Este artículo se publicó hace 2 años.
La siesta: ¿Es verdaderamente un invento español?
Este breve y ansiado descanso es más que una costumbre en España. Los científicos la avalan como una práctica saludable.
Madrid-
Para muchos, que llegue la hora de la comida es un verdadero placer, pero por lo que viene después. A medida que se acerca el mediodía, a veces ni siquiera has comido, y el sopor comienza a adueñarse de ti, se te cierran los ojos y sientes cómo el ritmo cardiaco se ralentiza, sobre todo en los meses de calor. Muchos se sienten culpables por este sentimiento, pero la siesta tiene beneficios importantes para nuestro organismo y el poder aumentar nuestro rendimiento por la tarde.
En el imaginario colectivo está fuertemente arraigada la idea de que los españoles hemos aportado uno de los inventos más necesarios a la humanidad: la siesta. No obstante, esta práctica común en nuestra sociedad no tiene origen español. En Público te contamos de dónde viene, cuáles son sus beneficios y te enseñamos los locales donde puedes echártela si viajas por Europa.
No, la siesta no es un "invento español"
Dicen que, si se repite algo de generación en generación, acaba convirtiéndose en realidad. Sin embargo, no podemos atribuirnos los méritos de este mito que nos "llena de orgullo y satisfacción", como diría el emérito.
La siesta no es made in Spain, pero sí podemos decir que es una tradición fantástica que se practica de igual modo en muchos pueblos mediterráneos y alrededor del mundo. A pesar de que hay varias teorías sobre su origen, la más lógica por el tiempo al que se remonta, es que data de la Antigua Roma y su división de los días en 12 horas. Por aquel entonces, el comienzo de las horas dependía de la luz solar y de la época del año en la que se estuviera; por tanto, la distribución horaria era completamente distinta en verano e invierno.
La palabra "siesta" proviene del latín y significa "sexta hora"
"La hora sexta" correspondía a la mitad del día, hora central en la que la luz pegaba con más fuerza y hacía más calor. Por este motivo, los trabajadores de la época decidían que era el momento ideal para hacer un break y descansar.
Remontándonos más a nuestros días, la siesta en España comienza después de la Guerra Civil, según un estudio del Centro Universitario CIESE. En este período tan difícil para la sociedad española, era muy habitual que un trabajador tuviese más de un empleo para mantener a su familia. Por tanto, el mediodía, momento de más calor, era el instante para comer y reposar, y así poder seguir la interminable jornada laboral.
Bondades de este 'minisueño'
En realidad, el origen de este verdadero placer tiene una explicación biológica. Se trata de una consecuencia natural del descenso de la sangre después de comer, que va desde el sistema nervioso hasta el digestivo, y esto provoca somnolencia y pesadez, ya que la mayoría de la sangre del cuerpo se dirige al estómago para realizar una buena digestión.
Todos los seres humanos necesitamos dormir para mantenernos sanos y poder tener un adecuado rendimiento intelectual. El cerebro, motor principal de nuestro cuerpo, realiza una serie de tareas que no puede llevar a cabo durante las horas que permanecemos despiertos.
La Fundación de Educación para la Salud del Hospital Clínico San Carlos enumera una larga lista de beneficios:
Previene las cardiopatías. La siesta ayuda a disminuir en un 37% el estrés y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. La falta de sueño incrementa el cortisol, y un exceso de esta hormona aumenta la intolerancia a la glucosa y a la grasa, debilita el sistema muscular e inmunológico y disminuye los niveles de la hormona del crecimiento, lo que puede provocar diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Cuando se duerme, se libera, sin embargo, la hormona del crecimiento, antídoto del cortisol, que estimula el sistema inmunológico, reduce el estrés y la ansiedad, ayuda a reparar los músculos y a perder peso, facción y bienestar.
Reduce la tensión arterial. Este dato se ha mostrado en un estudio del Allegheny College de Pennylvania (EEUU) realizado a 85 universitarios sanos ha demostrado que quienes duermen una siesta diaria de entre 45 minutos y una hora tras haber soportado un día de estrés y tensión psicológica ven disminuir su presión arterial y su ritmo cardíaco.
Facilita el aprendizaje. Otro estudio de la Universidad de Berkeley asegura que quienes duermen la siesta rinden más por las tardes y aumentan en un diez por ciento su capacidad de aprendizaje. El sueño, dicen, permite afrontar nuevos conocimientos y fijar los ya adquiridos. Sería algo así como resetear el cerebro. Por esta razón, el descanso tras el almuerzo aumenta la productividad de los trabajadores y el rendimiento escolar de los niños.
Aumenta la concentración. Existen numerosos estudios que demuestran que la siesta (incluso de seis minutos) contribuye a mejorar cualquier tarea que suponga recordar listas de palabras o de objetos. El sueño facilita el almacenamiento de la memoria a corto plazo y deja espacio para nuevos datos. Durante el sueño, los recuerdos recientes se transfieren del hipocampo al neocórtex, nuestro disco duro, donde se consolidan los recuerdos a largo plazo.
Estimula la creatividad. Un equipo de neurólogos de la Universidad de Georgetown ha comprobado que la siesta aumenta la creatividad o, al menos, estimula la actividad de la zona del cerebro (el hemisferio derecho) que se asocia con esta capacidad.
Facilita resolver problemas. Robert Stickgold, profesor de Psiquiatría de la Harvard Medical School, ha descubierto que cuando los sujetos alcanzan la fase REM del sueño (fase de gran actividad cerebral en la que soñamos), les lleva menos tiempo realizar diferentes conexiones entre ideas.
Mejora los reflejos. Un estudio de la NASA a 747 pilotos demostró que aquellos que dormían una siesta diaria de 26 minutos cometían un 34% menos errores en el trabajo y duplicaban sus niveles de alerta.
Favorece la abstracción. Un organismo estadounidense ha estudiado las expresiones faciales de varios niños de 15 meses ante frases que han oído anteriormente. Los niños que durmieron la siesta aprendieron una oración y su relación con otras, mientras que el resto no reconocía las frases. Esto sugiere que la siesta favorece el aprendizaje abstracto o capacidad de detectar el patrón general de una nueva información.
Fomenta la positividad. Otro estudio de Berkeley dice que los individuos que duermen la siesta y pasan por la fase REM aumentan su receptividad ante la expresión facial de felicidad, mientras que quienes no lo hacen manifiestan más ira y miedo.
Mejora el estado de ánimo. La serotonina es un neurotransmisor que regula el sueño, el apetido y el estado de ánimo. Y dormir inunda nuestro cerebro de serotonina, lo que nos proporciona una sensación de satisfacción y el bienestar.
Consejos para conseguir la siesta perfecta
¿Dónde? Es básico encontrar un lugar cómodo, con una temperatura agradable, un ambiente tranquilo, con escaso ruido y poca luz. Es mejor dormir la siesta en un sillón que en la cama, especialmente cuando se padecen reflujo gástrico u otros problemas digestivos, cuyos síntomas aumentan en posición horizontal.
¿Cuándo? Lo más adecuado es descansar después de comer, entre las 13.00 y las 17.00 horas. Diversos estudios demuestran que el periodo de mayor somnolencia está en esa franja horaria. Además, los ritmos circadianos sufren una caída precisamente entre las tres y las cinco de la tarde.
¿Cuánto? En condiciones normales no debe durar más de 30 minutos. Durante los primeros 15 a 25 minutos nuestro cerebro se encuentra en fase de sueño superficial, pero una vez superada esta primera fase, nos adentramos en la fase profunda del sueño. Eso provoca que nos levantemos "con la cabeza espesa", con más sueño y cansancio que antes de haberte echado la siesta.
Si se necesita dormir mucho más y su sueño nocturno es normal, eso podría revelar la existencia de algún trastorno del sueño, estado depresivo u otra enfermedad que convendría consultar con el facultativo.
Los mejores locales para echarse la siesta en España
Algunos de los lugares que hemos considerado idóneos para desconectar y poderse echar una cabezadita se encuentran en Barcelona y Madrid.
La cafetería Nappuccino, en el Eixample, calle Muntaner, 22 es la primera cafetería en España que cuenta con un espacio integrado para poder dormir una buena siesta. Celina y Sylvain, sus creadores, han viajado por toda Europa en busca de locales adecuados para tan buena práctica, encontrando más de 80. Por esa razón, han decidido inaugurar esta cafetería relajante.
Este innovador invento de la 'siesta bar' se ha puesto de moda en varios países del mundo y el local está capacitado con amplias mesas, música relajante, enchufes y conexión a Wi-Fi, así como unos cubículos para poderse dormir. El horario diario es de 9 a 20 horas ininterrumpido.
El precio es de 5 euros la hora en el que se incluye acceso a bebidas y snacks ilimitados de autoservicio y se pueden utilizar los microondas para calentar tu propia comida. Es el lugar perfecto para desconectar del trabajo y coger fuerzas para volver a la carga.
Siesta & Go es el 'siestódromo' de la capital para relajarte el tiempo que necesites, incluso si necesitas alojarte durante unos días, tiene servicio de hostal. Se encuentra en la calle Orense, en Madrid y este acogedor lugar permite sentarse en una butaca con reposaplés para leer, escuchar música o incluso, dormise un ratito en una habitación con una cama o en literas separadas por cortinas opacas.
Si eres de los que apuesta por una cita tranquila, puedes pasarte por su local y conectarse a su servicio de Wi-Fi gratuito y ver una peli mientras coméis palomitas con el imprescindible en estos días: el aire acondicionado.
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