'Valeria' y su adiós a la ciudad
Elísabet Benavent puso el punto y final a esta saga literaria en 2015. Casi una década después de su primera entrega, Netflix convirtió este elogio a la amistad en una serie generacional que nos ha acompañado durante estos últimos tres años con mucho sexo, sentido del humor y lookazos, pero ha llegado el momento de la despedida definitiva con el estreno de la tercera temporada.
Carmen (Paula Malia), Lola (Silma López), Nerea (Teresa Riott) y... Valeria (Diana Gómez), como no. Las cuatro inseparables de la calle San Gregorio regresan por última vez al madrileño barrio de Chueca. Con esta tercera entrega, que se estrena este 2 de junio, Netflix cierra la saga homónima de Elísabet Benavent, a pesar de que su versión literaria está compuesta por cuatro volúmenes. Si eres de los que sucumbieron y se engancharon al fenómeno en formato novela: Keep calm [mantenga la calma]. La autora anticipa que no habrá dramas: "Estoy muy contenta con la decisión que se tomó con respecto a atomizar el final y creo que el último capítulo es un broche de oro".
Lejos quedan las polémicas estériles del arranque del proyecto sobre las diferencias entre la historia original y la adaptación audiovisual. Una de las licencias creativas que más impactó a los seguidores fue el cambio de orientación sexual del personaje de Nerea, que en los libros es heterosexual. Carmen tampoco es un calco del perfil que trazó la escritora valenciana, quien la describe como una chica con varias tallas más que la actriz que la interpreta. Sin embargo, tras dos temporadas acompañando a sus protagonistas desde el sofá de casa, ya nadie puede imaginárselas de otra manera.
En los zapatos de Valeria, la primera novela de la saga, se publicó hace justo una década, en 2013. Ese salto temporal propició que la plataforma de streaming buscase una reorientación en algunos aspectos de la trama. "Todos estos cambios siempre están justificados de cara a poder abordar temas actuales que me parecía muy interesante tratar en la serie, principalmente con el casting femenino. Hubiera sido un poco irreal, después de todo el movimiento del #MeToo y el feminismo, no haber abordado ciertas cuestiones con los personajes", argumentó tras el estreno María López Castaño, creadora, productora ejecutiva y guionista de la serie.
Una de las claves del éxito de la saga en el papel es el erotismo que desprende la relación entre la protagonista y Víctor, que está interpretado por Maxi Iglesias. A algunas de sus fieles lectoras se les hizo poco con las múltiples escenas en las que el actor aparece sin camiseta —así, como quien no quiere la cosa— durante la primera temporada. Esperaban más madera. No las culpamos. Entre las líneas de las novelas, Valeria no deja lugar a la imaginación y no duda en expresar de manera explícita como "se le mojan las bragas" al verlo o "se le ponen los pezones erectos". En esta entrega, podrán desquitarse con polvos perfectos que pueden resumirse con la onomatopeya de un ladrido, como dice la propia protagonista.
Benavent siempre ha aludido a Sexo en Nueva York y Girls como dos de sus fuentes inspiracionales más relevantes a la hora de construir este universo millenial de idas, venidas y lookazos. Así que no es de extrañar que en esta recta final nos encontremos con un muestrario de lo más variopinto de encuentros... y hasta alguna cana en el lugar más inesperado. No obstante, aunque a las chicas les cueste reconocerlo, sus pasos (titubeantes) se encaminan hacia la madurez y para afrontarla deberán enfrentarse con las convenciones familiares, la precariedad del mercado laboral, sus propias indefiniciones y las agotadoras etiquetas sentimentales. "Es complicado", resume Valeria y no le falta razón.
A su manera, las cuatro buscarán respuestas y las actrices que las interpretan se ponen en su piel por última vez en esta entrevista para despedirse de los personajes con los que han recorrido Madrid desde 2020. En ese tiempo, la serie alcanzó el número uno en España —donde se mantuvo varias semanas— y fue top 10 en países como Turquía, Francia, Argentina, Brasil, Chile o Colombia mientras el mundo entero vivía una pandemia. Muchas cosas han cambiado, pero lo que siempre recordaremos de esta serie es ese pisazo maravilloso que ninguna de las aquí congregas podremos alquilar nunca en la capital. En esa, como en otras muchas cosas, Valeria hace un ejercicio aspiracional y se proyecta en Carrie Bradshaw. Quizás ella no pueda hacerse con las llaves de aquel apartamento en el 66th de Perry St., entre Bleecker St y West 4th St, en el Greenwich Village. A nosotras tampoco nos da la nómina para acudir a exclusivas cenas a oscuras, pero siempre nos quedará la plaza de la Memoria Trans para compartir unas cervezas y confesiones tinderas.
"Vulvericidio" es la palabra clave de esta temporada, el término que da nombre al grupo de Whatsapp de estas cuatro amigas. Aunque el intercambio de emails es una de las narrativas más importantes de la saga literaria, la serie ha desplazado la conversación al móvil y es imposible pensar en Valeria sin los mensajes en pantalla. Despejemos por un momento el hate hacia los grupos y hagamos un alegato a favor de los audios eternos.
Paula Malia: Te salvan muchos tiempos muertos en los que tú estás en el baño o a lo mejor estás fregando los platos y encuentras un momento para escuchar el podcast de tu amiga. Un audio largo te viene bien para ponerte al día en el cotilleo, es como un programa casero.
Silma López: Además, hay audios que pueden llegar a ser extremadamente divertidos si los reproduces rápido, porque parecen dibujos animados.
Diana Gómez: ¿Vosotras lo hacéis? ¡No me gusta nada!
Silma López: También es verdad que tenemos un problema en nuestra generación para llamarnos. Nos cuesta encontrar el momento y con esto, te pones al día. Lo malo es que, si tienes prisa, ves un audio de cinco minutos y dices: "Cariño, ahora no me va bien".
Diana Gómez: No sé, yo prefiero siempre una llamada por teléfono...
Después de tres temporadas unidas por la ficción, ¿habéis formado un grupo de amigas en el mundo real?
Silma López: Sucedió al contrario. Nosotras nos hicimos amigas antes de empezar a grabar y este grupo se ha trasladado durante las temporadas.
Teresa Riott: De hecho, en los ensayos salen muchas de cosas de chorradas que decimos entre nosotras y de repente las añadimos a los personajes.
Sexo en Nueva York marcó una era y es inevitable que surjan las comparaciones cada vez que se reproduce el esquema en una nueva serie, pero aquí el esnobismo queda muy restringido. Por si todavía queda alguien que esté descubriendo Valeria justo a término, ¿qué colocaríais en el listado de semejanzas y diferencias?
Teresa Riott: Como fenómeno, se pueden comparar con lo que fue aquello en su momento. Valeria es una serie de amigas que pertenecen a otra generación y a una ciudad que conocemos, con conflictos que nos representan.
Silma López: Y con lookazos. No hay tanto dinero, no llevamos todas Manolo Blahnik, pero tienen buen armario estas chicas.
En esta temporada hay un salto evidente a la madurez en las historias de las cuatro protagonistas. Si les pudierais hacer de 'Pepitas Grillo', ¿les diríais que estabilidad está sobrevalorada?
Silma López: Depende, ¿a qué nos referimos con estabilidad? Porque, en estos últimos tiempos, estamos explorando otros modos de encontrarla. Ya no tiene tanto que ver con estar casado, tener un trabajo o ser propietario, sino con desarrollar una inteligencia emocional, autoconocimiento y tener una red de gente que te sostenga.
Paula Malia: La vida debería tener un poco de todo. Los revolcones del destino no vienen mal de vez en cuando, pero necesitas tener algo a lo que agarrarte y, en Valeria, la estabilidad son las amigas.
Llevamos un año de tremendo debate sobre la diferencia de edad en las relaciones sentimentales y esta nueva entrega trata el asunto en ambos sentidos. Lola prueba con una pareja más joven que ella y Valeria opta por alguien mayor. ¿Consideráis que poner estas parejas en pantalla puede servir para desterrar tabúes?
Diana Gómez: No estoy segura, porque para mí la relación de Valeria no se puede comparar en absoluto con otras mediáticas como la de Risto Mejide y Laura Escanes. No es lo mismo. Bruno Aguilar, [en la serie, Federico Aguado] es escritor. Está separado y tiene un hijo, pero no creo que se lleven mucho más de cinco años.
Silma López: Esto tiene chicha, porque hay unas edades que en las que hay menos diferencia. En la adolescencia, hay un abismo entre los 12 y los 16, aunque son solamente cuatro años, pero es muy distinto. Lo que tiene Valeria y Bruno no genera conflicto. Ahora, lo que pasa entre Lola y el nuevo personaje... ¡Ojo! Estamos muy acostumbrados a ver relaciones donde él es mucho mayor, pero parece que solo se observa diferente a una mujer que supera en edad a su pareja. Ahí se aplica otro tono a la conversación.
Después de muchas idas y venidas, Valeria necesita ponerle un nombre a su relación. En cambio, la Generación Zeta huye cada vez más de categorizar sus encuentros. ¿Creéis que las etiquetas funcionan?
Diana Gómez: Bueno, es que nosotras somos millennials y nuestros personajes, también. Para mí es importante, igual que le pasa a Valeria.
Paula Malia: Yo creo que ponerles nombre a las cosas es una forma de expresar lo que está pasando, de ser capaz de comunicar tus sentimientos y eso tiene que ver con la inteligencia emocional.
Teresa Riott: Lo que pasa es que a veces nos ponen una misma etiqueta a todos y ese es el problema, pero hace falta poder nombrarlo para comunicarnos.
Silma López: Aunque también es respetable que alguien no esté listo para colocar su relación en una categoría. Como dice Valeria, es complicado.
Esta serie ha sido una guía imprescindible de Madrid, con una banda sonora que ya es indisociable de su paisaje. Despidámonos con el recuerdo de un escenario y una canción que siempre relacionaréis con Valeria.
Teresa Riott: El portal de Valeria está en la Plaza de la Memoria Trans y creo que es un lugar que recoge muchos momentos importantes. Hay muchos Madrid dentro de ese mismo espacio. Tienes el lujo, la modernidad de la terraza del Frida y a gente muy diferente que se junta en pocos metros.
Paula Malia: Con la canción tampoco hay duda. Sería In Spain we call it soledad, de Rigoberta Bandini. Nos hartamos de bailarla como locas justo antes de empezar el rodaje.