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Que un Papa reciba a un mandatario que no sea jefe de Estado o de Gobierno, y más a una número 3, es poco habitual. Pero como encuentro gubernamental se ha cumplido con todo el protocolo. Posado e intercambio de regalos. Una estola fabricada en Levante con material reciclado, de plástico, bordada por las carmelitas descalzas de Alcalá de Henares. Y, galleguismo presente, poemario de Rosalía de Castro. Cuarenta minutos de reunión, en la que se ha hablado de pandemia, cambio climático y la situación de la reforma laboral. Aunque en público, ya en la plaza de San Pedro, donde siempre hay algún turista español... y con recuerdo a su madre, con un abrigo que era de ella, la vicepresidenta ha sido más discreta. "Ha sido un encuentro muy emocionante, créanme, y debo de ser respetuosa y no les voy a poder desvelar el contenido de mi conversación con el Santo Padre". Desde el lado socialista del Gobierno, sólo referencias a la normalidad ayer. "Porque yo he estado dos veces con el Papa, encuentro que es de lo más normal", decía la vicepresidenta primera, Nadia Calviño. Hoy, ni siquiera. Sí las ha hecho la oposición. "Yolanda Díaz ha ido a ver al Papa, no sé si para pedir perdón por el desastre de gestión que están haciendo, por el paro juvenil o por la precariedad", decía la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas. "Es una ministra que está en campaña y como está en campaña, lo que busca es promoción", añadía Ana Beltrán, vicesecretaria de Organización del PP. Que no está donde se le necesita ni cumpliendo con su actividad de Gobierno, sino para su propio beneficio.