El ultra Alvise señala a un periodista como cómplice de la fuga de Puigdemont y las redes estallan: "Eres sumamente peligroso para la democracia"

Alvise Pérez no se cansa de hacer el ridículo. El agitador y ahora también eurodiputado ha publicado este jueves una información falsa –una de tantas– en su canal de Telegram. Los protagonistas, en esta ocasión, fueron Carles Puigdemont y los periodistas que cubrían la investidura de Salvador Illa y la vuelta a España del expresident catalán tras siete años de exilio.

El líder de Se Acabó La Fiesta (SALF) difundió un vídeo y dos imágenes señalando a varias personas y acusándolas de haber colaborado con la huida de Puigdemont. "Hay que identificarlos y detenerlos a todos", pidió el ultraderechista a su ejército de trolls. Las reacciones con pulgares arriba, llamas de fuego y caras de indignación inundaron el canal de Telegram.

Àlex Cárcel fue uno de los jóvenes que vio su cara rular por los chats del referente ultra. Alvise Pérez lo señaló con un círculo gigante y pidió su detención. El hombre aparecía en las imágenes justo detrás del expresident catalán, pero no por cómplice, sino porque estaba "haciendo su trabajo". Àlex Cárcel es periodista y escribe sobre política catalana en La Razón.

"No es mi mejor foto, pero ya me identifico yo", respondió el compañero en su cuenta de Twitter. Cárcel también lo tachó de "agitador" y advirtió de los riesgos de este tipo de prácticas, cada vez más comunes entre la extrema derecha: "Eres sumamente peligroso para la democracia".

Los seguidores de Alvise Pérez llenaron las respuestas de insultos y amenazas, atreviéndose a poner en duda la profesionalidad del reportero. Afortunadamente, son muchos más los compañeros de profesión y usuarios que salieron en su defensa.

Esta no es la primera vez que el ultra Alvise Pérez señala a la prensa, de hecho, su canal de Telegram consiste fundamentalmente en difundir bulos y denostar a periodistas, presentadores y líderes políticos. El agitador tiene más de medio millón de suscriptores en esta red social. La pregunta se hace sola: ¿hasta cuándo vamos a permitirlo?