cuesta hablar. Está bajo tratamiento psicológico desde mayo, cuando después de salir de la reunión con dos de sus jefe y el afamado abogado acudió a urgencias del hospital para ser tratada de un ataque de pánico. 

Su abogado José Antonio Espinosa explica a Público que "tras tener a su segundo hijo pidió un periodo de excedencia pero tenía que reincorporarse porque, evidentemente, el dinero le era necesario. En octubre de 2015 volvió y solicitó la reducción de jornada. La empresa empezó a trasladarla injustificadamente de centro de trabajo, le encargaban funciones impropias de su categoría y experiencia, y escuchaba expresiones vejatorias y claramente lesivas para su dignidad y estima personal como 'tienes horario de funcionaria' (en alusión a la reducción de su jornada) o 'el jefe quiere quitarse de encima a estas viejas'. Algo que va minando a cualquier persona, pero que ella soportó".

El 12 de mayo de 2016, María estaba trabajando en el Centro Comercial Atalayas. Alrededor de las 11:00 de la mañana llegó a la tienda Carmen, la coordinadora de
zona, y la dijo que debía acompañarla a las oficinas de la empresa
en Monteagudo,
sin ofrecer más explicación que el requerimiento por parte de Ginés Nieto y aunque María preguntaba entre la intriga y el miedo el porqué, su jefa sólo sabía contestar "no tengo ni idea".

La encerrona

"Con lo que has firmado, tus dos años de parico y no estás mal mirada. Y así puedes
cuidar en casa de tus hijos y disfrutarlos", le dijo el presidente del Real Murica

Cada vez que María había tenido que comunicar por la empresa lo había hecho vía fax y ahora estaba allí, en las oficinas de la calle Monteagudo, esperando a que acabaran de reunirse su jefa Carmen, el director de Recursos Humanos y el abogado de la empresa, Guillermo Martínez-Abarca, para entrar ella. "la sensación no era de que la fueran proponer un aumento, pero tampoco se podía imaginar lo que iba a ocurrir", explica José Antonio Espinosa.  

La metieron en una sala sin que hubiera un representante de los trabajadores al que recurrir y la acusaron de robar en la tienda. María no salía de su estupor, sólo sabía responder que ella nunca había sustraído nada y no paraba de pensar en qué podía justificarse la acusación ni qué habría en el CD que la enseñaban como si fuera una prueba con la que llevarla a los tribunales.

El presidente de Real Murcia se lo explicó bien claro. "Tenía que escoger entre dos alternativas y lo tenía que hacer en ese mismo momento: o bien firmaba un documento
redactado por la empresa o bien se exponía a multitud de costosos procedimientos
judiciales", explica el letrado de María.

Entre lágrimas les pidió que le dejaran hablar con algún sindicato o con su marido, pero se lo prohibieron. "O firmas o vamos por la malas” lo que significaba, según la espetaron, una campaña de difamación y acoso: “haremos que los empleados te miren mal”.

Tras dos horas de miedo y llantos, sin capacidad de explicarse ni recurrir a nadie, María cedió. Guillermo Martínez-Abarca le dijo con sorna y orgulloso de su papel: “Con lo que has firmado, tus dos años de parico y no estás mal mirada. Y así puedes cuidar en casa de tus hijos y disfrutarlos”. 

Nada más salir de la sala María se fue corriendo al hospital donde la atendieron de un ataque de pánico. Algunos días después, Ginés Nieto la llamó para acudir al Servicio de Mediación Arbitraje y Conciliación (SMAC) y "consumar el fraude a la Seguridad Social", asegura la denuncia de María,  fingiendo un acuerdo por despido. La llamada fue atendida por su esposo y este se negó.

"El camino hasta conseguir que declaren no ha sido fácil. Las trabajadoras tienen miedo a denunciar y no tienen pruebas, ella no grabó lo que ocurrió en esa sala. Pero el daño psicológico ha sido tan grande que la Justicia ha tenido que intervenir", confía Espinosa. 

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