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Camps exhibe paella y 'pilota' en una huerta diezmada por la especulación

Los conservadores presumen de vinculación con la tierra en Poble Nou, lugar de origen de la familia de Camps

BELÉN TOLEDO

De camino a Borbotó desde Valencia, uno puede admirar la huerta. Es cierto que la visión se afea con los adosados y las fábricas diseminados aquí y allá, pero aún se pueden ir contando los cultivos de primavera: las alcachofas, las cebollas o las incipientes matas de pepino. Ese fue el panorama que cientos de militantes del PP observaron ayer desde sus coches cuando acudían a la comida convocada por el partido y presidida por el president, Francisco Camps.

La pedanía está cerca del lugar de origen de la familia del mandatario, así que se trataba de acentuar su vinculación con la tierra como fuente de la valencianía de la que Camps presume a diario.

Camps insiste en que seguirá 'pidiendo el agua que necesita nuestra tierra'

No faltó detalle. De menú, paella de pollo, bajoqueta, garrofó y caracoles. El escenario, un trinquet de pilota valenciana. La sartén gigante habitual en estos casos recibía, humeante y prometedora, a los asistentes. El president se hizo la foto de rigor con el cocinero. Solo las persistentes nubes y la ausencia de Rita Barberá, que llegó tarde, rompieron lo que pretendía ser el colmo de los tópicos sobre lo valenciano.

Antes del arroz, llegaron los discursos. En la parte de atrás del trinquet no terminaba de llegar bien el sonido, así que los militantes se aplicaban con los aperitivos y las bebidas en animada conversación, sólo interrumpida por los aplausos iniciados desde las filas delanteras. En el lejano escenario, rodeados de cámaras y ante un decorado de un cielo azul salpicado de leves nubes blancas, los políticos hablaron.

Francisco Camps reveló parte de su programa en materia agrícola: concentrar todas las competencias en materia de agua dentro de la conselleria de Agricultura. A continuación, recordó que continuará 'pidiendo el agua que necesita nuestra tierra', en alusión al trasvase del Ebro, una obra de la que habla continuamente pero que no está incluida en su programa electoral.

Alarte promete una agencia valenciana de seguridad ferroviaria

Después, el president se concentró en el tema central del día: su origen. Recordó que desde el año 1996, fecha en la que se presentó por primera vez a unas elecciones, comienza sus campañas con una comida en l'horta nord: 'Inicio las campañas donde nació mi abuelo', presumió. Tuvo palabras para la gente que vive y trabaja en la huerta: 'Aquí está la tierra, los regantes, los agricultores y los labradores que representan a las personas que trabajan en el campo valenciano'.

Tal declaración de amor por la huerta no se corresponde, sin embargo, por la actuación de su partido en lo tocante a protegerla. Basta pasear por el campo que rodea a la capital para comprobar la merma que ha sufrido su superficie, y lo cercada por edificios y fábricas que está la zona que sobrevive. 'En los últimos quince años, se ha urbanizado la misma extensión que en los 200 años anteriores', se quejó ayer Vicent Martí, labrador de Alboraia y miembro de la asociación Per l'Horta.

Martí recuerda que el PP rechazó hace diez años, en plena burbuja inmobiliaria, una iniciativa legislativa popular que pedía una moratoria en la construcción. Se trataba de dejar de cambiar árboles y alquerías por ladrillo durante, al menos, una temporada 'y sentarnos a hablar'. No fue posible. 'Ahora, solo la crisis y la falta de dinero ha dado un respiro a la huerta', afirma.

Lejos de estas consideraciones, Camps buscó ayer la identificación con el campo valenciano: 'Desde la huerta de Valencia digo a todo el mundo hoy que hay que votar al PP'. No faltó la referencia a las elecciones como unas primarias para las generales, como estrategia para aprovechar el deterioro de la imagen de Zapatero. Camps completó jornada con un exabrupto recogido por la Ser: 'El abuelo de Zapatero, parece, no le transmitió la ternura y el cariño que normalmente transmiten los abuelos a sus nietos'. La frase se torna macabra si recordamos que el abuelo del presidente del Gobierno murió fusilado por Franco en 1936.

Mientras, la campaña del PSOE discurrió por cauces totalmente diferentes. El acto central de Jorge Alarte fue un debate sobre infraestructuras, al que acudieron empresarios, representantes sindicales y abundante militancia. Junto a él, Inmaculada Rodríguez Piñero, secretaria de Estado de Infraestructuras, se aplicó a la tarea de convencer al auditorio de que el Gobierno está comprometido con los grandes proyectos valencianos, como el corredor mediterráneo, donde afirmó haber invertido 8.000 millones de euros.

Alarte apenas hizo referencia a lo que más afecta al ciudadano, como el transporte público urbano o a las cercanías, más allá del anuncio de una ley ferroviaria que incluiría una agencia de seguridad para FGV. Se centró en las grandes obras con el AVE como proyecto estrella. Utilizó grandes palabras como competitividad, cooperación y rentabilidad para tratar de convencer a los empresarios presentes de que es una alternativa sólida al PP y, sobre todo, de que si llega a presidente pagará lo que se debe. Escéptico, el naviero Vicente Boluda resumió a Público su impresión al final del acto: 'Si todos los partidos hicieran todo lo que dicen, volaríamos'.

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