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Salud Pública: el desconocido trabajo que nos protege como sociedad (y no sólo cuando llega una pandemia)

La Salud Pública se ha puesto en el foco del debate público con la pandemia, pero ha sido la gran olvidada de la medicina durante décadas. Necesita una mayor inversión de forma urgente para salir de esta emergencia más reforzada y cumplir con su objetivo: proteger la salud de las poblaciones frente a un sistema cada vez más individualista y desigual.

Imagen de archivo de la pandemia./ EFE
Imagen de archivo de la pandemia./ EFE

La Salud Pública ha sido una especialidad de la medicina olvidada y desconocida durante los últimos 20 años, pero es una disciplina fundamental que protege la salud de las poblaciones, trata de corregir desigualdades y trabaja en la prevención de las enfermedades. Una rama que mira por lo colectivo frente a un sociedad (y una medicina) en la que ha ganado el individualismo. 

Ha sido la gran desconocida hasta ahora. En medio de la pandemia que ha provocado el coronavirus, los servicios de Salud Pública han tomado relevancia. Se habla de la infrafinanciación y de los pocos recursos, la epidemiología se ha puesto en el centro del debate y ha comenzado a tomar importancia el estudio de contactos. Pero, ¿qué es exactamente la Salud Pública?, ¿por qué es importante invertir en ella?, ¿cuáles son las razones por las que los diferentes gobiernos y la sociedad se han olvidado de ella?

Dar una definición no es fácil ni para los profesionales. Fernando Lamata, experto en Salud Pública y Políticas de Salud y exsecretario general de Sanidad, recurre a una explicación que le dio un profesor de la universidad: "Si hay un barranco y varias personas se caen por él, los médicos asistenciales se encargan de curarles las heridas e intentan salvarles la vida. Los profesionales de Salud Pública dirían que hay que poner una valla para que las personas no se caigan. El trabajo es prevenir y proteger la salud". 

Es una forma de explicar todo el trabajo de "prevenir y proteger": vigilancia epidemiológica, análisis de las causas de los enfermedades y de los factores que condicionan una buena o mala salud, estudios de contactos de las enfermedades de declaración obligatoria (EDOs), promoción y prevención de la salud, actividades de salud comunitaria, participación en políticas salud pública con la creación y evaluación de leyes o prevención de la salud de los pacientes. En resumen: trabaja por hacer que vivamos más sanos.

Pedro Gullón, médico especialista en medicina preventiva y salud pública, recurre a sus cuatro años de especialidad para explicar en la práctica lo que supone este trabajo y desde dónde se realiza. Más de siete puestos diferentes entre los que hizo medicina preventiva en el Hospital Gomez de Ulla, investigación, servicio de admisión en el Hospital de La Paz o colaboración con el Ministerio de Sanidad en el Plan Nacional contra el Sida con la elaboración de informes de evaluación y coordinación con las comunidades autónomas. Desde recogida de datos y estadísticas a organizar circuitos para garantizar la seguridad de los pacientes.

Un trabajo que, explicado, destaca por la importancia que tiene, pero que permanece invisible. Mercedes Martínez, médica especialista en Preventiva y Salud Pública e integrante de la Asociación Madrileña de Salud Pública, señala esta complejidad: "Es muy difícil de ver. Cuando reducimos la tasa de tabaco tenemos que ver una gráfica en la que baja el número de infartos para darnos cuenta del trabajo realizado, pero esto es difícil de ver hasta para los profesionales".

Una disciplina contra el individualismo y el neoliberalismo

"La salud pública, por definición, se aleja de lo individual porque tiene que ver con el bienestar colectivo de la sociedad y tiene una impronta ideológica muy grande. Cuando un modelo o hegemonía cultural es más liberal, eso termina haciendo que la salud pública se vea mermada", explica Gullón a Público.

Lamata señala lo mismo: "Se ha perdido la visión colectiva y eso también se aplica a la atención sanitaria. Una de las estructuras más interesantes de la Ley de Sanidad fueron los equipos de Atención Primaria, con un enfoque de atención primaria y comunitaria porque tenían que hacer un diagnóstico de zona: el estado de las aguas, de las escuelas, de las residencias... de condiciones de vida. En función de eso, se diseñaban programas comunitarios de salud. Esto se ha ido perdiendo para volver a la atención individual".

Esta medicina comunitaria la relaciona con la atención pública y la salud pública el doctor Rafael Sotaca: "Si te llevas la prevención y la promoción a tu centro de salud y a tu barrio, haces intervención comunitaria. Es este trabajo, pero en un entorno más cercano: promoción del ejercicio físico, charlas en los colegios sobre sexo seguro, prevención en domicilio de pacientes frágiles… Esto es clave, y la Salud Pública y la medicina comunitaria son las hermanas pobres porque no tienen glamour. Inaugurar un quirófano inteligente da muchas portadas, pero poner en marcha un programa para que en tu barrio las personas mayores no estén solas y tengan actividad física, luce poco. Invertimos poco dinero, poco esfuerzo y pocos profesionales en hacer esto".

"No reconocemos la vulnerabilidad y la Salud Pública está muy ligada a la interdependencia"

Este olvido no lo ven sólo los propios profesionales de la medicina, también el sociólogo Fernando Conde, investigador social que ha trabajado en Salud Pública. "La epidemia se podría haber desarrollado de forma más lenta y habría menos muertos si no se hubiera olvidado todo lo que es la detección precoz durante tantos años. Se concibe la salud como un problema de enfermedad individual y no se entiende la enfermedad colectiva. No se entiende la dimensión de la salud que se evidencia ahora con la pandemia". 

Para Conde no hay un solo responsable del olvido y de la poca inversión (en 2018 sólo se destinaron 774 millones a Salud Pública, un 1,6% del gasto total, según la última Encuesta de Gasto Sanitario Público). Señala a los diferentes gobiernos que no han invertido, pero también a los medios de comunicación que no han puesto el foco en este trabajo y a la sociedad en general: "Nuestra sociedad occidental que se considera omnipotente. Cree que con la tecnología podemos vencer a todo. No reconocemos nuestra vulnerabilidad y la Salud Pública va muy ligada al concepto de seres sociales y a que dependemos de los demás, Somos una especie que compartimos todo".

El cambio en la medicina con la industria farmacéutica

Lamata recuerda que la Salud Pública nació antes del siglo XX, cuando las administraciones necesitaban realizar políticas como el abastecimiento del agua potable, la eliminación de las basuras o evitar que hubiera enfermedades infecciosa: "Hasta el siglo XX, las enfermedades infecciosas eran la mayor causa de mortalidad por lo que el foco estaba en Salud Pública. Conforme pasa el siglo, la gente tiene mejor salud porque come mejor, hay más políticas de Salud Pública y aparecen medicamentos que previenen infecciones. La proporción de personas que muere por infecciones es menor, se empieza a vivir más y empieza a morir por otras enfermedades como el cáncer. El foco cambia. Aparece la gran industria farmacéutica y empieza a dominar el discurso curativo: dar medicación para curar la enfermedad".

Fue entonces cuando el médico comenzó a asociarse cada vez más con el médico clínico que cura la enfermedad, y empezaron a olvidarse a los profesionales de la Salud Pública. El dominio del discurso sanitario se centró en la curación: en la búsqueda de un tratamiento para todo. "Si no hubiera enfermedad, no habría gasto farmacéutico. Es todo un proceso ideológico que consiste en centrar la atención sanitaria en la enfermedad en lugar de la prevención y promoción", desarrolla el experto. 

La necesidad urgente de invertir en Salud Pública

"Hay que invertir en medicamentos, sí, pero también hay que invertir en Salud Pública, en prevención y promoción y en vigilancia epidemiológica. Tenemos que hacerlo pronto. En España e internacionalmente. La Organización Mundial de la Salud tiene los mismos trabajadores que el Hospital de La Fe de Valencia, siete mil", señala Sotaca sobre el futuro de esta disciplina. 

¿Por qué es importante esta inversión? Martínez apunta que es lo más eficaz. "Con una sola acción: adelgazar, hacer ejercicio o tener aire más puro, se beneficia toda la sociedad y se beneficia ante porque no aparecen enfermedades. Es mucho más rentable y más lógico. Está en los refranes: más vale prevenir que curar, pero se nos ha olvidado y no se le hace caso porque nadie lo está intentando. Hay que trabajar en ello con presupuesto".

"Hay que invertir ante los nuevos brotes y otras futuras pandemias. Ese aprendizaje es vital"

Si hemos aprendido la lección con esta pandemia, aún está por ver. El ministro Salvador Illa se comprometió este mismo miércoles a reforzar la Salud Pública, pero falta que se exponga un plan claro.

La importancia de ello va más allá incluso de esta pandemia. Conde expone que, si pasamos esta pandemia, llegará otra porque la crisis del cambio climático y las crisis pandémicas se están cruzando. Aún no se sabe cuando llegará la vacuna (si es que llega) y para enfrentarnos a estas enfermedades tenemos herramientas que están en la Salud Pública que nos pueden ayudar.

Ocurrió con el VIH. No hay vacuna, pero hemos aprendido a convivir con él: "El condón es el equivalente a la mascarilla. Ahora tenemos que utilizarla, tenemos que mantener distancia de seguridad y lavarnos las manos. La responsabilidad de los nuevos brotes es individual de los ciudadanos, pero también de la administraciones publicas porque tienen que invertir en Atención Primaria y Salud Pública (más profesionales) para la detección precoz y el estudio de contactos. Es una especie de contrato que tenemos que hacer la sociedad con el Gobierno para que cada uno haga lo que tiene que hacer. Ese aprendizaje es vital".


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