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Uge Sangil, sobre la ley trans: "No borrará a las mujeres, igual que la de matrimonio igualitario no borró a la familia"

Uge Sangil
Uge Sangil, presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales e Intersexuales (FELGTBI). Alfredo Langa / Público

La ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, más conocida como ley trans, encara su recta final, aunque no sin polémicas y desencuentros. Esa ha sido la tónica desde que el Ministerio de Igualdad la puso sobre la mesa. A lo largo de más de dos años la norma ha provocado alguno de los mayores desencuentros entre los socios del Gobierno de coalición. También dentro del propio partido socialista. En los últimos días, estas divisiones internas han vuelto a aflorar y parte del movimiento feminista cercano al PSOE ha pedido cambios. Uge Sangil (La Palma, 1968), presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB), aborda en esta entrevista con Público algunos de estos temas. Afirma que "la autodeterminación del sexo es un derecho irrenunciable" y que sólo aceptarán cambios en el proyecto de ley "si suponen un avance". "Los derechos humanos no se ceden, ni se negocian", afirma. 

El pasado jueves se reunieron con representantes del PSOE. ¿Qué les han propuesto?

Nos reunimos con las personas del grupo parlamentario del PSOE que están designadas en la Comisión de Igualdad [donde se están debatiendo las enmiendas a la norma]. No sólo he estado yo, sino también Fundación Triángulo y Chrysallis, que en este proceso nos hemos acompañado. Les hemos pedido el compromiso del partido para seguir avanzando en la legislación de las personas trans y del colectivo LGTBI. Porque no podemos olvidarnos de que esta ley también va a proteger los derechos de lesbianas, bisexuales, intersexuales y más. Les hemos presentado nuestras enmiendas, igual que hemos hecho con otros grupos parlamentarios, porque nosotros no podemos presentar enmiendas directas. Básicamente se basan en tres grandes bloques, que son: derechos para las personas no binarias, para los menores y para la personas migrantes.

¿En qué consisten esas enmiendas?

En cuanto a las personas no binarias, hemos planteado que se pueda añadir una nueva casilla en el DNI o que se elimine la mención al sexo registral en el Documento Nacional de Identidad. Había un problema en el proyecto y en el anteproyecto, que tenía que ver con las personas migrantes. Parecía que se las omitía y para eso hemos hecho un trabajo con organizaciones estatales que tratan este tema, hemos visto las carencias que hay y las hemos añadido.
La otra enmienda que queremos que haga crecer el texto es sobre las personas menores. Solicitamos que si en menores de 14 años hay una estabilidad de cambio de nombre durante dos o tres años, puedan hacer el cambio registral de sexo sin otros requisitos, igual que los de 14 a 16 lo pueden hacer según el texto de la ley. Es decir, sin permiso judicial. Este es un avance que ya está recogido en algunas sentencias, porque lo que no podemos hacer es retroceder en la legislación.

¿Qué les contestaron desde el PSOE?

Que van a estudiarlas, pero tampoco vimos reticencias. Tendrán que hablarlo con el resto del grupo socialista. No nos han dicho ni que sí ni que no. No sólo las hemos entregado al PSOE, sino también al resto de partidos con los que hemos hablado y no lo ven descabellado. Nadie nos ha dicho que sí. Pero tampoco nos han comentado que algo no pueda ser. Lo que saco en conclusión de la reunión, a pesar del ruido que hay, es que seguimos adelante, que hay compromiso por parte del grupo parlamentario y del Gobierno para avanzar en derechos y en la autodeterminación, que fue pactada en junio de 2021. Cómo se iba a hacer la libre determinación de género es algo pactado ya con el Gobierno y en ese momento se consideró que tenía todas las garantías jurídicas para que no se pueda tumbar.

La ley de derechos LGTBI y trans está generando divisiones dentro del partido socialista. ¿Cómo viven este debate? ¿Qué consecuencias cree que puede tener?

Creo que es un debate interno y que sale a la luz publica por algunas personas del PSOE, porque no es de todo el partido socialista, sino de un sector compuesto por algunas mujeres que tienen un feminismo clásico y donde creo que hay, además, un tema de no perder. Algunas son referentes feministas que tienen miedo a perder de alguna manera. No es la postura del partido, pero una vez que sale a la luz pública, mancha. A mí ya no me preocupa que manche, sino la vulnerabilidad a la que se somete al colectivo trans. Porque se nos señala continuamente, se nos pone en la palestra para que nos juzguen, para que nos discriminen y estamos expuestos todos el día.

Yo pido que se haga la reflexión de que estamos hablando de derechos humanos y que no se puede exponer a las personas trans de esa manera. Porque al final lo que estamos consiguiendo es que sufran y nos ponen en extremos de riesgo nuestra salud y nuestras vidas.

¿A qué cree que se debe este debate? Una parte del feminismo, en el que están  algunas socialistas, afirman que esta norma oculta o borra derechos  de las mujeres y las leyes conquistadas por el feminismo, como la del 2004 de violencia de género o las estadísticas desagregadas por sexo.

No es así. Creo que esa es la excusa ante la transfobia. No es el movimiento feminista en general, sino un grupo de personas. No se si tiene que ver con egos. Aquí no se va a borrar a nadie. En el proyecto de ley queda muy claro que si yo cometo un delito de violencia de género viviendo como un hombre cis [el que no es trans, que se identifica con el sexo asignado] y luego transito, se me va a a juzgar según el sexo que tenía cuando cometí el delito. Y no hay ninguna duda en el redactado del texto. No argumentan desde la ignorancia, porque conocen el texto del proyecto de ley, sino desde la transfobia.

En ningún momento en el texto se borra a las mujeres. Se reconoce la reproducción asistida de las mujeres lesbianas, a las bisexuales, a las personas con capacidad de gestar. Esa es una realidad que existe y no la podemos ignorar. Eso no significa que las políticas hacia las mujeres se vayan a romper. Mientras estamos debatiendo todo esto, mientras estamos enfrentándonos con estos discursos transexcluyentes, no hablamos sobre las políticas que hemos avanzado las mujeres cis. ¿Quién está borrando a quién? Hablemos de políticas feministas, de qué necesitan las mujeres cis. Porque mujer somos todas. Al final no hablamos de los hombres trans o de las personas no binarias. ¿Es que los hombres trans no les molestan? Siempre las más vulnerables son las mujeres y no estamos hablando de ellas, porque algunas están empeñadas en que vamos a coger la goma y las vamos a borrar. ¿Cómo se va a borrar una realidad que afecta al 50% de la población? No han desaparecido en Argentina, ni han desaparecido en otros lugares donde hay leyes que protegen a las personas trans, que son muy vulnerables.

Hay ejemplos de legislaciones en muchos países donde estos derechos están legislados y las mujeres y las políticas feministas no han desaparecido. Seguimos siendo aliadas en la lucha por los derechos humanos, en la lucha por la igualdad. Creo que todo esto es una quimera. A veces me pregunto qué daño les hemos hecho cuando siempre hemos ido de la mano. ¿Cuál es el problema aquí? Evidentemente hay un trasfondo más grande, porque el movimiento no empieza en España. El movimiento TERF [Feminista Radical Trans-Excluyente, por sus siglas en inglés] empezó en Estados Unidos, ha bajado por Latinoamérica y se ha acercado ya a España. Y el discurso que tienen es igual al que tiene la ultraderecha contra el colectivo LGTBI y otras minorías.

¿Les preocupa que Carmen Calvo esté como presidenta de la comisión donde se está negociando esta ley?

No. A pesar de declaraciones que ha hecho, creo que Carmen Calvo es una mujer de Estado y que cumplirá con su función como presidenta de la Comisión de Igualdad con profesionalidad. Dentro del hemiciclo será profesional y tiene que dejar que fluya la ley.

Hace unos días, un grupo de organizaciones y plataformas feministas presentaron 24 enmiendas a la ley trans a los diputados de la Comisión de Igualdad del Congreso. ¿Algunos de estos aspectos pueden ser negociables?

No las he leído en profundidad, las han estudiado personas del equipo, pero no. Porque sobre todo se basan en la autodeterminación. Y ahí no vamos a dar ni un paso atrás. La libre determinación de género se negoció y se acordó en junio de 2021. Tiene toda la seguridad jurídica que requieren nuestras leyes y el Estado español, y ahí no vamos a dar ni un paso atrás. Esas enmiendas, además, están alimentadas con bulos, con fakes que no son reales. ¿Qué vamos a negociar? ¿Mi vida? No. Y en eso somos muy firmes, no habrá paso atrás. El proyecto de ley es el que es ahora mismo y solo lo vamos a apoyar si se queda y avanza. Nunca vamos a apoyar un proyecto de ley que nos involucione o que dé pasos hacia atrás en lo que ya hay escrito. No hay nada que negociar.

Algunos órganos, como el CGPJ, han hecho críticas a al proyecto de ley y han afirmado que el término 'trans', en lugar de transexuales, genera inseguridad por ser indeterminado. ¿Por qué se habla sólo de trans?

Se utiliza como término paraguas. Dentro del espectro de la palabra trans hay muchas identidades y muchas variaciones y las personas transexuales son una cosa, pero las personas no binarias o de género fluido son otra. Por eso se utiliza como un término paraguas de inclusión. Hay otras diversidades, hay otras identidades que se engloban dentro de ese paraguas. Creo que hay que adaptarse. Que nuestras mentes tienen tendencia a ser costumbristas y lo desconocido da miedo. Pero hay que empatizar, hay que escuchar y conocer a las personas trans; los problemas son distintos dependiendo de cada persona. Pero hay un punto que es común a todas: que es la vulnerabilidad a las que estamos sometidas. Yo creo que no debemos enredarnos en eso. Y quisiera decir algo sobre el Consejo General del Poder Judicial, porque me parece importantísimo. Siendo un órgano tan conservador, ha dado el visto bueno a la autodeterminación de género y al proceso que se va a seguir y que está en la ley. Por lo tanto, no es un mal informe y no ha visto ningún riesgo en eso.

¿Existen algunos puntos que se puedan negociar para asegurar un apoyo más amplio de la ley? ¿Algunos puntos en los que puedan ceder para alcanzar acuerdos?

No. Es un proyecto de ley redactado por el Gobierno y por la vicepresidenta del Gobierno en ese momento [Carmen Calvo], que dio el visto bueno a ese texto. No podemos retroceder en derechos. No hay nada que podamos negociar, porque creo que es un proyecto de ley que se ha quedado corto en este proceso. Por eso el proyecto sólo puede crecer pero no dar marcha atrás porque entonces nos quedamos sin derechos. ¿En qué cedemos? No podemos ceder en los derechos humanos. Tenemos que avanzar para conseguir una sociedad mejor, más igualitaria...

Las personas trans hemos existido siempre y no ha pasado nada, pero han vivido siempre en la marginalidad porque no han tenido derechos, no han tenido recursos. Tenemos que recuperar y reparar su memoria histórica, pero también hay que darles derechos para que avancen y no se sientan marginadas ni discriminadas, ni sufran agresiones. Y no es ningún desastre, igual que ocurrió con el matrimonio igualitario, cuando muchos decían que iba a ser una catástrofe mundial, que se borraba a la familia, que se borraba todo y no ha pasado nada. Lo único que ha pasado es que hemos crecido en libertad, hemos crecido con nuestras familias, hemos avanzado en derechos... Lo mismo va a pasar con las personas trans. Si nuestras familias existían antes de que se aprobara el matrimonio igualitario, las personas trans hemos existido antes de este proyecto de ley, existimos y seguiremos existiendo. Y lo único que tenemos que conseguir son derechos.

La semana que viene hay un debate en el pleno del Congreso por las enmiendas a la totalidad al texto por parte del PP y de Vox. ¿Cómo lo afrontan?

Bueno, escucharemos las barbaridades del PP y Vox con mucho dolor, porque estarán hablando de nuestras vidas y esto siempre duele. Pero tengo la certeza de que esas enmiendas serán rechazadas para seguir con el trámite parlamentario, que es lo que nos interesa que suceda cuanto antes. Es urgente. El sufrimiento que hemos vivido estos años nadie nos lo va a reparar. Nadie va a reparar el daño psicológico, el daño a nuestra salud, el daño del día a día de machacarnos y machacarnos. Cuanto antes este Gobierno apruebe esta ley, más pronto empezaremos a trabajar. Porque tras ser aprobada la ley se tiene que convertir en igualdad real, hay que desarrollar las políticas y aterrizarla en el día a día. 

Muchas comunidades autónomas que tienen la autodeterminación de género aprobada también están estancadas porque no hay una ley estatal. Y luego comunidades como Castilla y León, donde gobiernan PP y Vox, no tienen ley LGTBI, ni protocolos sanitarios ni educativos y las personas LGTBI se ven desamparadas y necesitan esa ley. También la necesitan Ceuta y Melilla, que son ciudades autónomas y que dependen de las leyes estatales. Y Asturias, que aunque hay un proyecto de ley que ha salido en hace pocos días, no tiene legislación tampoco. Por esto es necesario proteger a las personas LGTBI en las comunidades donde no hay ley y desbloquear la autodeterminación, que es una competencia estatal que necesitamos. Y la OMS [Organización Mundial de la Salud] lo ha dicho (no lo digo yo), que no somos enfermas. No estamos enfermas. Yo tengo que tener la libertad de ir al registro civil y poder cambiar mi nombre y mi sexo registral, sin testigos, sin informes médicos, ni nada de nada.

Otra de las críticas a este proyecto de ley es que mezcla y confunde los términos sexo y género, que es un debate dentro de una parte del feminismo.

Sí, existe. Podemos debatir. La teoría se debate, pero no puede servir de arma arrojadiza para frenar la consecución de los derechos.

TERF, homofobia, cancelación, 'queer'... son algunos términos que han comenzado a aflorar y a ser casi cotidianos a raíz del debate de esta ley. Algunas personas denuncian que hacer una crítica a la ley las convierte automáticamente en tránsfobas.

No. Yo creo que criticar siempre es constructivo, si se hace de una manera sana y es para construir cosas mejores. Podemos hablar de lo queer, podemos hablar de muchas cosas y sentarnos a debatir. Lo que no podemos debatir es sobre los derechos humanos. Podemos decidir si esto lo nombramos así o asá, pero no mi derecho a ser, porque es algo íntimo y personal. Si no, ¿dónde quedaría mi libertad si lo que se va a debatir es quién soy? Eso solo lo sé yo. No lo sabe nadie. No lo sabe un médico, no lo sabe un psiquiatra, ni un psicólogo... no lo sabes tú siquiera que estás enfrente de mí. Quien soy yo, solo lo sé yo. Podemos hablar de lo queer, que es una teoría, una filosofía, de la que a veces se habla de forma ligera. Tal vez habría que explicarla un poquito, porque no sólo tiene que ver con la identidad. Tiene que ver sobre cómo nuestra sociedad se ha conformado y con otros poderes que no tienen que ver con el ser, con quién soy. Me parece muy interesante y me gustaría hablar alguna vez con sosiego, con calma, desde esa perspectiva. Porque también deconstruye lo que el feminismo ha criticado siempre, que es la desigualdad social. 

Además de la ley que se está debatiendo, ¿que otras cosas le quedan por conquistar o conseguir al colectivo LGTBI? ¿Cuáles son los retos?

El debate de la autodeterminación nos ha llevado mucho tiempo. Pero la ley no sólo es de los derechos trans, sino también del colectivo de lesbianas, gais y bisexuales y esto tenemos que empezar a recordarlo. Nos va a dar derechos también a las lesbianas, a las mujeres bisexuales o a las personas con capacidad de gestar. Nos va a marcar líneas en sanidad y en educación. En algunos casos las competencias están transferidas a las comunidades autónomas, pero sí será importante para las líneas magistrales. También va a marcar líneas contra los delitos de odio que recibe el colectivo. Nos queda avanzar también en una reforma del Código Penal. Lo único que permite esta ley son sanciones administrativas, que no son suficientes, y habrá que abordar en algún momento una reforma legislativa contra los delitos LGTBIfóbicos.

También las comunidades autónomas en sus competencias tienen que seguir avanzando, porque no todo depende del Estado. La mayoría tienen una legislación progresista en este sentido, pero que ahora tienen que aterrizar y avanzar en ella, y, sobre todo, la tienen que ejecutar. Porque si la ley no se cumple, no sirve. También hay que avanzar en temas de salud y de bienestar físico y mental del colectivo, sobre el estigma social que vivimos las personas LGTBI, las que tienen VIH... Hay muchos frentes abiertos y hay que tocarlos todos, aunque no es fácil hacerlo todo a la vez.

¿Y a nivel global, ahora que vemos a la ultraderecha formando gobiernos, como en el caso de Italia?

No podemos dejar de mirar el avance de la ultraderecha, que no solo ha conquistado Italia, sino que también coge posiciones en la Unión Europea. Y el discurso de la ultraderecha es un discurso de odio hacia los colectivos vulnerables, al colectivo LGTBI, las mujeres, hacia las personas migrantes. Lo vemos día a día también aquí y tenemos que hacer una reflexión como ciudadanía sobre qué es lo que queremos. Yo vivo en Canarias y lo hago muy bien. Tengo calidad de vida y hay unas políticas LGTBI buenas. Siempre hemos sido una comunidad pionera en derechos. Pero cuando vengo a Madrid y veo lo que hace la derecha día a día hacia el colectivo y el discurso que se promueve desde las instituciones, tiemblo.

Vivimos corriendo y no nos paramos a pensar en que reírle las gracias a Ayuso no es bueno. Tenemos que reflexionar como ciudadanía y no centrarnos en el cabreo en el que muchas veces se centra la izquierda, sino en la reflexión de qué queremos para nuestras vidas. Porque desde el cabreo muchas veces no ejercemos nuestro derecho al voto u optamos por lo contrario por fastidiar a quienes están ahora. Tenemos que sentarnos y reflexionar y como movimiento social tenemos que enseñar a la ciudadanía a saber leer un programa electoral. A saber dónde ese programa me va a beneficiar o no, no solo como colectivo LGTBI, sino como ciudadanos. Creo que falta cultura política y democrática.

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