La Navidad va del 24 de diciembre al 6 de enero pero estamos inmersos en ella muchos días antes. La ilusión de cuando somos por recibir de Papá Noel y los Reyes Magos se desinfla con el paso de los años y esta época del año, para muchos, empieza a ser un mero trámite que cada vez soportan menos. Analizamos algunas situaciones por las que la etapa navideña cada vez tiene más contras que pros para disfrutarla.
1. Es Navidad desde que acaba Halloween
Llegamos a la Navidad cansados de ella. Nos disfrazamos el 31 de octubre para celebrar Halloween y al día siguiente ya vemos en las tiendas las diademas de cuernos de reno. En las calles se respira un ambiente navideño un mes, incluso dos, antes de la jornada que da inicio a las fiestas oficialmente con la lotería, el 22 de diciembre. Desde principios de noviembre comienzan a abrirse mercadillos; sospechosamente, empiezan a aparecer belenes en cada lugar al que entras, incluso suenan villancicos; tu madre te obliga a poner el árbol de Navidad en familia o los vecinos plantan en su puerta el cartelito donde pone “¡Feliz Navidad!”, y la verdad, es una tortura que eso sea lo primero que tienes que ver al salir de casa a las ocho de la mañana cuando vas a estudiar o trabajar.

2. Poner buena cara en las reuniones con familia y amigos
Hacer algo por obligación es fastidioso, pero además, si te hacen aparentar felicidad molesta el doble. Eso suele pasar en las cenas y comidas con la familia, amigos y compañeros de empresa que se hacen para celebrar algún momento de la Navidad. Tener que sentarte al lado de tu tío que no ves desde la Nochevieja del pasado año y aguantar sus preguntas incómodas: “¿Oye, pero tienes pareja ya?”, y tú, mientras asientes, pones buena cara e intentas cambiar de tema como puedes. Os suena, ¿no?. Parece que a ciertas personas, sean familia o amigos, solo les interesa tu vida en las fiestas navideñas y eso, es un buen motivo para hacer como el Grinch y odiar la Navidad.

3. Gastar un dineral (innecesario)
Regalo para la noche que viene Papá Noel, regalo para el día de Reyes, regalo del amigo invisible… Regalos y más regalos. La época del año que se describe con una sola palabra: Consumismo. Admitimos que durante todo el año caemos en el enredo del capitalismo, pero en Navidad se nos va la pinza. Nuestra cultura impone que en las fechas señaladas hay que hacer, mínimo, un regalo a las personas de tu entorno más cercano: padres, hermanos, pareja… y no un regalo cualquiera, claro, ahorramos todo el año para hacer el mejor regalo de Navidad posible. A esto se le junta el gasto que hay que hacer en comida, vino, ropa de lentejuelas, entradas de fiestas de año nuevo a precios imposibles… No nos podemos quejar, porque al final lo pagamos todo y con gusto.

4. Aglomeraciones
Los centros de las ciudades se ponen imposibles durante la Navidad. Parece que la gente se pone de acuerdo en salir los mismos días y a la misma hora, pero no, vayas cuando vayas, vas a encontrarte con una aglomeración. Invadimos las calles porque estamos deseosos de ver tiendas; de dar un paseo, bastante incómodo porque no puedes andar, bajo las luces de colorines; de hacernos una foto en el árbol de Navidad que han puesto en el centro de la ciudad o de cotillear los puestos de los mercadillos que ponen con motivo de las fiestas. Si tienes que coger transporte público, prepárate porque con suerte tienes que ir como una sardina entre la gente o puedes encontrarte con que han cortado la línea que tienes que coger y no puedes entrar a la estación de metro por acumulación de personas en el interior.

5. El desfase con la iluminación navideña en plena crisis energética
La guerra entre Rusia y Ucrania ha desencadenado una crisis energética de la llevamos siendo víctimas durante todo el año. El precio en la factura de la luz está más caro que nunca, pero en Navidad parece que a la Administración no le importa tanto hacer un exceso. Al igual que en años anteriores, las calles se han llenado de adornos con iluminación. En algunos lugares de España sí que se han puesto restricciones en cuanto a límites de horario para su encendido,(pendiente buscar link a alguna noticia) pero, en otras ciudades como Madrid, se ha vuelto a tirar la casa por la ventana y la capital ha conseguido atraer a un turismo que va exclusivamente a contemplar las luces navideñas.

6. La presión social de subir a redes tu ‘outfit’ de Nochebuena y Nochevieja
Si hay algo que no falta en Navidad es el postureo y las redes sociales son el mejor lugar para presumir de lo guapo o guapa que vas a las cenas de Nochebuena y Nochevieja. Ya sabes que Instagram se va a llenar de fotos frente al espejo mostrando modelito porque es el mejor momento para caer en las tramposas estrategias de los influencers y comprarte el outfit que han subido a su última publicación. Si dependiera de ti cenarías en pijama, sí, pero la presión social es más fuerte y con mucha paciencia, prepararemos el mejor conjunto para dejar con la boca abierta a nuestros seguidores, y si la ropa que elegimos brilla mucho, mejor.

7. Obligación de escribir un Whatsapp a todos tus contactos para felicitarles el año
Antes de que suene la última campanada ya estamos con el móvil de la mano. Existe una histeria colectiva por felicitar el año, un segundo después de tomar, en el caso de los más habilidosos, la duodécima uva. A veces nos hace ilusión ser los primeros en escribirle a alguien ese “¡Feliz año nuevo!”, pero, en muchas otras ocasiones, antes de brindar con champagne por ti y los doce meses que vienen por delante, te sientes obligado a ponerle un Whatsapp a tu jefe. La prueba está en que la aplicación cada año se cae durante unos minutos por saturación de la red. Desde aquí te invitamos a que esta entrada de año la vivas de una manera más sosegada y que esperes, por lo menos, a las 00.05 para enviar ese mensajito de felicitación a tu lista de contactos. No lo vas a hacer, y lo sabes.
