Quinientas sesenta y ocho páginas. En esa extensión se resume sobre el papel el origen del universo de Reina Roja. Este 29 de febrero se comprime en siete episodios y da su salto a la pantalla en Prime Video, pero la primera vez que el público supo de Antonia Scott fue en 2015, cuando Juan Gómez-Jurado publicó la novela. El escritor ya tenía a sus espaldas una exitosa trayectoria que alcanzó nuevas cotas de popularidad gracias a este personaje para quien la inteligencia es al mismo tiempo un don y una maldición. Amaya Muruzabal supo ver el potencial de su historia y empezó a trabajar con el autor en su adaptación a serie antes de que el libro se convirtiera en un fenómeno de ventas y se publicaran sus dos continuaciones, Loba Negra y Rey Blanco.
POV: Vivir una alfombra azul de tu primera serie. Llegar en el mismo coche que Koldo Serra y Amaya Muruzabal. Pasar mucho frío. Ser muy feliz. Acordarte de los que no están. Llorar de ausencias. Agarrarte a los que están. Volver a ser muy feliz. Morirte de miedo por si todo esto… pic.twitter.com/RBbLOGgvp4
— Juan Gómez-Jurado (@JuanGomezJurado) February 27, 2024
El proyecto se ha fraguado a lo largo de cinco años, con una pandemia de por medio y el pasado lunes se desplegó en la madrileña Plaza de Colón la alfombra azul para poner cara a sus protagonistas. Horas antes, la prensa había compartido un chocolate con churros del mítico San Ginés en un encuentro con el autor celebrado en el Hotel Thompson para entrar con él en el centro emocional de la historia, que es la relación entre Antonia [interpretada por Victoria Luengo] y Jon [Hovik Keuchkerian], a quienes los responsables de la serie describen como unos inusuales Quijote y Sancho.
Por primera vez un grupo de espectadores vio cobrar vida a Antonia Scott. Me tuve que ir al final del cine porque no podía contener las lágrimas.
Allá donde estés, papá, espero que lo hayas disfrutado. Ojalá hubieras podido estar sentado a mi lado. pic.twitter.com/LsxytNLFbj— Juan Gómez-Jurado (@JuanGomezJurado) February 27, 2024
Gómez-Jurado se resiste a establecer comparaciones, pero advierte que la serie está plagada de huevos de pascua e invita a degustar sus 350 minutos con calma. La plataforma de streaming permite a los espectadores que se entreguen al maratón desde su estreno, como lectores voraces que sostienen el cuchillo entre los dientes hasta agotar la novela de una sentada, de la primera a la última página. Sin embargo, el autor anima a sus fieles a hacer un ejercicio de contención. Él, en cambio, no ha podido (ni ha querido) evitarse el torrente de emociones que llegan con la presentación en sociedad de su Reina Roja.
La primera vez que un grupo de espectadores vio cobrar vida a Antonia Scott, el pasado 27 de febrero, salió de la proyección en el cine porque no podía contener las lágrimas. «Allá donde estés, papá, espero que lo hayas disfrutado. Ojalá hubieras podido estar sentado a mi lado», relataba conmovido en redes sociales. A solo unas horas del salto a plataformas recordaba al niño que fue y lo invitaba a irse a dormir como en la noche de Reyes: «Dile a este niño que duerma esta noche, que Antonia y Jon ya son de verdad». Hoy el regalo está ya bajo el árbol y millones de personas lo abrirán. Esta entrevista es solo un anticipo de lo que les espera dentro de ese emocionante paquete.
Dile a este niño de trece años (que acaba de decidir que quiere contar historias) que no tenga miedo ni dudas. Que un día (quizás mañana) existirá #ReinaRoja. Que un día el talento de más de 500 personas se aunará para dar vida a dos personajes que ilusionarán a millones. Que no… pic.twitter.com/Q8dabUqkeL
— Juan Gómez-Jurado (@JuanGomezJurado) February 28, 2024
Dicen que una adaptación siempre es una traición, ¿tuvo algún instante de duda a la hora de poner su criatura en manos de otros?
Victoria Luengo da vida a Antonia Scott en esta serie. Al preguntarle por su implicación con el reparto dijo: «Juan Gómez–Jurado me transmitió que estábamos empezando un viaje muy largo con Reina Roja, pero que él siempre iba a estar ahí». ¿Qué sintió al verla convertida en su protagonista?
En alguna ocasión ha manifestado que escribe películas. Tiene una narración muy visual y llevarla a la pantalla ha supuesto un reto técnico importante para el equipo que ha requerido más de 1.400 planos de efectos visuales, 24 semanas de rodaje y seis sets construidos en plató. ¿El resultado estético es el que había imaginado?
Sus novelas se leen a ritmo vertiginoso, incluso la propia historia va a todo trapo: se desarrolla en cinco días, no paran de suceder cosas y, sin embargo, todo encaja. Hacen falta muy buenos esquemas para que nada falle en el storytelling de un thriller… Eso o una mente prodigiosa. ¿Es su parte Reina Roja?
No, ya me gustaría a mí, pero yo no soy Antonia Scott, igual que Robert E. Howard no era Conan el Bárbaro; ni Joe Shuster o Jerry Siegel ―que creo que era un tirillas― eran Superman; pero sí que la tengo en el corazón. Creo que Antonia y Jon son aspiracionales. Son la mejor persona y el mejor amigo que se puede tener, alguien que es capaz de sacrificarlo todo por lo que está bien y otro que no permitiría que a ella le duela ni un uñero del pie. Esas cosas conviven un poco dentro de todos nosotros.
Quizás no ha sido Scott, pero sí que se ha colado en su universo. ¿Qué nos puede contar de ese cameo?
Es una sorpresa para los lectores, pero puedo contar que el primer día que Koldo vino a casa le dije: «Tío, yo quiero salir». En ese momento, empezó a pensar en cómo hacerlo. Lo siguiente que me encontré fue con que Amaya había reescrito a una técnica de laboratorio para que fuera yo y me dijo: «La primera vez alguien pronuncia el nombre de Antonia en la cronología temporal del universo Reina Roja eres tú» y pensé: «¡Qué bonito es esto!», pero yo no sé actuar. Así que empecé dándole la réplica a Vicky y todo parecía muy fácil, al menos hasta que se giró la cámara hacia este pobre idiota. Tuvimos que hacer muchas tomas para pudieran cortar lo suficiente de cada frase para que yo pudiera estar ahí y eso tengo que agradecérselo a mucha gente.
Al final del primer libro de la trilogía aparece Mister White y se extiende un universo literario con un ritmo literario que el audiovisual no exigía, sin embargo se logra una adaptación fiel que tampoco renuncia al thriller trepidante. ¿Cómo se ha logrado ese equilibrio?
Teníamos muy claro que no había que romper. Todos los elementos básicos del thriller ya estaban ahí, pero lo más importante era ser honestos con las dos personas de la casa. Mientras estaba escribiendo este libro leía a Joyce Carol Oates, El mar, el mar, de Iris Murdoch y a Maggie O’Farrell. Hace mucho tiempo que no leo thrillers, solo leo narrativa femenina y de pronto tenía que meterme aquí. Me puse a leer y desde entonces, alguno ha caído, pero en los últimos 10 años mi dieta era otra. Simplemente me interesan más las autoras mujeres que los hombres, eso y las pelis de Marvel, pero no consumía el thriller contemporáneo. La conclusión de todo eso es que estamos muy locos todos los que formamos parte de esto y no hemos hecho la serie para nadie, ni con un algoritmo. No ha habido nunca intención de buscar una fórmula que fuese a gustar. La única pregunta que nos planteamos fue: «¿Esta historia cómo se cuenta?.
En la serie los progenitores son muy importantes y hay una frase que se queda clavada: «Los hijos siempre pagan por los pecados de sus padres». ¿Por qué decidió sembrar el corazón de la trama en ella?
A esa pregunta debería responder Adriana, porque ella es la que ha visto todas las cosas de mi libro de las que yo no era consciente. Cuando leyó la novela, le pareció obvio que estaba llena de relaciones paterno-filiales. Nunca lo había mirado así, pero es que yo soy solo un señor que de repente está en su casa preocupado de acordarse de cómo se va el chófer de Laura Trueba [personaje de la trama]. Intento contar la historia lo mejor que puedo, pero cuando todo este equipo se enfrenta a mi libro, ve cosas que yo no he sido capaz de encontrar.
Aprendo mucho de los lectores y de mis compañeras. Hay cosas que se han dicho en el set y ha habido momentos en los que he visto cómo se comportaban los personajes que han cambiado cosas del universo Reina Roja y está muy bien que sea así, porque la historia hay que contarla entre todos. No estoy siendo generoso con eso, soy honesto. ¿Qué creéis?, ¿Que os he contado Reina Roja yo solo? La primera vez que la escribí llegue al texto como una suma de todos los que libros que he leído antes, igual que dentro de 20 años habrá otra persona que en su día leyó Reina Roja y nos contará otra historia maravillosa que leerán a su vez millones de personas. Soy solo un trozo del cadáver. Estoy compuesto por pedacitos de ese Tarzán de Edgar Rice Burroughs, del Sandokán de Emilio Salgari o de todas las aventuras que nos contó Julio Verne. Tampoco sé cómo lo he hecho ni por qué salen las cosas, pero sí que es verdad que nos hemos encontrado con que cada una de las novelas tiene un tema de fondo. El de la próxima lo dejamos para otro día. [RISAS]
Entre esos padres hay una banquera y el fundador de un imperio textil. Son personajes que en la cabeza de millones de lectores se han visto representados por algunos millonarios muy reconocibles del Ibex35. ¿Hubo alguna referencia explícita?
No, nos gustan los arquetipos. No hay más que eso. [RISAS]
Madrid es el escenario, pero no es la ciudad publicita Ayuso. Es una capital que crece en el subsuelo y, aunque lo mismo tampoco te encuentras con tu ex por estos lares, dibuja otra versión de la urbe. ¿Por qué todo pasa aquí?
Es que soy madrileño y quiero mucho a esta ciudad. No tengo otra manera de decirlo. Yo nací aquí, amo estas calles y mis personajes tenían que estar aquí. También mi primera novela estaba ambientada en Madrid, pero no sé por qué pasó. Es un cúmulo de cosas personales que no voy a contar, pero Madrid era el corazón de la serie. Tenía que ser ese Madrid donde una protagonista nacida en Barcelona y otro nacido en Bilbao se convierten en madrileños porque actúan como madrileños hasta las últimas consecuencias. Madrid es un personaje más y Amaya se esforzó mucho por trasladar esa ciudad luminosa que no se ve tan clara en la novela a la pantalla.
Las grandes producciones de este género nos tienen acostumbrados a escenas muy escabrosas, pero Reina Roja no peca de un exceso de una exposición de sangre y vísceras. ¿Por qué tomaron esa decisión?
El tono ya está en novela y forma parte de mi ADN desde la muerte de mi padre, que es el que inspira el personaje de Marcos [Losada, marido de Antonia]. Él se murió contando chistes y eso me cambió por dentro. A partir de ahí, tenía muy en cuenta el sentido del humor. Por resumirlo de alguna manera, esta serie se fundamenta en tres cosas. En primer lugar, Reina Roja es una historia de amor incondicional y cuenta cómo ese sentimiento puede existir sin ser sexual, es amor puro y ya está. Ellos [Victoria Luengo y Hovik Keuchkerian] lo han conseguido retratar. También es una serie sobre la responsabilidad de la inteligencia y su precio; pero sobre todo es una serie sobre reírse en la cara de la muerte. Nos vamos a morir todos, eso os lo puedo garantizar, pero ¿cómo lo hacemos? Si lo podemos irnos riéndonos, mucho mejor. En el primer monólogo que escuché de Hovik decía algo así como: «Aquí hemos venido a reírnos» y no hay más. La vida nos va a matar, pero… ¡Nos la suda!. No es frivolidad, ni siquiera liviandad, es la manera que elegimos de contar la historia entre todos y desde el principio.